“¿Cómo armás la agenda de Espectadores?”. “¿Consideraste alguna vez monetizarlo?”. “¿Qué distinción hacés entre crítica y reseña?”. “¿Cómo definís el cine comercial?”. “¿Cuál es tu festival de cine favorito?”. “¿Qué te pareció la última película de Fernando Pino Solanas?”. “¿Pensás que las nuevas tecnologías de filmación y edición facilitan el acceso a una formación y/o una carrera profesional como director de cine?”. “¿Qué parte de la Historia del cine te interesa más?”. “¿Cómo ves la política cultural de la Argentina?”.
Con éstas y otras preguntas me agasajaron antes de ayer en el Taller de Producción de Escritura Crítica y Curatorial que Magdalena Arnoux y Marina Cardelli coordinan los miércoles por la tarde-noche en la Universidad Nacional de las Artes, concretamente en la sede ubicada a escasas cuadras del Congreso de la Nación. Están cursando las primeras materias de las Licenciatura de Crítica de Artes y/o Curaduría en Artes los alumnos que encararon con seriedad la tarea de entrevistar a la responsable de este blog unipersonal (el adjetivo también fue analizado).
Además de extremadamente grata, la experiencia resultó esperanzadora. La pertinencia de las preguntas, la atención acordada a las respuestas, el pedido de precisiones, las observaciones enriquecedoras (por ejemplo la atinadísima mención de Camilo Blajaquis y la reivindicación de la nueva generación de documentalistas argentinos) sugieren que, aún en un presente adverso, la UNA está gestando críticos y curadores sensibles, curiosos, lúcidos.
Foto tomada por Arnoux. Cardinelli está sentada a la izquierda de la entrevistada.En distintas ocasiones la entrevista se convirtió en charla. El intercambio de opiniones giró en torno a la evolución cinematográfica de Pablo Trapero, a la producción de Juan José Campanella, a ciertas limitaciones de clase que encontramos en algunos directores de cine argentinos, acaso latinoamericanos, y que Lucrecia Martel señaló cinco años atrás en esta conversación con Silas Marti de Folha de San Pablo. En un momento sobrevolamos la –a mi juicio insoslayable– arista política de toda producción cinematográfica, incluso de aquellos realizadores que se declaran meros entertainers y/o apolíticos.