Revista Ciencia
ENCODE
Publicado en Levante 18 de enero de 2013
ENCODE es el acrónimo –en inglés- de la Enciclopedia de los elementos del DNA (código genético) del genoma humano. Se trata de un proceso ambicioso que dio comienzo al finalizar en 2003 el desciframiento del genoma humano, con el hallazgo de unos 23.000 genes funcionales que comportaba aproximadamente el 1,5% del ADN humano. Entonces se inició el proyecto ENCODE: averiguar el 98,5% del ADN restante. A priori se pensaba que tendría que ser un DNA no funcional, fruto de un largo proceso evolutivo y cumulativo y al que despectivamente se le denominó como ADN “basura”.
Hace unas semanas concluyó la primera fase del proyecto ENCODE, con el aislamiento y estudio de un 1% de ese 98,5% del ADN sobrante, previamente seleccionado. Y desvelar si ese trozo tenía alguna aplicación o no. Los biólogos sabemos que en la naturaleza no hay nada que sobre. Y el resultado ha venido a confirmar que, en efecto, tiene una función: se trata de un ADN que codifica pequeñas cadenas de ARN que juegan un papel muy importante en el desarrollo celular: activan o inhiben los genes; aceleran o retrasan su puesta en escena; etc. Es decir, canalizan millones de señales –o como se les ha denominado: interruptores o conmutadores- que hacen que una célula se active o no; se desarrollen determinados componentes o no en el momento preciso: ni antes ni después; se acelere o se paralice su crecimiento o diferenciación; etc.
Es tal la enormidad de su complejidad que ha fascinado por completo al casi medio millar de investigadores que se han coordinado para llegar a estos fantásticos resultados. Pone un poco patas arriba algunos de los conceptos que hasta ahora se venían manejando en la genómica.
Lo que se ha obtenido viene a ser como una foto fija, pero si pudiéramos ver toda la película nos encontraríamos ante fenómenos y procesos enormemente inteligentes, exactos, y sumamente complejos que producen sencillamente admiración. En una sola célula de nuestro organismo se producen al mismo tiempo miles de reacciones dirigidas a producir otros tantos productos. Para que un profano pueda hacerse una idea de lo dicho, sería algo así como un panel regulador del tráfico ferroviario, con miles de vías y de trenes, con múltiples direcciones y numerosas cargas químicas distintas en cada convoy en circulación, o con posibilidad de hacerlo en cualquier momento, y con vías que se cruzan y se entrecruzan continuamente de un lado para otro…, sin que se produzcan choques o descarrilamientos, ni desvío o equívoco de la carga que cada vagón ha de llevar al lugar y en el momento justos.
Esta suma perfección corresponde a lo vital. La vida sigue siendo, hasta cierto punto, un misterio que poco a poco se va desvelando, en la medida que somos capaces de preguntarle para que desentrañe sus más recónditos secretos. Es un inmenso e inimaginable puzle en movimiento, cambiante. Nos quedan muchos años hasta que ese rompecabezas, nunca mejor dicho, pueda dar paso –si es que alguna vez lo da- a una comprensión total de los componentes biológicos de la vida. De momento, nos tenemos que conformar con cosas muy parciales, con pequeñas fotos fijas de un recuadro marginal del paisaje cambiante. Y avanzar en la investigación. Mañana, Dios dirá.Pedro López. BiólogoGrupo de Estudios de Actualidad