Revista Opinión

¿Entre menos armas, menos violencia?

Publicado el 24 noviembre 2017 por Jamedina @medinaloera

¿Entre menos armas, menos violencia?

Cuando don Flavio Romero de Velasco, uno de los más ilustres gobernadores que ha tenido Jalisco, instrumentó a fines de los años 70 del siglo pasado el Programa de Despistolización –“los delincuentes portan pistolas del tamaño de su miedo”, decía–, pensó que desarmando a la gente, delincuentes o no, se podría reducir de manera considerable el número de delitos.

Aunque en este momento no dispongo de cifras exactas sobre el resultado final de aquel programa, lo cierto es que el tiempo dio la razón a este gobernador, porque logró reducir significativamente el número de homicidios, asaltos y robos, según el sentir de muchos ciudadanos que vivieron aquella época, al comparar lo que ocurría en Jalisco antes y después de ese sexenio en materia de seguridad pública.

Contexto internacional

Sin embargo, en el contexto mundial, los estudios realizados no demuestran de manera contundente que entre menos armas en la población civil exista menos violencia; por lo contrario, hay casos verdaderamente asombrosos como lo son Canadá, Suiza, Finlandia, Australia e Israel, donde existe amplia flexibilidad legal para que la gente porte armas, mientras que las tasas de homicidios en esos países son más bajas que en otros países desarmados como son Venezuela, Colombia, México, Brasil, Rusia y Sudáfrica.

En Estados Unidos, donde según su presidente Donald Trump, los asesinatos masivos no se deben a la cantidad de armas en manos de la población civil, sino a enfermedades mentales de quienes cometen estos crímenes (lo dijo claramente al comentar el último asesinato colectivo de Texas), hay 89 armas por cada 100 habitantes, el índice más alto del planeta. Y obviamente registra Estados Unidos uno de los más altos índices de homicidios.

Lo cierto es que entre más armas estén en poder de la población civil, puede haber mayor número de homicidios y más violencia.

¿Pero qué pasa? Las estadísticas internacionales muestran que el control más riguroso sobre las armas de fuego no reduce por sí solo la violencia, por muchas razones, entre otras, porque las leyes no son siempre eficaces para restringir la compra de armas (el contrabando, la corrupción, las influencias, etcétera, hacen muy difícil este control).

Cuestión de cultura

Por lo que veo, también hay que considerar cosas de cultura, de historia, de educación, de formación de la gente de cada país e incluso de cada región, porque si en México, por ejemplo, se diera amplia libertad a la gente para portar armas, lo más seguro es que volveríamos a los viejos tiempos, cuando por una cosa o por otra (simplemente porque me caes mal) habría que sacar la pistola y resolver las cosas a la brava (sucedió muchas veces, incluso en la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión).

En conclusión, en México lo que más conviene es restringir las armas de fuego en manos de la población civil, y que sólo los miembros de las corporaciones policíacas y del Ejército puedan portarlas, siempre y cuando esto sea para proteger la seguridad y derechos de la gente.

javiermedinaloera.com

Artículo publicado por el semanario Conciencia Pública en su edición del domingo 19 de noviembre de 2017.


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