Se independizó de él mismo. Pasó de ser el protagonista de la historia a una simple voz en off. Ante él la trama, la vida. La podía contemplar toda; en palabras, en hechos, en imágenes... allí estaba él, viviendo todo lo que es y fue suyo, también todo lo que es y fue de los demás. Viviendo? No, quizá solo viendo. Pues todo esto pasaba, estaba, acontecía ante él, pero ya nunca más fue el protagonista. Ahora era solo la voz en off. Esa voz que cuenta una peculiar historia. Esa voz que narra su historia y la de nadie más. La voz que juzga y pone "en su sitio" a todos los personajes de la película. Pero al fin y al cabo, una voz en off que nadie escucha.
Y como en todo llegó la hora. Poner voz a una gran superproducción está bien, pero sinceramente, aquel papel protagonista en aquella humilde historia le gustaba. En realidad, tenía menos extras, menos efectos especiales, era "más natural todo", o no, pero lo parecía. Ahora era uno más. El protagonista de su película sí, pero su voz ya no era el hilo conductor de la historia, aparecían otras, y podía interactuar con otros personajes. Ya no era aquel Deus ex machina que condicionaba con su voz toda la historia. Era un elemento más de la película.
Y es que hay a quién le gusta escuchar mucho su voz, sin la oposición de otra. Pero poder escuchar y compartir las historias de los demás le era mucho más gratificante por ahora.