El viejo catedrático
Le pregunté sobre aquellos tiempos en que éramos tan jóvenes, ingenuos, entusiastas, tontos, inexpertos.
Algo de eso ha quedado, excepto la juventud -respondió.
Le pregunté si todavía sabe a ciencia cierta lo que es bueno y lo que es malo para el hombre.
La más mortífera ilusión posible -respondió.
Le pregunté por el futuro, si lo sigue viendo claro.
He leído demasiados libros de historia -respondió.
Le pregunté por la fotografía, esa en el marco, sobre el escritorio.
Fueron, pasaron. Mi hermano, mi primo, mi cuñada, mi esposa, mi hijita sobre las rodillas de mi esposa, el gato en los brazos de mi hijita, y un cerezo en flor, y sobre el cerezo un pájaro volador no identificado -respondió.
Le pregunté si es a veces feliz.
Trabajo -respondió.
Le pregunté por los amigos, si todavía tiene.
Algunos de mis antiguos ayudantes, que también tienen antiguos ayudantes, la señora Luzmila, que gobierna mi casa, alguien muy cercano, pero en el extranjero, dos señoras de la biblioteca, las dos sonrientes, el pequeño Gregorio de enfrente y Marco Aurelio -respondió.
Le pregunté por la salud y por su estado de ánimo.
Me prohíben el café, el vodka, los cigarros, cargar recuerdos y objetos pesados. Tengo que fingir que no lo oigo -respondió.
Le pregunté por el jardín y el banco en el jardín.
Cuando la noche es serena observo el cielo. No deja de asombrarme cuántos puntos de vista hay ahí -respondió.
Wislawa Szymborska
Enamorado de Szymborska