Revista En Femenino

Enemiga mía

Publicado el 14 diciembre 2010 por Historiadea
Acabo de vivir una experiencia paranormal. Ya sé que no son horas pero puedo prometer y prometo que hace diez minutos, con un ojo cerrado y el otro medio abierto, he visto luces, bolas multicolores y estrellas brillantes avanzando hacia mí.
Por un momento he pensado que estaba teniendo un orgasmo pero, habida cuenta de que la humedad relativa del aire se correspondía con los parámetros normales a estas horas en Toledo, inmediatamente he llegado a la conclusión de que me hallaba en Rovaniemi, en casa de Papá Noel, ayudándole a clasificar la ingentísima correspondencia que ya se le acumula bajo el felfudo en plan Jingle Bells total. Convencidísima, oye, hasta que ha salido el reno del venerable a escena y de un puntapié onírico _y no por ello menos doloroso_ me ha enviado derechita al sofá, que es donde acabo de despertarme después de cenar y haberme quedado más que frita junto al esplendoroso arbolito de Navidad.
La cuestión es que, antes de que el ungulado me pusiera de patitas en el plano consciente, he soñado que me hacía revisar en un centro hospitalario unas placas rojas del tamaño de la nave nodriza _tres, para ser concretos_ que me habían salido en la cabeza. Agravadas, para mayor tragedia metamórfica, por una erupción de esferas alrededor del cráneo de idéntico aspecto calcáreo al de las citadas placas.
Según me ha dicho la médico de urgencias que me ha atendido en Subcons' Hospital, lo mío se debe a una inflamación de las membranas del cuerpo. Literal. Y ni corta ni perezosa, disfrazada de reno y sin duda harta de que las cangrejas de a pie andemos jodiendo y saturando las Urgencias hospitalarias del Más Allá, me ha mandado vía exprés a mi casa. Sin orgasmo ni Rovaniemi que valga. Derechita al sofá. Ni un paracetamol me ha recetado la muy gusana y vil, oye.
Así pues, con esta pinta de crustácea extraterrestre y de 'enemiga mía' me voy a la cama. A ver si con un poco de suerte la cosa remite a lo largo de la noche y puedo llegar mañana al trabajo sin tener que disimular las placas y las esferas craneales bajo la peluca de Marge Simpson.
Ains.

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