Revista Cultura y Ocio

Entrada 267: Recargando

Publicado el 08 junio 2015 por Tomas
Saludos. Hoy toca una entrada de esas de parada y fonda, para detener un poco la inercia del blog y dedicar un rato a la reflexión.
Parece que fue ayer cuando publiqué la entrada 202, y ya han pasado casi ocho meses. Lo que sale a una publicación cada tres días y medio, y ese es el primer punto del día: estoy publicando entre dos y tres entradas por semana, lo cual creo que es un ritmo demasiado alto, por lo que he pensado en contenerme un poco e intentar publicar solo una entrada semanal.

Entrada 267: Recargando

Cara de reflexionar


Ya hablamos en el pasado de la infoxicación, de la sobrecarga de información y de material de lectura que conlleva Internet, y de las nefastas consecuencias que tiene para todos nosotros, que somos a la vez creadores y consumidores de contenidos: lectores, internautas, blogueros y escritores.
Por otra parte, en España (y en el resto del hemisferio norte, por supuesto) está al caer el verano, lo que implica el fin del curso escolar, las ansiadas vacaciones para muchos y, en general, un cambio de mentalidad que supone el descenso de la actividad en Internet en favor de la vida extramuros: playa, piscina, terrazas, parque, jardines, paseos, bicicleta, helados, siestas de dos horas, la comilona de los domingos, romerías, festivales, excursiones, eventos al aire libre, fiestas patronales, reuniones familiares y de amigos, visitas al pueblo... creo que lo lógico es que la puesta a disposición de contenidos del blog se ajuste a que el público tiene menos tiempo -y menos ganas- que dedicarles.

Otra cuestión es la de los contenidos del blog en sí mismos. De las 267 entradas publicadas hasta el momento, 184 son reseñas. Hasta aquí todo correcto, pues desde el primer momento tuve claro que el contenido principal del blog serían las reseñas de obras literarias. Ahora bien, desde hace unas semanas vengo reflexionando sobre esto, a raíz de varios sucesos aislados que he presenciado en la blogosfera y redes sociales recientemente, y que contaré al estilo Cruz y Raya, es decir, "alguien ha hecho algo en algún sitio":
Uno, la polémica surgida entre un/a bloguero/a y un/a editor/a, a propósito de la reseña negativa, por parte de el/la primero/a, de una novela publicada por la editorial de el/la segundo/a. Ambos tenían su parte de razón, y la diatriba iba a más cuando dejé de seguirla por evitar el morbo, aunque supongo que a estas alturas ya habrán sellado las paces.
Otro, un comentario a propósito de una reseña escrita por mí, en la que de buena fe, sin ningún tipo de animosidad y sin mala intención alguna (eso quede claro) el/la comentarista refería que yo ignoraba la influencia de un segundo escritor (sin duda alguna determinante, reconozco mi laguna de conocimiento) en la obra y el estilo del autor reseñado.
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Y un tercero, que cierto medio digital serio (léase profesional) realizase la reseña de una novela que yo había reseñado hace meses, siendo su crítica bastante negativa y menos complaciente que la mía, y refiriéndose en su texto a cuestiones de estilo y de construcción del escenario y la ambientación que yo había pasado por alto.
En resumen, que me han entrado muchas dudas sobre la importancia de las reseñas literarias realizadas por aficionados como yo, y sobre el peso específico y la calidad que puedan tener.
En lo que a mí respecta, no tengo ni titulación superior en humanidades o filología, ni formación específica (cursos, seminarios, másters o similares) en crítica o análisis de obras literarias. No estoy facultado para esas tareas más allá que por buenas calificaciones en mi época escolar en las asignaturas de Lengua, Literatura e Historia, en las que el comentario de texto tenía un papel primordial. Así lo he querido hacer constar editando la sección "Sobre el blog". Otrosí, KindleGarten es un blog aficionado, un divertimento, y como tal no puedo ofrecer (ni lo pretendo) resultados profesionales.
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La duda viene ahora. ¿Se puede considerar que los aficionados cometemos intrusismo? ¿Podemos perjudicar a autores, editoriales y lectores con nuestras críticas? ¿Valen lo mismo todas las opiniones? ¿Carece la blogosfera literaria de credibilidad? Aquellos que deseamos dedicarnos a la recensión literaria de manera diletante ¿deberíamos antes cualificarnos y formarnos de algún modo? ¿Debería existir una "licencia de crítico literario"? ¿Es más fiable la sección de Cultura de un diario, que pertenece a un grupo editorial, con sus consiguientes y lógicos intereses económicos, que un simple blog amateur sin ánimo de lucro?
Así que he llegado a un serie de consideraciones generales, que por supuesto son mi opinión personal y que deseo compartir con vosotros. Veamos:
1- El público no es tonto
No es lo mismo un partido de fútbol de Primera División que uno de Tercera Autonómica y eso lo sabe cualquiera. Que no puedes tener el mismo nivel de exigencia con los dos, y que puedes disfrutar por igual de ambos, supongo que también. "Público" somos todos, y sabemos, o deberíamos saber, qué esperar de cada medio que visitamos. Vamos, que podemos tener una disposición hacia medios profesionales como Leer o Babelia, por ejemplo, y otra bien distinta hacia medios aficionados como los chopocientos blogs de este directorio. Lo que nos lleva al siguiente punto:
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2- El público se segmenta solo
Gracias a los buscadores y a la manera en la que éstos organizan la información, cada uno llega, normalmente, a dónde quiere llegar. Vamos, que si buscas opiniones sobre Thomas Pynchon o Dom DeLillo, difícilmente acabarás en un blog especializado en literatura romántica juvenil, y si buscas quien te recomiende una buena novela de chick-lit, será complicado que Google te mande al The New Yorker.
Además, nuestra experiencia como público es acumulativa: poco a poco vamos creando nuestra lista de medios favoritos, condicionados por nuestras preferencias, intereses, afinidades, valores, exigencias y expectativas. Porque, como veremos:

3- Internet es muuuuuy grande
Y cabe todo. La cuestión sobre la que quería reflexionar, la critica literaria, se puede extrapolar a casi cualquier área. Moda y cosmética, motor, deporte, pintura, cocina, teatro, cine, música, manualidades, aeromodelismo... Y el panorama es equiparable. Millones (literalmente) de sitios web consagrados a tal o cual ámbito de la actividad humana, con presencia de aficionados, semi-profesionales, profesionales, noveles y veteranos dispuestos a aportar su opinión y sus conocimientos, y a discutir o comentar los ajenos. Si tenemos en cuenta todas las plataformas disponibles (webs, blogs, foros, Youtube...) las opciones son infinitas. Recordáis lo que dijimos de la infoxicación? Por eso....
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4- Nadie lo sabe todo
Nadie, ni el profesional remunerado que dedica días o semanas a redactar un artículo, ni el aficionado que vive por y para un género determinado, ni el veterano que se ha leído cientos de libros y ha estado en docenas de conferencias, absolutamente nadie puede conocerlo todo. Nadie puede captar todas las referencias de una obra, ni reconocer todas las influencias de un escritor, ni enumerar todas las reminiscencias que le produce su novela, ni entroncarlo con cada una de las corrientes literarias anteriores y posteriores, ni entender todas las intenciones del autor ni relacionar su novela con todo el conjunto de su obra. No hablamos de monográficos ni ensayos ni tesis doctorales, sino de recensiones que un medio tan exigente con el espacio como es Internet obliga a condensar al máximo. Lo que nos lleva a que...

5- No existe la crítica perfecta
Seamos profesionales o diletantes, lo que escribimos en Internet está condicionado por muchos factores como el espacio, las fechas de entrega, el estilo de cada uno o incluso los intereses comerciales. Si una web de crítica literaria pertenece a (o tiene vinculación con) un grupo editorial, es evidente que sus reseñas de los libros publicados por su empresa matriz serán particularmente benévolas. Cualquiera, redactor remunerado o bloguero amateur, puede ser más condescendiente con un libro por amistad o por trato de favor hacia autor o editorial, o por el contrario ensañarse con él por animadversión, por rencillas personales o simplemente por tener un mal día. Ante todo somos personas, y las personas somos falibles. Por esa misma razón, debemos recordar que...
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6- Todas las personas merecen respeto
Detrás de un libro, de un sello editorial o de cualquier cosa que critiquemos y analicemos hay personas. Y las personas acostumbran a tener sentimientos, orgullo y amor propio. Cuando, como autores, ponemos algo a disposición del público, tenemos que estar preparados para recibir malas críticas y comentarios despectivos. Un buen escritor tiene que "hacerse de cuero", aceptar las críticas negativas, aprender de ellas y usarlas para mejorar y progresar. Pero eso no debería ser una invitación a ridiculizar ni a cebarse con los autores cuya obra consideramos de baja calidad, aún menos si son principiantes y/o autopublicados. Por supuesto que puedes convertir el humor y la ironía en tu seña de estilo, pero personalmente creo que la crueldad es innecesaria. Se pueden hacer críticas constructivas sin herir los sentimientos de una persona. Nadie merece que le digan que escribe peor que un chimpancé amaestrado o que leer su libro da ganas de arrancarse los ojos. No tenemos por qué vivir en un mundo así.
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Tendría más puntos para considerar, pero de esta reflexión me quedaré, por ahora (y habida cuenta de que no voy a gastarme trescientos euros -que no tengo- en un curso de crítica literaria para administrar un blog que, después de todo, es un hobby que no me da de comer), con dos conclusiones:
- Intentar que mis reseñas sean, dentro del carácter aficionado inherente al blog, de la mayor calidad posible, aunque no analice cosas como el flujo de secuencia narrativa, la intertextualidad, la narratología o el cumplimiento del contrato de ficcionalidad.
- Respetar siempre a autores, editoriales, a otros blogueros y medios, independientemente de su naturaleza, y por supuesto al público por encima de todo.
Me gustaría hablar de muchas más cosas, pero para no prolongar mucho más esta entrada voy a finalizar con esta pequeña declaración de buenas intenciones, y espero vuestras opiniones y comentarios. Nos leemos!

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