Revista Comunicación
Hace muchos, muchos años…. Cuando funcionaba diferente tanto mi mente como mi verborrea, recuerdo que tuve una acalorada discusión con mi padre por algo que ahora mismo no habría encendido disputa alguna, pues casi se podría decir que estamos de acuerdo en todo el tema. Fue poco después de las elecciones de marzo 2004, justo en esa época en que se acusaba al Gobierno recién estrenado de querer romper la familia. A raíz de ese bombardeo mediático que supuso aquel tiempo de manifestaciones católicas y conservadoras le espeté a mi patriarca, cuál ignorante atrevida,que "no entiendo tanto jaleo por eso de proteger a la familia, no sé porque le dan tanta importancia, si no es para tanto… blablablabla…” Él, polémicas ideológicas aparte, me dijo que la unidad familiar es la base de nuestro estado, casi que de todos los estados, y que por supuesto que era más que importante hablar de ella.
Estoy segura que los razonamientos de mi padre distaban mucho de los que empujaba a aquellos (aquéllos) a salir a la calle. No me parece que esté en contra de que los homosexuales puedan contraer matrimonio, ni siquiera se opone, al menos abiertamente, a la adopción de hijos por parte de los mismos. Tampoco pienso que sus palabras fuesen fruto de una preocupación interior acerca de la inminente ley del aborto, ni nada de lo que suscitó la “reyerte verbal” aquel día. Lo cierto es que lo que mi padre me quiso hacer ver es que lejos de lo que estos tiempos nos muestran, alejándonos de unos valores que no por conservadores son negativos, es que el núcleo familiar, la unidad en sí, claro que es importante, importantísima, que por supuesto merece protección por parte de los gobiernos. Pero esto, claro está, empiezo a digerirlo ahora. En esos momentos nada era más irrelevante para mí que la familia, en el sentido más positivo de la expresión. Lo cierto es que todos estos recuerdos vinieron a mí cuando la semana pasada, y ante la proximidad de la gala de los Oscars, hablaban de la importancia capital del tema familiar en la cinematografía en general, y en la mayoría de las películas nominadas en particular. Que aunque aparentemente no sea el tema estrella de la película, sí es lo que mueve internamente a muchos de los personajes principales de estas. En Días de cine hablaron en su último programa de la película Los chicos están bien y destacaban esa presencia del tema familiar en muchas de las películas americanas de los últimos años, pero con una precisión; la presencia era de la familia en cualquiera de sus manifestaciones o maneras: monoparentales, homosexuales y familia en su más clásica concepción. Y es aquí cuando vuelve a surgir el recuero de lo que mi padre me dijo: la familia claro que importa, y mucho. Es la base de lo que serán nuestros ciudadanos, tus vecinos, compañeros de trabajo y en definitiva los que van a sacar adelante o a hundir nuestro mundo. La familia, y no quiero por tanto repetirla parecer Al Capone, es la causa y consecuencia de lo que somos. Sea cual sea el “tipo” de la que formemos parte. Siempre arrastraremos sus costumbres y valores. Perder esto, sería peligroso. La alienación de las familias es un fruto más de la barbarie que puede suponer el sistema occidental en el que nos toca vivir y cuyas consecuencias o desastres espero no conocer jamás. Y para terminar esta entrada mafiosa, manifestar lo mucho que a veces tardamos en valorar en profundidad la durísima labor que supone la formación de una familia. Es un trabajo a tiempo completo en el que trabajan todos cuando somos niños, y colaboraremos todos en cuanto seamos adultos.
Este es el enlace del repor de DDC que merece la pena ver:
http://www.rtve.es/mediateca/videos/20110225/los-chicos/1029785.shtml
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