¿Mamá me cuentas un cuento? o ¿Papi me lees un cuento en la cama? Preguntas como estas son muy frecuentes todas las noches antes de que los niños se vayan a la cama. Nosotros cansados de trabajar o con la cena casi en la mesa, nos recostamos un momento con ellos y comenzamos por vigésima vez a repetir el famoso “Había una vez…”
Los cuentos son una herramienta clave en la educación de nuestros hijos. Son la mejor forma de transmitir valores. “Los tres cerditos” inculcaron la importancia de trabajar bien, “La tortuga y la liebre”, nos mostraron que la constancia tiene su efecto, y “La cigarra y la hormiga”, que es más rentable trabajar que ser un holgazán. En todas estas historias, la moraleja es el mejor resumen. Tu hijo podrá olvidar algunos diálogos o comentarios pero nunca olvidará que la cigarra holgazaneaba mientras la hormiga trabajaba sin descanso.
También nos podemos ayudar de los cuentos para enseñar cosas nuevas. Debido a la facilidad con la que recuerdan la historia principal, se puede utilizar esa historia para transmitir ideas y conocimientos. Desde como “La Cenicienta” hace la cama todos los días, a como se reproducen las flores gracias “La abeja Maya”.
Los cuentos inventados y personalizados antes de dormir permiten establecer un nexo muy fuerte con nuestros hijos. Los niños están acostumbrados a ser el centro de atención de actos pero no de pensamientos, por lo que esto lo perciben con gran agradecimiento y entusiasmo. El personalizar el cuento nos obliga a escucharlos y atenderlos, lo que hace que se sientan verdaderamente especiales. Esta carga emotiva facilita la memorización y asimilación de lo enseñado en estas tramas.
Un cuento personalizado es un instrumento muy eficaz para analizar los comportamientos de los niños durante ese día. Mediante el cuento podemos alabar lo que hayan hecho bien y tratar de cambiar aquello que hicieron mal. En ese momento los niños están accesibles y dispuestos, y una historia que ejemplifique claramente la actitud a seguir será mucho más eficaz que varias horas de sermones y buenas palabras.
Contar cuentos sin libros ni dibujos, con la habitación en penumbra y los niños acostados es una ayuda muy eficaz para contrarrestar la falta de atención que sufren muchos niños. Con una luz muy débil los niños abren sus oídos dispuestos a transportarse a ese mundo de fantasía y sin darse cuenta están aprendiendo a centrar su atención. Estimularás aún más su parte visual si llenas la historia de personajes con colores muy vivos, obligándoles así, a imaginar cada parte del cuento.
Más información: cuentosparadormir.com
Foto: koadmunkee