Cristina Lucas, retrato cortesía de la artista, 2014.
Cristina Lucas (Jaén, 1973) es, sin duda, una persona con las ideas claras. Determinante en todo lo que dice y hace, siempre con mucho sentido del humor, es una artista que piensa su tiempo, el tiempo que le ha tocado vivir en relación al pasado común.
Su trabajo se enreda en una constante formulación de preguntas a las que enseguida busca respuesta, en un acto de reflexión en el que hila con habilidad conceptos históricos, sociológicos y antropológicos tamizados a través del arte como visión del mundo, como estructura de pensamiento. Feminista declarada, se rebela contra todas aquellas desigualdades que afectan a la mujer y a la sociedad en general. Muchas de las injusticias, anacronismos y situaciones paradójicas que vivimos como herencia de una historia mal contada, son reflejadas, analizadas y destrozadas, literalmente, en la obra de Lucas, sin perder nunca de vista el compromiso que tiene el arte con la belleza.
Su última exposición titulada Es capital, podemos verla actualmente en el Centro Galego de Arte Contemporánea (CGAC). Ha sido éste el tercer y definitivo atraque de esta muestra, que ya ha podido verse con anterioridad en Matadero Madrid y en el Museo Patio Herrariano de Valladolid y ahora visitable en Santiago de Compostela hasta el 22 de febrero de 2015.
En palabras de la comisaria Manuela Villa, Es capital es una un microrrelato subjetivo en cuatro capítulos, que se puede entender como una única pieza. Cuatro capítulos de una misma narración, un relato del capitalismo que la artista califica de histórico y ficticio.
De esta exposición y de otros aspectos de su trabajo nos ha hablado Cristina Lucas durante su estadía en Santiago.
Cristina Lucas, Plusvalía, 2014 (detalle).
Rocío Figueroa Guisande/ Las obras que se presentan en Es capital son de nueva creación y articulan la exposición en cuatro partes. Háblame de los conceptos que desarrollas en ellas.
Cristina Lucas/ En primer lugar podríamos hablar de la obra Plusvalía como concepto ideado por Karl Marx que piensa que la misión de un filósofo es la de cambiar el mundo y acaba remodelando conceptos de la época. Por esta razón este trabajo hace referencia a ese punto, y a como se encuentra hoy la economía capitalista. Actualmente el estado del capital es preguntarse ¿cuánto cuesta?, así he realizado un vídeo en el que aparece un anticuario de Viena, que vende un manuscrito de doce páginas perteneciente a Das Kapital de Marx, volumen I, y pide por él dos millones quinientos mil euros. La pieza empieza con la idea de pensar el capitalismo y acaba como un juego en el que te preguntas cuánto vale El Capital.
La cámara del tesoro es la siguiente pieza, donde el fetiche es el oro. El oro es algo que ha dejado de ser la base de la economía del país, es solamente un material brillante, puro, pesado, que lo ha soñado mucha gente y ha provocado tantas cosas, y ahora está depositado representándose únicamente a sí mismo. El oro ahora sólo es oro, no es la base de nada. Sólo es un monumento conmemorativo de lo que es y por eso está en esta exposición. Ahora es arte.
Cristina Lucas, La cámara del tesoro, vista de la exposición Es capital en Matadero Madrid, 2014.
Foto: Paco Gómez.
Otro cosa en la que habría que pensar es en qué nos hemos convertido hoy día con la influencia tan grande del tardocapitalismo. ¿Qué somos? pues somos lo que hacemos y somos los que consumimos, y lo que consumimos está estructurado por unas empresas que, bajo publicidad, logotipos, etc., encierran conceptos filosóficos que están siendo mercantilizados, y que las empresas venden. Podemos preguntarnos ¿qué hay detrás de una galería? el arte, ¿qué hay detrás de una empresa funeraria? la muerte, ¿y detrás de los estudios de mercado? el ciudadano, el que consume, ¿qué hay detrás de un bufete de abogados? la justicia, ¿detrás de un notario o un poligrafista? la verdad, etc. Así en vez de preguntarle a los filósofos se lo preguntamos a los empresarios y estos nos definen y nos venden esos conceptos que nos afectan tanto. Y esto es lo que yo denomino Capitalismo filosófico, que es la tercera parte.
Cristina Lucas, Capitalismo Filosófico (vídeo), 2014.
