Revista Salud y Bienestar
La ingesta elevada de determinados lípidos a modo de terapia complementaria es bastante común entre los pacientes que sufren esclerosis múltiple (EM), ya que se les atribuyen efectos beneficiosos sobre los síntomas de esta patología neuroinmunológica. No obstante, hasta el momento no se dispone de evidencia científica que justifique esta práctica desde un punto de vista clínico.
Un grupo internacional dirigido por Xavier Montalbán, jefe del grupo de investigación en Neuroinmunología del Valle de Hebrón Instituto de Investigación (VHIR) y director del Centro de Esclerosis Múltiple de Cataluña (CEM-Cat), ha puesto en marcha el primer ensayo clínico en el que se pretende comprobar si la administración de ácido gamma-linolénico mejora el tratamiento de los pacientes con EM de tipo remitente recurrente.
El ácido graso gamma-linolénico ha disminuido la gravedad de los síntomas en un modelo animal de encefalitis autoinmune experimental
Este lípido es un ácido graso esencial poliinsaturado de cadena larga que pertenece al grupo de los omega-6; el organismo humano no es capaz de sintetizarlo por sí mismo, por lo que sólo se puede obtener si se incluye en la alimentación de los pacientes. Esta sustancia se ha incorporado a la membrana celular y se ha observado que podría tener cierta función protectora de la vaina de mielina, una de las sustancias afectadas por la EM.
Actualmente el trabajo de investigación se encuentra en fase II y ya se han reclutado y randomizado 173 pacientes de 32 centros de España, Francia, Bélgica, Alemania, Polonia y Rusia, que recibirán el fármaco experimental BGC20-0134, que está basado en una grasa sintética que optimiza la biodisponibilidad del ácido gamma-linolénico y ha sido desarrollado por el laboratorio inglés BTG International.
Los participantes recibirán cinco cápsulas diarias que deberán ingerir junto con el desayuno durante un periodo de dos años. El objetivo primario de este estudio es demostrar que este fármaco es capaz de reducir la actividad inflamatoria en los pacientes con EM con brotes y remisiones, para lo que se harán exploraciones con resonancia magnética funcional a los enfermos al inicio del estudio y después a los 4, 12, 16 y 24 meses para comprobar su evolución.
AntecedentesLos estudios in vitro que constan hasta ahora en la literatura científica han demostrado que la molécula tiene un efecto antiinflamatorio, ya que, además de que reduce las citocinas inflamatorias, potencia el efecto de la proteína TGF8, que tiene funciones antiinflamatorias y neuroprotectoras.
Asimismo, los experimentos realizados posteriormente en un modelo animal con encefalitis autoinmune experimental (EAE), que es el que se utiliza para investigar la EM, han demostrado que el fármaco disminuye la frecuencia de los brotes y la gravedad de los síntomas de la enfermedad en los ratones.
Los hallazgos dieron una sólida base científica para plantear un ensayo clínico europeo.
La fase I del estudio demostró la seguridad y tolerabilidad de esta molécula en un grupo de 36 pacientes, y permitió encontrar "huellas de eficacia" que motivaron la puesta en marcha de la segunda fase del experimento que, de ser exitoso, dará paso a la fase III en un par de años.
Montalbán ha comentado a Diario Médico que una de las cosas más destacadas de este trabajo es que "se centra totalmente en el paciente", ya que parte de una práctica bastante extendida y busca aportar evidencias que puedan confirmar o desmentir su beneficio clínico. En los países nórdicos, entre un 30 y un 50 por ciento de los pacientes con EM recurren a la ingesta de aceites como terapia complementaria.
-La importancia de la dieta
Se estima que hasta el 70 por ciento de los pacientes con esclerosis múltiple (EM) han recurrido en alguna ocasión a algún tipo de terapia complementaria, además de que la mayor parte de ellos han modificado su dieta, según ha explicado Xavier Montalbán, jefe del grupo de investigación en Neuroinmunología del Valle de Hebrón Instituto de Investigación (VHIR). El hecho de que no se disponga de un tratamiento curativo hasta el momento potencia el hecho de que los pacientes busquen otras alternativas que les hagan sentir mejor.
En concreto, una de las grasas sobre la cual se ha hablado mucho en los últimos años es el aceite de onagra, que es muy rico en ácidos grasos esenciales, entre los que se encuentra precisamente el ácido graso gamma-linolénico. Este ácido forma parte de la serie de ácidos omega 6, que contribuyen al correcto funcionamiento del organismo.
