Editorial Barral. 214 páginas. 1ª
edición de octubre de 1971; está es la segunda de noviembre de 1971.
Ya he leído y comentado en el blog
la novela Sudeste y los Cuentos completos de Haroldo Conti (Cachabuco, provincia de
Buenos Aires, Argentina, 1925 – Buenos Aires, 1976); que a día de hoy son los
libros de este autor argentino que se pueden comprar con cierta facilidad en Madrid.
Si usted vive en España y está interesado, tras leer los dos libros anteriores,
en seguir con la obra de Conti tendrá que buscar en el circuito de librerías de
segunda mano. En la librería Ábaco
de Raimundo Fernández Villaverde fue donde yo encontré En vida, una tarde de
mayo que me puse a pasear por la ciudad, aunque hacía un viento espantoso y
llovía (y puede que precisamente por eso me apeteció pasear). En vida fue el premio Barral de 1971. Sé que en 1970 el premio Seix Barral de
novela (entonces llamado el premio Biblioteca Breve) se quedó desierto por
desavenencias entre la familia Seix y la familia Barral, pero ese año
seguramente lo hubiera ganado José
Donoso con El obsceno pájaro de la noche. Leo en la wikipedia que en 1971
sí se falló el premio Biblioteca Breve de novela y que lo ganó Nivaria Tejera con Sonámbulo del sol. ¿Así que en 1971 hubo un premio Seix –o
Biblioteca Breve- y un premio Barral y después de unos años de ir cada uno por
su cuenta Seix y Barral volvieron a fusionarse en la editorial que seguimos
conociendo ahora? Lo desconozco, pero no deja de interesarme el tema.
El caso es que En vida de Haroldo Conti ganó el premio
Barral en octubre de 1971, y al mes siguiente hubo una segunda edición. No sé
durante cuánto tiempo se comercializaría este libro en España. Sí he visto en
internet portadas argentinas actuales de esta novela. En Argentina Haroldo
Conti es un autor bastante reputado; pertenece a esa generación de escritores
que, como Antonio Di Benedetto,
empezaron a publicar sus obras en la década del 50 o el 60 del siglo XX y a los
que la dictadura argentina condenó al exilio (en el caso de Di Benedetto) o al
silencio (Conti fue secuestrado y asesinado por los militares argentinos en
1976). Cuando en la década de los 80 se podría haber restaurando el prestigio
de esta generación de escritores, el fenómeno del Boom había copado el interés europeo por la literatura
hispanoamericana; y la importante (sin duda) obra de autores como Mario Vargas Llosa o Gabriel García Márquez hizo que nos
olvidásemos (en España, al menos) de escritores tan valiosos como Haroldo
Conti.
Muchas veces se divide a la
literatura argentina entre los escritores de ciudad, que podrían representar la
modernidad del país, y los gauchescos, que hablarían de una literatura de
interés más tradicional, apegados a las labores del campo en la pampa. Conti
parece moverse en un nuevo territorio anfibio: el de los riachos y las islas
del río de la Plata, como quedó latente en su gran novela Sudeste. Las primeras treinta páginas de En vida, que transcurre en los bares de fin de semana de la costa
del río, una costa cercana a Buenos Aires, son quizás las mejores del libros,
las páginas en las que Conti desata con más brío el lirismo de su prosa.
Oreste, el protagonista de esta
novela, tiene cuarenta años; y cuando empieza la narración (en tercera persona)
siente nostalgia del verano que se va. Un verano en el que, durante los fines
de semana, se ha dedicado a emborracharse con sus amigos en los bares de la
orilla del río; lugar al que acude en tren desde Buenos Aires. La nostalgia de
Oreste es doble: el verano se va y comienza el otoño, igual que parece sentir
que a los cuarenta años ha comenzado también el otoño de su vida.
En Buenos Aires, Orestes no
parece tener muchos alicientes vitales. De su casa de clase media, en la que se
siente atrapado, se traslada a un trabajo en una revista agraria, que no lo
satisface en absoluto. En cuanto puede pasea por la ciudad; sus caminatas
vagabundas le servirán para olvidarse del mundo y para dar rienda suelta a su
nostalgia. El narrador omnisciente nos irá informando de las calles por las que
pasa Oreste y también de dónde se encuentra su mente, en qué episodio de la
infancia o en qué familiar desaparecido está pensando.
La filiación estética de la
novela es existencialista, de ese existencialismo europeo de los años 50 o 60
del siglo XX, en el que los personajes se mueven por un mundo que les disgusta
y que parece obligarles a llevar a cabo continuamente acciones en las que no
creen y que carecen de sentido para ellos. Lo que podría hacernos pensar en Albert Camus, pero, también, por su
regodeo en la melancolía de la nostalgia y la infancia me ha hecho pensar, como
las otras veces en las que he leído a Conti, en el italiano Cesare Pavese.
La alegría de Oreste proviene de
esperar el fin de semana, momento en el que se desplazará en tren hasta los
bares de la orilla del río y se juntará con los compañeros de farra que ha
conocido en ese ambiente. Unas amistades poco profundas y cuya única función
parece ser la de no verse bebiendo solo. “A la segunda copa las cosas comenzaron
a iluminarse con ese brillo empañado que generalmente tenían en su recuerdo y a
veces en la propia realidad, esto es, cuando eran las cosas y no un montón de
sombras”, leemos en la página 182, y entendemos por qué Oreste bebe, por qué
pasea por la ciudad y por qué siente un gran rechazo hacia lo que le rodea.
El lector ha de acercarse a las
páginas de En vida prestando bastante
atención, ya que el narrador sin casi avisarle irá mezclando planos de la
realidad de Oreste: el pasado brillante se yuxtapone de continuo a la pobre
vacuidad de la existencia presente. Y en esta superposición de planos me perdí
un poco al no haber captado con claridad cómo estaba constituida la familia de
Oreste: Luisa es la mujer, Susana y Marcelo son los hijos. No sé si para un
argentino la palabra “Ema” tiene alguna connotación de herencia italiana, no sé
si “Ema” es la madre o a la suegra de Oreste.
En vida no es una novela de trama, no hay aquí misterios por
resolver; más bien se trata de una novela costumbrista, con un trasfondo de
tristeza y vacío existencial (similar al que se puede sentir al leer a Juan Carlos Onetti); aunque, por
supuesto, quizás me he precipitado en las primeras palabras de este párrafo
puesto que sí que existe en esta novela el planteamiento de un misterio, el más
grande de todos, el misterio de la existencia, el del tiempo que se va (Conti
es un gran escritor del paso del tiempo, de las estaciones que se van y
vuelven, del fluir del río o de la vida) y el de los hombres que mueren y no
son felices.
En vida es una novela de enorme profundidad lírica, con algunas
páginas de prosa deslumbrante. Y Haroldo Conti es un escritor al que, sin duda,
merece la pena rescatar del olvido.