Ensaladilla de melva con manzana y relato de denia

Hoy traigo una fresquita ensaladilla rusa de melva con manzana. El toque agridulce de la fruta le proporciona una originalidad y una frescura muy diferentes a la habitual ensaladilla. Es ligera y muy sabrosa, genial para comer verdura de forma sana.

Es la primera vez que hago ensaladilla rusa, pero la verdad es que me he decidido hacerla porque estoy cansada de esas que ponen en todos lados con guisantes congelados y con productos de baja calidad que menosprecian el sabor de un plato tan delicioso. 

Por eso me he decidido en esta receta por usar los productos de paladar selecto y he de decir, que la diferencia es impresionante. Sobre todo por los guisantes y los pimientos de piquillo, sin contar con el sabor tan potente y sabroso que tiene la melva en tarro. Os recomiendo que la probéis con estos productos de calidad y ya me diréis si merece la pena.
En enlace de la receta que lo he subido a mi otro blog os lo dejo aquí:
http://blog.paladarselecto.com/ensaladilla-rusa-de-melva-con-manzana/
Además quería poneros una especie de poesía-relato, de esos que escribo a menudo que escribí el primer día que llegué a mis vacaciones en Denía. Como muchos sabréis a parte de la cocina, mi pasión es escribir poesía y relatos, que hago desde que tenía 4 añitos. Pero no sé porqué no he subido ninguno aquí. Quizás se deba a que pienso que la cocina no tiene mucho que ver con lo que escribo o porque no se si puede gustaros pero... puesto que es parte de quien soy, he decidido ir poniéndoos algunos junto con mis recetas y espero que los disfrutéis igual que estas.



Denia
Cuando el camino es con charlas amenas de esas que ríes y parloteas a un ritmo acelerado con una madre que es mezcla de amistad y familiaridad envuelta en cariño. 
Cuando la música acompaña a ritmos lentos y en ocasiones con bachatas rimbombantes que nos hacen teclear con los dedos y mover la cabeza como esos muñecos absurdos con muelles que tanto nos embelesan.
Aparecer por la puerta con 2 maletas y 5 bolsas, como si fuéramos a una estancia de un mes o como una celebrity en ciernes que lleva a su caniche bajo el brazo como si fuera una barra de pan hecha del caviar más caro. 
Pero llegas, te sientas con un libro cuyas palabras te están susurrando, un refresco que burbujea al son del viento y una piscina azul que desprende un color coral que embriaga tus sentidos. Cuando saboreas ese placer de la tranquilidad y desconectas de un mundo de banalidades. 
Oh sí, esa es la felicidad.