Después de la Cumbre de París (COP21), la práctica totalidad de los países participantes han dirigido sus miradas a las energías renovables como pieza clave en el nuevo panorama mundial de sostenibilidad energética. Sabemos que más de dos tercios de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero (GEI) se deben al sector de la energía.
La Agencia Internacional de las Energías Renovables (IRENA) estima que para cumplir con el Acuerdo de París hará falta duplicar la instalación de energías de origen renovables en los próximos 15 años, lo que supondrá una inversión anual hasta 2020 de unos 500.000 millones de dólares anuales, alcanzando en 2030 la suma de 900.000 millones anuales.
La misma agencia estima que se debe aumentar la eficiencia energética e incrementar el consumo total de energía renovable del 18% en 2010 al 36% en 2030
Estos números nos llevarán a una transformación acelerada del sector energético. El lunes siguiente al Acuerdo de París, la Bolsa de Nueva York arrojaba subidas del 1,8% de las empresas relacionadas con la energía eólica y de un 1,39% con las energías solares. Estos dos sectores renovables deben recibir un fuerte impulso si se quiere cumplir con el compromiso adquirido en París para que el aumento de la temperatura a final de siglo se quede muy por debajo del objetivo de los 2 grados.
Y esto no solo atañe, como podríamos pensar, a lo que llamamos los países desarrollados. En la Cumbre de París, Jefes de Estado africanos han anunciado sus planes para una gran iniciativa de energías renovables que proporcionaría hasta 300 gigawatios en 2030, lo que supondrá el doble de la oferta total de electricidad actual del continente.
La Agencia Africana de Energías Renovables (AREI) ha anunciado que el objetivo es lograr 10 gigawatios de nuevas energías renovables para el año 2020 y movilizar el potencial de generar 300 gigawatios para el año 2030. La iniciativa es impulsada por los países africanos y representa una parte de su contribución a los esfuerzos mundiales sobre el cambio climático y la eliminación de la pobreza energética.
Fue en 2014, tras 2 años de caídas, cuando la inversión en el sector de las renovables volvió a crecer a nivel mundial, hasta alcanzar la cifra de 245.000 millones de euros. En una década los costes de estas tecnologías han disminuido considerablemente y la inversión se ha multiplicado por 6.
Pero el sector de las renovables ya no pide primas, sino que reclama certidumbres en sus marcos regulatorios y demanda profesionales formados que desarrollen este nuevo escenario sostenible. También espera inversiones que ayuden a salvar la barrera tecnológica del almacenamiento, requerimiento para solucionar lo impredecible de la generación eólica y solar. Con umbrales de producción de energías renovables del 40%, se hace necesario sistemas ecoeficientes de almacenamiento para un uso posterior.
Por tanto, las renovables se erigen como una pieza clave dentro del paradigma de la sostenibilidad energética, como parte de la solución para evitar el aumento de emisiones, y como fuente de desarrollo económico y de nuevos nichos de empleo.
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