Revista Infancia

Enséñame a perder

Por Celia Garabaya @britishbubbles

niña aprendiendo a perder¿Acaso se aprende a perder? Pues si. El saber perder, es algo necesario para cualquier niño. Y que en un futuro, marcará muchas de sus actitudes ante la vida. Todos sabemos que en la vida tenemos tantos triunfos como derrotas. Por eso, es muy importante que el niño aprenda a gestionar sus sentimientos y reacciones ante las diferentes situaciones que se va a ir encontrando en su día a día. Hoy vamos a ver los motivos por los que un niño no aguanta perder, que puntos negativos puede tener, y como podemos hacer para que supere las derrotas con una sonrisa.

Me toca perder.

Es normal que a nadie le guste perder. Vivimos en un mundo, en el que solo se premia al primer puesto. Y esto es lo que los niños absorben de nosotros y de su entorno practicamente desde su nacimiento. Con lo que no debe extrañarnos que nuestro niño tenga un mal perder. Por ello, debemos tratar de evitar que esto suceda, desde que los niños son muy pequeños.

Si nos fijamos en nuestro mundo, es mucho mejor, una empresa que factura más a costa de sus empleados, que una que subsiste pero en la que todos sus empleados como la calidad de su producto es muy buena. En un mundo en el que es “muy” importante tener el coche

niño con un mal perder
mejor que el del vecino. Sin contar con los deportes. Donde la mayoría de los padres, sin querer someten una presión a los niños, haciendo un papel, que no es el que les corresponde. Los padres, estamos para apoyar y conseguir que el niño sea felíz. Y dificilmente lo será si le inculcamos el espiritu de ganador. Que no competitivo, ya que se puede ser competitivo, queriendo dar lo mejor de uno mismo, sin tener que ser el primero.

En otra ocasión hablaremos de la importancia de saber ganar. Otro problema que nos encontramos a diario. Cuando los niños, no saben controlarse y en verdad disfrutan más de restregar su victoria, más que del juego, actividad o partido que han realizado.

¿Por qué mi niño no aguanta perder?

Son varios los motivos que potencian este tipo de comportamiento o actitud en los niños. Como acabamos de ver, vivimos en un mundo muy competitivo, en el que ser número 1 lo es todo. Con lo que el primer motivo o causa, es el entorno general, la tele, amigos, colegio…

El otro motivo principal que más influye en los niños. Es no saber decirles que no. Cuando hacemos y les damos todo lo que nos piden. Estamos consiguiendo que el niño, se acostumbre y vea como normal, que el gana. Consigue su objetivo. Aunque no se trate de un juego para nosotros, si lo es para ellos. Están compitiendo contra nosotros, cuando le decimos no hay chucherias, y el se empeña que si. Si cedemos, el niño ganará. Si esto ocurre con casi todo. El niño asumirá que va a ganar siempre. Y será en el momento de decirle que no o perder, cuando no sea capaz de asimilar la derrota. Sintiendose hundido y con mal estar.

niño enfadado sin limites
Nosotros somos su mayor influencia, aunque el mundo les diga otra cosa, nosotros podemos cambiar su opinión, ya que aunque no nos lo creamos, nos admiran. Si nos comportamos y le damos importancia al triunfo en todas las actividades que realiza, el niño va a tener una presión en todo lo que hace. El nunca querrá defraudarnos, que será como se sentirá cuando no quede el primero. Canalizandolo en una frustración.

¿Cómo le enseño?

En mi blog, habreis leido en muchas ocasiones que los niños aprenden por diferentes formas. La primera cuando nacen por la relación, desde entonces el juego será su mayor fuente de conocimiento. Y lo que nos ocupa para este tema, con la prueba y error. Para que el niño aprenda a perder, tiene que perder.

Desde antes de tener razón los niños deben tener limites. Estos les enseñan que en la vida, no pueden hacer lo que quieran. Cuanto más esperemos para marcarlos, más complicado nos resultará que lo entiendan. y uno de los problemas que surgen, es el que nos ocupa hoy.

Predica con el ejemplo. De nada nos sirve, si le estamos diciendo a los niños que no pasa nada por que pierda, y luego el domingo cuando pierde nuestro equipo de futbol, nos amargamos. El niño se dará cuenta y lo interiorizará. Se educa con el ejemplo. Si no podemos evitarlo, lo que tenemos que hacer, es cambiar la actitud delante del niño. Y aparentar que estamos contentos por que nuestro equipo lo ha intentado. Hablo de futbol, como podemos hablar de cualquier tipo de situación cotidiana.

Los juegos en equipo consiguen que los niños aprendan a valorar más el juego. Pero, sobre todo las actividades, donde nadie puede ganar.

Una de mis obsesiones en educación, es ser capaz de trasmitir empatía a los niños. La cual, ayudará a llevar mejor las victorias y saber valorar y alegrarnos, por las victorias de los demás.

¿Que tiene de bueno perder?

Es curioso, pero resulta que las derrotas, suelen darnos más que las victorias. Aunque en la mayoría de los casos, no nos damos ni cuenta.

Somos lo que hemos vivido, y cuando todo sale bien, no aprendemos a dar valor a las cosas. De hecho, dicen que se aprende más de un trabajo que acaba en fracaso que si acaba perfecto. La derrota, consigue que nos planteemos en que hemos fallado, y sobre todo como podemos solucionarlo la próxima vez. A diferencia que cuando ganamos, que nos hace tener una sensación de superioridad y de que no nos podemos equivocar.

Si alguién se cree más listo o más rápido, nunca mejorará, su mismo cerebro, no se lo pedirá, ya que incluso pensará que mejor que ahora es imposible.

Cuando tenemos hitos, que no hemos alcanzado, gente a la que admiramos por sus buenos resultados, no solo potencia nuestro aprendizaje y curiosidad. Sino que nuestro cerebro estará mucho más despierto ante lo que hemos vivido.

Un claro ejemplo, que no se da en España. Y que me resulto muy curioso, cuando empezamos a montar la guardería. Es que en Estados Unidos, se premia los fracasos, más que los triunfos. De hecho, le resulta más fácil conseguir un crédito para una empresa a alguien que ha creado 3 empresas y las 3 han fracasado que a quien solo ha montado una y a triunfado. Esto es por que se valora mucho el aprendizaje que supone el fracaso.


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