Revista Cultura y Ocio

Entrevista a Gonzalo Garrido

Por Mientrasleo @MientrasleoS
Entrevista a Gonzalo Garrido     Gonzalo Garrido nace en Bilbao, ese que tan bien demuestra conocer en su obra (aunque se desarrolle cincuenta años antes de que él naciera). Es escritor y consultor de comunicación y, desde hace tres años, conocido en las redes por su blog Literatura Basura, siempre he pensado que el nombre de su espacio virtual dice mucho de la fina ironía de quien lo lleva . Es promotor además del Encuentro Blogs Literarios, un evento en que se reúnen blogger analizando tendencias literarias y espacios virtuales. Es además, frecuente látigo en twitter mediante frases cortas cargadas se sentidos para quien las quiera leer. En su primera incursión en el mundo de las letras con Las flores de Baudelaire ha demostrado tener mucho que aportar al panorama literario actual apadrinado, además, por un autor de la talla de Eduardo Mendoza.
     - ¿Cómo surge la necesidad de escribir?
     - Mi padre era un gran lector y siempre me inculcó el amor a los libros. Pero, además, era un hombre al que le hubiera gustado ser escritor y que, por distintos motivos, nunca lo fue. Siempre me transmitió que lo mejor que podía hacer una persona era escribir una novela o un ensayo, mucho más que otro tipo de actividades y, desde luego, que dedicarse a ganar dinero. Creo que eso me marcó más de lo que pensaba y me fue acercando desde la lectura a la escritura en un movimiento natural.
     - ¿Por qué un título como Las flores de Baudelaire?
     -  La novela quiere reflejar el poder que tiene el mal en la sociedad, en cualquier sociedad. Un mal que no tiene por qué ser extremo, que está compuesto de pequeñas traiciones, de continuas cobardías, de múltiples mezquindades. Creo que Baudelaire supo reflejar en Las flores del mal muchos de estos temas y me pareció que era una referencia muy adecuada.
     - El protagonista del libro tiene más de ciudadano que de detective, ¿investiga la ciudad y la época más que al crimen?
     - Tienes toda la razón. Es un ciudadano que investiga la condición humana –que es lo que más le atrae– con la excusa de un crimen repugnante contra una niña. Pero también quiere denunciar las diferencias sociales, los abusos, la hipocresía, etc. dado que era una época de gran desarrollo industrial y tecnológico, muy similar a la actual.
     - Dice Eduardo Mendoza que siempre que habla de una novela o con un autor, se la lee en profundidad, ¿cómo se siente viendo su primera obra avalada por Mendoza?
     - Sentí una gran emoción cuando leía las palabras que me dedicaba Eduardo Mendoza. De hecho, las tuve que releer varias veces para visualizar todo el significado. Sobre todo, me sorprendió la última afirmación. Que alguien de la categoría de Mendoza me elogie como escritor es muy gratificante. Desde luego, le debo mucho. 
     - Etiquetas. A mi personalmente no me gustan las etiquetas para los libros. La suya supongo que se podría catalogar como novela negra y, sin embargo tiene un fuerte componente social y sicológico de sus personajes, ¿Dónde la encuadraría usted?
     - Suelo definirla como una novela de intriga, ambientada en la primera guerra mundial, en la que la sicología de los personajes juega un papel fundamental en la historia. A eso hay que sumarle un alto componente de denuncia social. Pero es cierto que mucha gente la cataloga como negra. No me parece mal. Lo sustancial es que atrape al lector, le haga disfrutar de la historia,  pero también le sirva para recapacitar sobre su vida.
     - Ha elegido una época complicada, en la que la sociedad bilbaína parecía quedarse al margen de la historia mundial y lo ha reflejado con mucha claridad, ¿cuánto le ha llevado la documentación para conseguir plasmar ese realismo?