**Publicado en "Diario Médico"
Un grupo internacional dirigido por Xavier Montalbán, jefe del grupo de investigación en Neuroinmunología del Valle de Hebrón Instituto de Investigación (VHIR) y director del Centro de Esclerosis Múltiple de Cataluña (CEM-Cat), ha puesto en marcha el primer ensayo clínico en el que se pretende comprobar si la administración de ácido gamma-linolénico mejora el tratamiento de los pacientes con EM de tipo remitente recurrente.
El ácido graso gamma-linolénico ha disminuido la gravedad de los síntomas en un modelo animal de encefalitis autoinmune experimental
Este lípido es un ácido graso esencial poliinsaturado de cadena larga que pertenece al grupo de los omega-6; el organismo humano no es capaz de sintetizarlo por sí mismo, por lo que sólo se puede obtener si se incluye en la alimentación de los pacientes. Esta sustancia se ha incorporado a la membrana celular y se ha observado que podría tener cierta función protectora de la vaina de mielina, una de las sustancias afectadas por la EM.
Actualmente el trabajo de investigación se encuentra en fase II y ya se han reclutado y randomizado 173 pacientes de 32 centros de España, Francia, Bélgica, Alemania, Polonia y Rusia, que recibirán el fármaco experimental BGC20-0134, que está basado en una grasa sintética que optimiza la biodisponibilidad del ácido gamma-linolénico y ha sido desarrollado por el laboratorio inglés BTG International.
Los participantes recibirán cinco cápsulas diarias que deberán ingerir junto con el desayuno durante un periodo de dos años. El objetivo primario de este estudio es demostrar que este fármaco es capaz de reducir la actividad inflamatoria en los pacientes con EM con brotes y remisiones, para lo que se harán exploraciones con resonancia magnética funcional a los enfermos al inicio del estudio y después a los 4, 12, 16 y 24 meses para comprobar su evolución.
AntecedentesLos estudios in vitro que constan hasta ahora en la literatura científica han demostrado que la molécula tiene un efecto antiinflamatorio, ya que, además de que reduce las citocinas inflamatorias, potencia el efecto de la proteína TGF8, que tiene funciones antiinflamatorias y neuroprotectoras.
Asimismo, los experimentos realizados posteriormente en un modelo animal con encefalitis autoinmune experimental (EAE), que es el que se utiliza para investigar la EM, han demostrado que el fármaco disminuye la frecuencia de los brotes y la gravedad de los síntomas de la enfermedad en los ratones.
Los hallazgos dieron una sólida base científica para plantear un ensayo clínico europeo.
La fase I del estudio demostró la seguridad y tolerabilidad de esta molécula en un grupo de 36 pacientes, y permitió encontrar "huellas de eficacia" que motivaron la puesta en marcha de la segunda fase del experimento que, de ser exitoso, dará paso a la fase III en un par de años.
Montalbán ha comentado a Diario Médico que una de las cosas más destacadas de este trabajo es que "se centra totalmente en el paciente", ya que parte de una práctica bastante extendida y busca aportar evidencias que puedan confirmar o desmentir su beneficio clínico. En los países nórdicos, entre un 30 y un 50 por ciento de los pacientes con EM recurren a la ingesta de aceites como terapia complementaria.
-La importancia de la dieta
Se estima que hasta el 70 por ciento de los pacientes con esclerosis múltiple (EM) han recurrido en alguna ocasión a algún tipo de terapia complementaria, además de que la mayor parte de ellos han modificado su dieta, según ha explicado Xavier Montalbán, jefe del grupo de investigación en Neuroinmunología del Valle de Hebrón Instituto de Investigación (VHIR). El hecho de que no se disponga de un tratamiento curativo hasta el momento potencia el hecho de que los pacientes busquen otras alternativas que les hagan sentir mejor.
En concreto, una de las grasas sobre la cual se ha hablado mucho en los últimos años es el aceite de onagra, que es muy rico en ácidos grasos esenciales, entre los que se encuentra precisamente el ácido graso gamma-linolénico. Este ácido forma parte de la serie de ácidos omega 6, que contribuyen al correcto funcionamiento del organismo.
**Publicado en "Diario Médico"
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