El superbién común es la última obra, representada en este caso en la economía china. Nuestra economía de mercado está basada en el deseo. Foucault decía que la figura del economista nació en el siglo XIX al mismo tiempo que nacía la figura del publicista. Sin embargo, ahora todo se ha desvirtuado tanto que el deseo no es el del bien común, sino que es el del consumo masivo, el lujo, etc. Ahora llega China con su economía en alza, y todos los chinos quieren lo que quieren todos, todas aquellas cosas que nos han dicho que tenemos que tener. El capitalismo crea necesidades y todos nos movemos en eso. Cuando un publicista nos vende que tenemos que tener algo que no tenemos, si no lo compramos nos acomplejamos, por eso el hecho de adquirirlo es como comprar dignidad en el fondo.
Cristina Lucas, Abrigo de lince. De la serie El superbién común, 2014.
Cristina Lucas, Sillón Eames. De la serie El superbién común, 2014.
RFG/ Tu trabajo muestra siempre aspectos relacionados con tus inquietudes tanto en el campo de la historia, la filosofía, o la sociología, por ejemplo. ¿Por qué Karl Marx?
CL/ Eso mismo le pregunté a Marien van der Heijden, la persona con la que hablé sobre Marx en Ámsterdam. La verdad es que hubo una etapa de la historia en la que medio mundo era marxista y el otro medio era contramarxista. No se trata de quitar luz o poner luz, simplemente era así. Otra cosa es que tú seas fan o no lo seas. Yo no me siento fan ni no fan de Marx, porque creo que en el siglo XXI ya no tiene sentido pensar el marxismo ya que ahora tiene otra estructura y ha evolucionado tanto que no sirve para pensar hoy, pero ha valido para pensar gran parte del siglo XX, y por tanto es fundamental.
Como digo, el marxismo ya no sirve para pensarlo, ahora el propio capitalismo se ha comido el manuscrito fetiche. También el sistema patriarcal que ha imperado en nuestra sociedad desde el principio de los tiempos y yo que soy feminista declarada, como no podría ser de otra manera porque soy una persona demócrata, pienso que el patriarcado hay que cargárselo de una puñetera vez. En realidad se trata de romper cosas que son muy estructurales, pero el hecho de que lo sean, o que provengan de una tradición muy arraigada no significa que sean buenas, y a mí me parece que, como decía Ortega y Gasset, el hombre no tiene naturaleza sino historia. La historia es algo que se construye y también se destruye. Por tanto, la tradición no es un motivo, es más bien un problema, porque beneficia a otros, que no suelen ser mujeres o que no valoran la meritocracia. Todo lo que está en contra de la meritocracia o de la igualdad democrática me cabrea. Así es que las tradiciones casi nunca me emocionan.
Vista de la exposición Es Capital de Cristina Lucas, Matadero Madrid, 2014. Foto: Paco Gómez.
RFG/ ¿Cómo relacionas estas piezas con trabajos tuyos anteriores?
CL/ La obra que tuve más clara desde el principio fue la de Capitalismo filosófico, ya que en mí hay una tradición de cuestionar, desde obras muy antiguas como Más luz (2003) donde hago una confesión con unos sacerdotes en la que cuestiono la relación del artista con la Iglesia. Yo grabé esas conversaciones en un contexto en el que sabía que me iba a responder unos ciudadanos no una institución. Es como una charla entre David y Goliat, lo mismo que pasa en esta exposición, y aunque la institución no tuviese cara sí le puse voz, se concretaba una respuesta que se presuponía más o menos verídica, porque estamos muy acostumbrados a respuestas no verídicas o standard, y al poner un micrófono en un sitio donde no se producía un filtro me parecía fundamental. También lo hice en otra obra titulada Soldados.com (2007), donde llamaba por teléfono a los centros de reclutamiento para ser soldado, en el momento en que ya el ejército se había profesionalizado, y por tanto era un empleo del que se hacía publicidad. Yo llamaba para preguntar todos los detalles de ese empleo, no sólo aquello bueno que ellos publicitaban, sino otros detalles como cuáles eran los requisitos, cuánto se ganaba, los seguros de salud, cuáles eran los riesgos, etc.; una entrevista superdetallada de todas las cosas que tenían que ver con ser soldado español, y se cabreaban mucho.
Cristina Lucas, Habla (vídeo), 2008.
