Me ha gustado más de lo que me imaginaba. Fue una recomendación de una compañera de trabajo y reconozco que en un principio no me apetecía demasiado leerlo, aunque quizás sea demasiado triste.
La autora narra dos historias de forma paralela.
Por una parte Cecilia, sumida en una profunda tristeza por dos hechos recientes y trascendentales ocurridos, la ruptura con su ex pareja, con el que ha convivido los últimos años de su vida y lo que más le aflige, la muerte de su madre a la que adoraba y con la que mantenía una relación muy especial.
Cuenta en primera persona sus sentimientos, su sensación de tremenda añoranza, de pérdida irreversible y desoladora.
Quizás ese lado de la historia haya sido la que más me ha gustado porque transmite un mensaje de esperanza en la aceptación de los golpes más duros que nos depara la vida, de como el tiempo hace que uno sea capaz de recordar con gratitud, aunque también irremediablemente con cierta nostalgia, los momentos felices pasados junto al ser amado.
Por otra parte, otro personaje importante es Silvio, el abuelo de Elena, la mejor amiga de Cecilia, que se ha quedado solo en Madrid.
Cecilia es la encargada de ir a visitarle de vez en cuando, para hacerle compañía y comprobar su estado de salud.
Aunque al principio dicha misiva no es acogida con demasiado agrado por ambas partes, al final se cogen verdadero cariño y afecto.
Comparte con ella su historia, su pasado. Una historia que también consigue engancharme.
Comienza narrándole su infancia, que transcurre en Rivanoba, un pueblecito del norte de España.
Cuando tiene 8 años, conoce a dos personas que tendrán una influencia decisiva en su vida, el americano Zachary West y su hijo adoptivo africano Elijah, de su misma edad.
La estrecha relación con ambos, le brinda a Silvio la oportunidad de conocer mundo y una vida de lujos. Elijah y Silvio se convierten en íntimos amigos, casi hermanos, surgiendo entre ellos una relación de autentica camaradería que perdurara para siempre.
En uno de sus múltiples viajes los tres juntos, conocen a los Sezsmann: Amos, un músico judío y su hijo y pupilo Ithzak, ambos personajes también muy influyentes en la vida de Silvio.
Pero todo se ve truncado primero por la guerra civil en España y después por la segunda guerra mundial.
El distanciamiento sucede cuando Silvio debe luchar en el frente en contra de su voluntad. Esta dura experiencia le hace cambiar su percepción de la vida y le sume en una aptitud de apatía, desgana y desinterés por todo cuanto le rodea.
Pero el destino hace que se reencuentre con Zacahary, quien le confiesa que desde hace muchos años trabaja como espía para el gobierno americano. Además le auguria las terribles pretensiones de Hitler en Alemania.
Como Silvio trabaja en el Ministerio, Zachary le pide ayuda para sacar a los dos judíos de Varsovia ante la inminencia de la guerra y él se niega.
Los años pasan y cuando la guerra acaba, se van enterando de las atrocidades cometidas por los nazzis y descubren que sus grandes amigos polacos han muerto.
Entonces Silvio, arrepentido y con profundo sentimiento de culpa por no haber intentado ayudarles a escapar de Polonia, se une a Zachary West para desenmascarar a los prófugos asesinos nazis que pretenden establecerse en otros países, haciendo de espía en el ministerio.
Esta decisión, la de formar parte de la “Organización”, hace que deba renunciar al verdadero amor.
Y el final de las dos historias, lo dejo en el aire, para incitaros a su lectura, más que recomendable.
Este libro, asi como el de mi próximo post, los leí durante el mes de agosto y septiembre, en vacaciones, pero después, por unas cosas o por otras, no he conseguido sacar tiempo para escribir y por eso, ahora los describo muy seguidos el uno del otro.