Revista Cultura y Ocio

Ensayo sobre la pena y la tristeza

Publicado el 10 julio 2012 por Molinos @molinos1282
Pena y tristeza no son la misma cosa. Se parecen, pueden parecerse, incluso pueden sucederse una a la otra, pero no son lo mismo.
Tener pena, no es igual que estar triste o ser un llorica. No tiene nada que ver.
Cuando tienes una amiga con pena, con una oleada de pena suprema que la ahoga, puedes sentir esa pena.
La pena de los otros duele, la tristeza de los otros no duele, preocupa, perturba, incomoda, te mueve a intentar animarles, pero no duele.
Cuando alguien cercano a ti está apenado de verdad no puedes hacer nada. Le ves nadar contra la oleada de pena, intentar mantenerse a flote con un esfuerzo sobrehumano tanto físico como anímico, que literalmente le deja agotado. Bracea, patalea, intenta que las olas no le ahoguen…y se agota. Cuando no puede más, se deja hundir, se rinde…y es en ese momento en el único que tú puedes hacer algo, es ahí cuando tienes que tirarte al agua o meter el brazo, agarrarle y hacer que salga a la superficie. Sostenerle a flote en lo que recupera fuerzas para seguir luchando contra su pena, en esa pena que le duele por dentro y le agarrota.
La tristeza viene después.
Tras mucho nadar contra la pena, tras luchar contra las olas, el rastro que deja esa batalla es la tristeza. Ese alguien apenado consigue subirse a una balsa de madera que ha construido poco a poco y se tumba a descansar. Ya no tiene que nadar contra la corriente, ya no hay olas que lo tumben y le ahoguen. Está a salvo. Ya no va a hundirse pero no tiene ganas de remar. Ahora es un mar calmo y gris que se pierde en la distancia y sin asomo de sol. Pero ahora ese alguien sabe que hay un sol, que en algún momento habrá sol. En esta etapa de la pena, puedes subirte a su barca, charlar, contar chistes, acompañar, hacer planes para cuando salga el sol. Acompañas en la tristeza y en algunos ratos consigues que tu amigo se olvide por unos momentos de ella. Eso es, se olvidará de la tristeza por unas horas y cuando retorne a ella (porque no es tan fácil escapar) esa tristeza será menos, pensará...” Joder, ¿por qué estaba yo tan triste?..Tampoco es para tanto”. Cada rato que consigues distraerle, le quitas un poco de poder a esa tristeza.
Con la pena no pasa eso. La pena no se distrae, no se olvida, aunque lo intentes. Se irá cuando ella quiera y mientras tanto estará ahí. Si la dejas, si no luchas o si te dejas ir porque estás agotado, te invade. La pena te llena por completo. Te ahogas y crees que no puedes más, que vas a morirte de la pena, pero entonces llega el llanto. La pena verdadera agarrota tantísimo, duele tantísimo que no permite llorar. Cuando aparece el llanto es el último recurso, es la llegada del séptimo de caballería en las películas del oeste. Lloras porque ya no puedes más, lloras hasta agotarte, lloras para vaciarte, lloras para que esa pena salga por algún sitio, para que esa angustia que no te deja casi ni respirar salga de ti. Lloras desconsoladamente.
Y ahí, justo en ese momento...no lo sabes...pero has dado un paso para dejarla atrás.
La tristeza tiene un horizonte, la pena no.
La tristeza puede llegar sin motivo...aletea y se pira. La pena siempre tiene una causa.
De la tristeza se puede hablar, de la pena no.
Con la tristeza se hacen canciones…con la pena no.
Con la tristeza hay que hablar, con la pena hay que estar.
La tristeza puede ser dulce y cálida, la pena no. La pena es amarga. La tristeza te hace sentir frio y querer un sofá y una manta. La pena da miedo y quieres una manta pero para esconderte.
Para saber lo que está pasando alguien con una oleada de pena, hay que haberlo pasado antes. Hay que haberse ahogado en pena, braceado contra la corriente, sentirse morir y luego treparse a la balsa y dormir en la tristeza.
Sólo cuando has pasado todo eso, desarrollas la empatía suficiente para decirle a tu amigo...” Sé lo que estás sintiendo, sé que duele infinito y sé que nada de lo que te diga va a servir…pero confía en mi…al final se pasa”.
Sólo cuando has pasado todo eso, sabes que lo nunca hay que decir es: venga, que no pasa nada, anímate.
Eso es como atarle un peso a los pies y dejar que se hunda.
Para dos amigas con pena infinita.

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