En un mundo al revés, el bueno es el lobo y las ovejitas pérfidas e insidiosas. Trasladado al aquí y al ahora, al poliedro en que caímos por el túnel del tiempo, esto se traduce en un continuo y cansino intento por establecer nuevas reglas a las primeras de cambio, lo que crea indefensión emocional y relativismo hasta que, finalmente, nos engulle el existencialismo y el sálvese quien pueda.
Hoy, el Parlament de Catalunya aprueba la llamada Ley Omnibus, una ley de acompañamiento de los presupuestos de 2011 que, finalmente, ha dividido en tres para que pase mejor este brebaje neoliberal. Malos tiempos para los de aquí y para los de allí, con recortes en sanidad, privatización de hospitales y de la explotación del agua, desregulación de la vivienda pública, fin de los informes de impacto ambiental en infinitos casos. El objetivo: agilizar. El resultado: un sálvese quién pueda, que el mundo ahora es patrimonio neoliberal, aquí y allí.