RFG/ En varias de tus obras, como Habla (2008) o Europleasure International. Touch And Go. (2010), muestras acciones en las que se rompen cosas, procesos de destrucción. Más allá de los conceptos o los hechos históricos vinculados a ese proceso de destrozo, se aprecia también cierto placer y belleza en el propio acto de destrucción, ¿es así?
CL/ Sí. La historia del siglo XXI ha empezado así, con la caída de las Torres gemelas y era muy bello. Realmente la destrucción tiene algo de bello, la construcción también. La iconoclastia en el siglo XX es un temazo, y en el siglo XXI lo es más. Tanto Liverpool, donde se realizó el vídeo de Europleasure International, como Manchester, que está al lado, son lugares muy reivindicativos. De hecho, Marx se fue a escribir parte de Das Kapital a Manchester porque allí estaba Engels y todo el movimiento de las Unions. La idea de los derechos y la dignidad del trabajador nace justamente ahí. Esta gente, durante años y años, ha lanzado piedras para conseguir derechos, y cuando estos ya estaban conseguidos la economía dio una vuelta, y de repente resultaba más barato llevar la producción a las colonias. Así esos barrios se han quedado como fantasmagóricos. En el caso de Liverpool que tenía un millón de habitantes, después de este efecto de deslocalización se ha quedado en la mitad. Y esta economía se ha visto reemplazada por la siguiente economía, la del entertainment, y ahí estamos todos. Esa cultura del turismo y del entretenimiento, incluido el arte, como es el caso de la Bienal de arte que tiene esa ciudad. Por eso ellos tenían que volver a tirar piedras para que su economía siguiese funcionando, para que ese motor siguiese rodando.
Cristina Lucas, Touch And Go (vídeo), 2010.
RFG/ En Rousseau y Sophie (2007), por ejemplo, podemos observar como una serie de personas apalean una escultura de Rousseau. ¿Cómo entiendes la relación entre el público y tu obra?
CL/ Me gusta involucrar a la gente en las obras, a las personas locales. Por ejemplo, los de Liverpool me invitaron ellos a que pensase en su ciudad. También en la obra que hice en Vejer de la Frontera, para la Fundación Montenmedio Arte Contemporáneo (MNAC), son las señoras del pueblo las que salen. En Madrid, cerca de donde vivo, está la estatua de Jean-Jacques Rousseau, el busto de un hombre que, a pesar de ser el padre de la educación, siempre está meado y rodeado de estudiantes haciendo botellón, lo que ya es bastante castigo. Pero también sé que el feminismo cuando nace, en la primera ola de la Revolución francesa y con la igualdad de derechos entre hombres y mujeres, Rousseau se puso muy en contra de que las mujeres tuviesen los mismos derechos que los hombres, y eso puede apreciarse en su libro quinto del Émile. Entonces decidí montar un escenario donde poder pegar a Rousseau (con palos y botellas de atrezzo) y la mayoría de las personas que aparecen en el vídeo son mujeres que pasaban por allí, esto fue para la III Bienal Internacional de Valencia.
Cristina Lucas, Rousseau y Sophie (vídeo), 2008.
RFG/ La Historia del arte, con frecuencia oculta el papel de la mujer en la misma, o nos ofrece una visión sesgada, más como simple objeto de representación, que como agente activo, aunque sabemos que hay otras historias del arte todavía por contar. Es evidente tu implicación en esta labor.
CL/ Sí, menos mal que ya no es tan complicado ser mujer como lo era antes, y es que ha debido de ser horrible. Cuando miro atrás, y leo por ejemplo el ensayo de Virginia Woolf, Una habitación propia, ella cuenta la historia de la relación entre las mujeres y la literatura, y se ve que el dedicarse a la literatura siendo mujer en aquellos tiempos era casi una hazaña, pero no solo en la literatura, sino que sabemos que en el resto de los campos también ha sido así. Por eso es bonito poder ver que con la revolución, con mucho tiempo y esfuerzo, se van acortando distancias. ¿Cómo poder obviar eso? Es que además nadie quiere hablar de ese tema.
RFG/ ¿Crees que las mujeres somos a veces nuestras peores enemigas?
