Revista Espiritualidad

Entrevista a antonio muñoz molina (2025)

Por Josep Pradas
ENTREVISTA A ANTONIO MUÑOZ MOLINA (2025)

Antonio Muñoz Molina

«Somos los creyentes de una religión erigida por el dinero»

Miguel Ángel García Vega, para Ethic, diciembre de 2025.

Hace tiempo que las letras españolas visten el lazo negro de Rafael Sánchez Ferlosio (1927-2019) y de Javier Marías (1951-2022). Quizás el último vértice de esta sucesión de talento sea Antonio Muñoz Molina (Úbeda, Jaén, 1956). Como Ferlosio o Marías, Muñoz Molina valora la importancia del arranque de un texto. Diez veranos ha estado tomando notas, apuntando frases de Don Quijote de la Mancha. En su memoria pervive el prólogo de 1605 y esa frase de incierta semántica: se engendró en una cárcel, donde toda incomodidad tiene su asiento y donde todo triste ruido hace su habitación. Hablamos con el autor sobre política, literatura y sobre su libro El verano de Cervantes (Seix Barral, 2025).

La corrupción ha ocupado de nuevo las portadas. Este país parece que no se libra de vivir en el Crematorio de Rafael Chirbes: esa espléndida novela que recorría las raíces de esta España del engaño, la avaricia y la estafa.

Hay grados de corrupción. Escribí un texto muy crítico sobre esta crisis: Todo lo que era sólido. En parte se basaba en mi propia experiencia como trabajador municipal en los años 80. Esto me dio una perspectiva bastante aguda, aunque limitada, sobre la corrupción. Cuando la izquierda llegó al poder en Europa por primera vez, se encontró con unos ayuntamientos que tenían muy poco dinero pero donde había funcionarios superiores muy bien preparados que eran de carrera. Existía un secretario general, un interventor… Esos cuerpos generales los creó Calvo Sotelo a imitación de los altos cargos administrativos franceses. Había que seguir un escalafón, de tal forma que las diputaciones no podían entrometerse en las alcaldías para evitar cualquier malversación. Cuando la izquierda llegó a los ayuntamientos había una queja de los políticos que decía que la burocracia era una imposición franquista, retardataria, que les impedía acometer proyectos. Esto era verdad solo parcialmente. En 1983, se publica una ley en la que casi nadie se ha fijado, que daba a las alcaldías un poder muy superior al que tenían antes y rebajaba el poder de veto. Además, se pierde el concepto de hacer carrera (no solo acumulando trienios) en la Administración y los políticos consiguen el poder de actuar sin control. En España —según Michael Reid, corresponsal de The Economist— hay más políticos que en cualquier país europeo. Unos 400.000. Cada uno de ellos tiene el poder de nombrar asesores, ayudantes. La corrupción existe por dos razones: el Estado en España siempre ha sido débil y ha estado bajo los intereses de corporaciones, grandes empresas, bancos. Y, la segunda, porque existe una Administración muy politizada, que resulta muy difícil de controlar. Los partidos han creado una cantidad de entidades, agencias que tienen en común que el personal se provee sin control: son todo cargos de confianza. En muchos países no existe ese concepto tan español de la «libre designación».

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