El otro día recordé un encuentro curioso, en el metro en el 2004.
La historia en realidad comienza en Ciudad Real.
Estaba pasando el fin de semana en casa de mis abuelos y aunque para volver a Madrid solíamos ir en el tren esa vez nos dio un poco de "repelús" porque estaban muy recientes los atentados de los pisos de Leganés y en las noticias hablaban de revisiones en las vías del Ave. Vamos, que en este caso los terroristas con nostros habían conseguido su fin, meternos miedo, por lo que decidimos coger el autobús.
Pero cuál fue mi sorpresa cuando un señor con chilaba, turbante, barba larga y canosa subió con nosotros.
Efectivamente fui todo el viaje bastante asustada pensando que en cualquier momento podriamos saltar todos por los aires, pensando qué sería mejor si morir en el acto o quedarme sin piernas.
Pero no fue más que eso porque tras dos horas ejercitando la imaginación, móntandome mi propia película gore, estábamos en Méndez Alvaro, eso si, con gran alivio.
Días después, el mismo señor con las mismas pintas, se sentó en el metro justo enfrente mía ¡que pequeño es Madrid!