CL/ Claro, porque hay que distinguir entre mujer y feminista. Ser mujer es una cosa que no eliges, pero ser feminista o no serlo es algo que decides. Entonces, ¿qué significa ser feminista? es una persona que entiende que todos los individuos de la sociedad son iguales ante la ley, y que tienen los mismos derechos y los mismos deberes. Todos los que piensen que no somos iguales, son personas machistas y antidemócratas. Feministas pueden ser, por tanto, mujeres y hombres, pero no todas las mujeres son feministas y aquí está el quid de la cuestión. Un ejemplo es la reciente polémica sobre el tema de la baja por maternidad, cuando pensamos que los hijos son hijos de las mujeres y no de mujeres y hombres, es decir, de la familia, y ya en última instancia son hijos del Estado, es la siguiente generación, como no cuidemos de esa generación ¿quién va a mantener el sistema? Por eso, pensar que tener un hijo es una cosa que le pasa a una mujer y que es una faena el tema de la baja maternal nos pone en una situación contra las cuerdas.
RFG/ Marx dijo en una ocasión: “El progreso social puede ser medido por la posición social del sexo femenino”. En relación a esto, ¿cómo definirías el progreso social en España?
CL/ Todavía falta, va mejorando por supuesto, pero todavía falta. El otro día viendo el desfile militar del 12 de octubre, la noticia es que por primera vez había una Dama Legionaria que forma parte de la Escuadra de Gastadores de La Legión. Eso debería dejar de ser noticia. Por otra parte, también deberíamos asumir que hay mujeres que no son bellas, que no son amables ni simpáticas, etc., que la inserción laboral de la mujer no implica que todo se llene de rosas y sonrisas a todo el mundo. Debemos abandonar la idea de la belleza asociada a la mujer.
RFG/ Dices que el trabajo de un artista es pensar su tiempo, ¿algún artista como referente en particular?
CL/ El referente más inmediato y con el que últimamente más en casa me siento es, curiosamente, Goya. Todavía es fundamental para mí pensar en todo su trabajo. Fue un español que le tocó vivir unos tiempos muy difíciles, que hizo todo lo que se esperaba de él con mucho éxito y después fue capaz de pensar que eso no era lo importante y crear la conciencia del artista como un ser que piensa y que sabe dónde está y lo que significa. Y por eso entiendo que es como si fuese mi padre, un señor de su pueblo, que se va a la corte y que se casa con quien tiene que casarse, y se liga todo lo que tiene que ligarse, y que lo consigue todo y es un triunfador, y después en algún momento de su carrera aparece la conciencia, y acaba muriendo en el exilio. Uno de sus últimos apuntes que yo no conocía, que hizo en Burdeos siendo ya muy mayor, se llamaba “Aún aprendo”. Por tanto diría que es un referente muy serio para mí, me gusta mucho. Si tuviese que mencionar algún artista más contemporáneo, te diría un montón, empezando por amigos y luego otros que trabajan muy seriamente también. Por ejemplo, la última pieza de Francis Alÿs en Manifesta 10 me encantó, el hecho de que al final del viaje destruye su coche a lo Quijote contra el molino, me parece muy bonito. Luego me emociona mucho el sentido del humor de Nedko Solakov porque con sus muñequillos y sus comentarios lo cambia todo. Hay artistas buenísimos hoy en día.
Cristina Lucas, From The Sky Down (vídeo), 2013.
RFG/ ¿Cuáles son tus próximos proyectos y exposiciones? ¿Alguna inquietud nueva?
CL/ Dentro de poco tengo una exposición en Austria, en Innsbruck, y haré otra en Linz. También estoy preparando una para Luxemburgo. Me siento muy contenta con que pasen cosas tanto en España como fuera de España.
Sigo en proyectos con los que ya llevo tiempo trabajando, como el de los bombardeos sobre población civil en diferentes guerras, y hay algunos otros pendientes en el tintero por hacer. Hay temas que quiero tratar en relación al mundo femenino y al mundo religioso, porque ahora la religión vuelve a ser un temazo, que pensábamos que no, pero sí. Quiero hacer cosas más formales con la quinta Sinfonía de Beethoven, por ejemplo. También me permito algunas licencias poéticas y de vez en cuando hago trabajos un poco diferentes como el de Mondrian, un poco más superficial. De vez en cuando necesito hacer cosas con menor intensidad o menos transcendentales, si no me aburriría de mí misma.
Leave Blank:Do Not Change:Your email:
Leave Blank:Do Not Change:
Your email:
Nombre
Email
Asunto
Mensaje
Tags: cristina lucas, entrevista, rocio figueroa