JT de Andrés Rodriguez en Flickr
Todos los días antes del trabajo me levanto y lo primero que miro son las notas en Twitter o Facebook. Hoy fue uno de esos días. Solo para encontrarme con la sorpresa expresa de una persona pública y muy respetada en los medios online. Jillian C. York escribió en Facebook: Una cosa es que gente extraña te haga troll y te acosen, pero es otra cuando alguien que tus amigos llaman amigo lo haga.
Entonces pensé que el tema sería motivo de publicación en Geeksroom.
La palabra ‘troll‘ fue primero utilizada por pilotos norteamericanos durante la guerra con los un grupo de vietnamitas: “Trolling for MiG’s”. Con esta expresión los norteamericanos trataban de provocar a sus enemigos para identificar así sus debilidades y fortalezas.
Es en el Reino Unido y después de décadas que se acuña la expresión “Internet trolling” para identificar a quienes se dedicaban a cualquier tipo de abuso o acoso online. Solo en estudios subsiguientes es que se diferencia a aquellos que agreden a otros internautas (snerts o hater trolls), de aquellos usuarios cuyos comentarios, aunque provocativos, solo buscan entretener o aportar sus puntos de vista al diálogo (trolls).
Si usted tiene un sitio web, participa en las redes sociales, lee los medios de prensa, o gusta de los chats y los fórums virtuales, entonces está familiarizado con ellos. Son demasiado participativos. La aspiración de estos narcisistas es medir la reacción de otras personas, a través de un alud de comentarios sobre el tema en cuestión para así desviar el interés hacia otro objeto. El reconocimiento público es su premio, algo que no conseguirían en el mundo offline.
La utilización de información personal de su víctima para desacreditarla en público, es práctica regular de los ciberacosadores también conocidos como snerts o hater trolls.
Los snerts atacan de forma deliberada a sus víctimas, así minan su confianza y ellos consiguen una satisfacción imposible de sentir por otra manera. Algo que para estudiosos de la Universidad de Manitoba bien puede catalogarse como sadismo.
El reto de los haters es imponerse muy altos parámetros sobre el éxito en su vida, inalcanzables e irreales. De ahí deriva su frustración para transformarse en odio online, al informarse que otros obtienen triunfos en sus carreras profesionales o disfrutan de cierta popularidad en las redes sociales.
Si usted tiene malas experiencias con estos indeseables en la red, dos cosas pueden hacerse: La una es simplemente ignorarlos, no alimente su ego. Y la otra, desenmascararlos. A la mayoría de trolls les encanta el anonimato y les aterra quedar expuestos y perder esa protección que les ofrece el anonimato.
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