No era lo mismo. Le ponía todo su empeño en concentrarse en aquel nuevo sistema, prefería lo de antes. Desde cualquier prisma posible era absurdo. Quería sentir el verde de la hierba y añoraba oír los gritos en banda. Algún genio encontró en aquello algo que a los demás se escapaba entre los dedos del sentido común.
Un balón visto y explicado a través de una pantalla no es lo mismo. Al balón hay que tocarlo, estudiarlo, e incluso darle mimo. Familiarizando con él, en persona, la unión entre cuero y pie. Una tradición necesaria y tan antigua como el mismo juego. Aunque ahí seguían con cara de imbéciles viendo como el entrenador intentaba trasmitir con la misma fuerza que cuando estaban todos juntos en el estadio. La pantalla del ordenador no le hacía bien. Aquella vena del cuello que se le hinchaba al enfadarse daba ahora una mezcla de risa y cierto asco. Antes todos coincidían en que terror era lo que mejor la definía.
Es cierto que comodidad se ganaba. Mil veces mejor el sofá que las carreras alrededor de los conos o las flexiones. Si bien es cierto que algún componente del equipo podía disimular mejor. Una cosa es no vestir el chándal oficial para las reuniones tácticas vía telemática, propuestas por el Míster, y otra estar en pijama con la cervecita en la mano y el cuenco de patatas a la vista de todos.
No se vive igual en el hogar que en el vestuario. Las mil y una interrupciones impedían trabajar más de tres o cuatro conceptos al mismo tiempo. Cuando no era uno de los hijos de alguien, era que se debía ir a comprar o pasear al perro. Muchas veces la rutina del confinamiento se imponía contra la correcta preparación del fútbol.
Además era hora de ir preparando las mentes y piernas para ir jugando sin público. Aunque si no podía ir el público, cómo narices iban a jugar ellos. Otra cuestión al limbo de las cuestiones que no tienen sentido. Y por mucho que pueda parecer lo contrario, incluso la pizarra se ve rara. Y alguno es muy rata con el internet y se ve a ratos la conversación. Comienza con cómo defender, y al segundo de estar congelada la imagen ya vamos por dónde situarnos en los saques de esquina en ataque. Muy caótico todo.
Pizarra virtual de entrenador (fuente: fiebrefutbol.es)Esto no es entrenar ni es nada. Y si lo hacen es para justificar que algún tipo de trabajo realizan para impedir bajada de salario. Yo entiendo a quienes se oponen. Sus Mercedes no se pagan solos. Ni los adosados. Ni las tarjetas de crédito. En resumen, para el fútbol pero no las facturas.
Qué ganas de volver. Aunque sea por no ver más la vena en 4K. Todo en modo telemático pierde. Un rondo no es posible, olvídate de la carreras, y el fútbol tenis ya ha matado tres lámparas del salón. Los pequeños de la casa deben trabajar el toque de balón. Eso haremos en la playa con suerte. Tampoco quedaban igual los partidillos. Eso de jugar al fútbol usando el FIFA no lo veían tan claro como el entrenador. No hacía más que gritarnos cuando usar el botón de chutar o el de centrar. Y en la vida real no se soluciona una pérdida en campo propio gritando Cuadrado, dale a cuadrado.
No era lo mismo. Por más que le pusiera todo su empeño en concentrarse en aquel nuevo sistema, prefería lo de antes. Desde cualquier prisma posible era absurdo. Quería sentir el verde de la hierba y añoraba oír los gritos en banda. Algún genio encontró en aquello algo que a los demás se escapaba entre los dedos del sentido común. Y toda la directiva se creían unos genios.