A lo mejor no pasa nada por no decir nada. Por permanecer callado, por no opinar, por reconocer que el mundo no se muere por conocer nuestro imprescindible punto de vista. Las situaciones excepcionales se prestan a una cierta épica de la que gente, es natural, desea ser partícipe ¿Qué podemos hacer, pobres de nosotros? La estética de la solidaridad instagramizable resulta demasiado tentadora, a quién no le gusta visualizarse puño en alto, en primera línea de batalla en un pictórico (y delacroixano) gesto, en vez de como alguien recluido en casa cuya única aportación fue, vaya una cosa, esperar callado a que esto pasara. A las armas, adelante mis valientes, no pasarán. Ugh.
No pasa nada por admitir que no se tiene nada relevante que decir. Internet, whatsapp, twitter, se enfrentan al aislamiento impuesto por el coronavirus con una especie de horror vacui que necesita desesperadamente de ser llenado: un vociferío constantemente alimentado con pseudorazonamientos de alto cuñadismo ilustrado, chistes (algunos son muy divertidos, es verdad, la primera vez que te llegan), acusaciones de la peor calaña,y retransmisiones públicas y nunca interrumpidas de la vida de cada cual. Pásalo: Frente a la obligatoria reclusión en casa, la supresión del sentido de lo doméstico en un Gran Hermano colectivo e histérico en el que lo más importante es retratarse para la posterioridad con una favorecedora pose de “yo estuve allí”.
No es malo estar asustado, es un instinto natural diseñado por nuestra evolución para garantizar nuestra supervivencia. No hay por qué sentirse culpables por estar preocupados por el futuro, y ni eso significa que tengas que proclamarlo a los cuatro vientos, ni que tengas que sepultarlo en un alud de buen rollo en el que parece que la suma de arcoiris en las ventanas acabará por doblegar al virus, lo mejor que le podría haber pasado al planeta porque fíjate tú, me ha llegado que por lo visto se ha visto una manada de búfalos en pleno Paseo del Prado. ¿Lo llevas solo regular? Yo también, y tenemos derecho a sentirnos así, y simplemente nos han pedido que nos quedemos en casa, y no hagamos caso más que a las recomendaciones de los responsables sanitarios, y en realidad, no hay que hacer nada más. Tan sólo eso. Dar un paso atrás, desaparecer por una temporada, no contribuir al ruido y la confusión generalizada, quedarse callado y, simplemente, esperar a que, los que saben, hagan su trabajo. Parece fácil, pero visto lo visto, no lo es tanto.
“Words like violence
Break the silence
Come crashing in
Into my little world
Painful to me
Pierce right through me
Can’t you understand?
Oh my little girl
All I ever wanted
All I ever needed
Is here in my arms
Words are very unnecessary
They can only do harm
Vows are spoken
To be broken
Feelings are intense
Words are trivial
Pleasures remain
So does the pain
Words are meaningless
And forgettable
All I ever wanted
All I ever needed
Is here in my arms
Words are very unnecessary
They can only do harm”