Centrado en dos personajes antagónicos y, sin embargo amigos, Enrique (el audaz y aventurero) y Anastasio (demasiado prudente y contenido), recorremos a través de tres partes (significativamente llamadas barbecho, siembra y recolección), las trayectorias vitales de ambos, quienes, partiendo de un mismo origen (el primer cigarrillo en la playa de la Concha, la pandilla de amigos...); van sin embargo por caminos diametralmente opuestos, fruto de las decisiones que los personajes van tomando mientras inauguran los primeros sentimientos y sinsabores de la vida adulta.
Hay que decir que Anastasio es un perfecto pardillo, lo cual convierte a este personaje en un magnífico modelo de auto identificación del adolescente (masculino) típico, y es que, a pesar del prometedor título, no hay nada prohibido en el libro, antes bien: es un tratado de moralidad para el "joven de bien". Si algo lo define son sus ausencias, todo lo que no pasa y desearíamos que pasara. Como la adolescencia misma, por otra parte. Imagino la decepción que debieron de sufrir muchos jóvenes de los cincuenta y sesenta con las hormonas revueltas que esperarían alguna escena subidita de tono. Aquí la adolescencia es vista más bien como una edad maldita:
"`Son cosas de la edad´, se decía para consolarse. Pero en seguida añadía, ensañándose consigo mismo, que si la edad consistía en tener granos y cortaduras en la cara, suciedad en el pensamiento, manchas en los pantalones, y el corazón, en cambio, virginal, lleno de amor, sediento de amistad y de ternura..., esta edad debería estar prohibida."Edad Prohibida fue el libro de los adolescentes de una época, el franquismo, que hoy ya nos parece, sobre todo a los que nacimos con la democracia, ciencia ficción. Escrita en un tono moralista y aleccionador, la novela ha envejecido mal y resultaría absolutamente marciana y risible a un adolescente que la leyera hoy. Pero esto también es una de las cosas más interesantes que tiene; ya que la convierte involuntariamente en todo un retrato de una época y de unos valores hoy ya tan desaparecidos como las huellas de esos niños en la playa de San Sebastián
Ahora bien, como la adolescencia no suele ser tan idílica como nos la dibujan las películas, ni nosotros tan cínicos como a veces damos a entender, hay que decir que la novela gana muchos enteros cuando el autor se da un respiro y deja el tema moral para, con gran maestría, dibujarnos escenas de gran emotividad como el juego de las ánimas en la penumbra de un cuarto, la primera cita de Anastasio y Celia en la pastelería, o el encuentro años después de Enrique y Anastasio.
Personalmente, me ha gustado la capacidad del autor para caracterizar tipos humanos y para describir esos momentos fugaces y vividos de las primeras experiencias. Finalizada la última página, creo que hay imágenes que se quedarán conmigo en el recuerdo, como si las hubiera vivido yo, y siento un cierto poso de nostalgia, como si hubiera descubierto en un oculto desván un álbum de viejas fotografías, un recuerdo de otros tiempos, de otras vidas. Un encuentro con el ayer.
PD: Como curiosidad, he encontrado que un dúo llamado Kill Spider le han puesto música a un poema que aparece en Edad Prohibida. Pinchad aquí si queréis oírlo (es muy bonito, la verdad).