Revista Talentos

Entre la arcada y sao bento

Por Sergiodelmolino

En una respuesta a un comentario del post anterior citaba a un personaje de Los Maia que decía que Portugal empieza en la Arcada y termina en Sao Bento. Es decir, que en todo el país sólo puede encontrarse algo digno de ser considerado civilizado en el centro de Lisboa, que todo lo demás es morralla inculta.

Pero la observación va mucho más allá. Eça de Queirós, como todos los grandes escritores, dice mucho más de lo que aparenta decir. A veces, la sencillez genial con la que disparan los maestros no permite apreciar lo limpia y hondamente que han alcanzado el blanco.

Aparentemente, el comentario de ese personaje es una simple ocurrencia esnob. Y así se presenta y eso quiere ser. Pero, escarbando un poco, se encuentran más cosas. Porque si sabemos que Sao Bento es el barrio del parlamento portugués y que en la Arcada (o Terreiro do Paço o Praça do Comércio) estaban los ministerios -aún queda alguno- y, en tiempos de la monarquía, se alzaba el Palacio Real, el comentario deja de ser una boutade y apunta a una crítica más honda de la sociedad portuguesa.

Es decir, que Portugal sólo existe entre el parlamento y el gobierno. Fuera de los focos del poder político, no hay civilización digna de tal nombre. ¿Qué está insinuando Eça de Queirós al decir que la civilización sólo existe entre políticos? Pues que en Portugal no hay industria, ni cultura, ni finanzas. Ni sociedad. Está denunciando la pobreza de un país incapaz de desarrollar una vida moderna, un país ficticio que sólo se representa en la pantomima política, pero que carece de todos los atributos que hacen grande e interesante a una comunidad.

Mirando los periódicos españoles de 2010, alguien podría aplicar el comentario del personaje de Los Maia a este país y decir que España sólo existe entre la carrera de San Jerónimo y La Moncloa.

Porque -y no soy el único que lo piensa- que los políticos de la partitocracia acaparen los mejores huecos de la escena pública sólo puede ser un síntoma de subdesarrollo. De subdesarrollo democrático y cultural.

Un gran escritor sabe condensar un análisis sociológico en un simple apunte esnob. Eso se llama talento y, en contra de lo que creen los jefes de recursos humanos de las empresas, es un bien escasísimo y casi siempre infravalorado.


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