     - Toda novela tiene su complicación con la trama, los personajes, los diálogos, o las descripciones, etc. Pero mucho más si se desarrolla en otra época, ya que es necesario también estudiar los hechos históricos, los comportamientos... Total, que me vi envuelto en un trabajo creativo muy duro que me obligó a trabajar fuerte durante varios años, no sólo escribiendo, sino también leyendo historia y biografías de gente de comienzo del siglo XX, y tirando de hemeroteca.
     - El mal inherente a la sociedad y al hombre que vive en ella, ¿es una visión pesimista?
     - Sí, por desgracia. La lección fundamental es que aprendemos poco de los errores, que no fortalecemos el espíritu crítico, que no educamos para compartir el poder de manera democrática. Y los seres humanos somos egoístas y abusamos si nadie nos controla, si no hay por detrás  una civilización que nos aleje de la selva. Es triste, pero es así. Basta echar un vistazo a nuestra realidad.
     - Los Kruger, la ambición, la visión económica… ¿se ha visto influenciado por la situación actual para escribir el libro?
     - Cuando escribía la novela estábamos viviendo los años del boom inmobiliario, de la riqueza fácil. Todo era alegría y derroche. Pero yo presentía que eso no podía ser bueno, que estaba sacando lo peor de cada uno. Y quise buscar otra época cercana similar. Me fije en los años previos a la Primera Guerra Mundial y, sobre todo, durante la guerra. Entonces el mineral de hierro permitió crear grandes fortunas en el País Vasco y la neutralidad española también facilitó ganancias exageradas a costa del dolor ajeno. Era el marco ideal para construir la novela. Por cierto, tras la guerra, España entró en una profunda crisis similar a la actual por no haber aprovechado la coyuntura para mejorar su competitividad.
     - ¿Cómo está siendo su desembarco en el mundo editorial? ¿Es tan feroz como se ve desde fuera?
     - Es duro, pero muy divertido para alguien que viene desde fuera y que no vive de ello. Es un sector con grandes grupos que controlan desde los medios de comunicación a las librerías, pasando por los distribuidores, etc. Por tanto, competir con ellos es complicado. Sin embargo, creo que la imaginación es más importante que los recursos y, al final, triunfa el trabajo bien hecho y el boca a boca.
     - Tiene un estilo diferente en su obra, se sale de los caminos habituales y se va haciendo un hueco poco a poco en ventas,  ¿le da ánimos para pensar ya en su siguiente novela?
     - La buena acogida de los lectores, que ha hecho que en el mes de junio entrara entre las más vendidas en España, me anima a seguir escribiendo. Es una gozada ver que lectores anónimos te mandan mensajes comentando aspectos de la novela que tú ni te habías fijado. En cualquier caso, por ahora estoy muy concentrado en que la novela llegue al máximo número de lectores posible. Es mi gran reto. Después ya abordaremos con calma la siguiente.
     - Está muy presente en redes sociales, blogs... ¿qué opina de la modernización que está sufriendo el panorama literario en los últimos años?
     - Estoy a favor de las redes sociales por lo que suponen de enriquecimiento del panorama narrativo y lector. Desde que descubrí sus posibilidades dedico tiempo a estar en contacto con personas relacionadas con el mundo literario. Es muy gratificante. Además, las redes sociales están cambiando la forma de escribir y de leer. Vamos hacia una novela corta, fragmentada, con hibridación de géneros y menos descriptiva, pero igual de apasionante que antes. Con respecto a la lectura, la tendencia es a una lectura compartida que va a suponer una revolución para la percepción de los libros y para la forma de interpretarlos. 
     - Y por último, ¿nos puede decir qué está leyendo ahora mismo?
     - Siempre llevo retraso en las lecturas. Estoy embarcado en un ensayo de Stefan Zweig, Tres maestros, donde analiza a Balzac, Dickens y Dostoievski. Al mismo tiempo ando con Erri De Luca, Los peces no cierran los ojos; con El Paseo, de Roberto Walser; y Punto Omega, de Don DeLillo. 
     Bibliografía:     - Las flores de Baudelaire
     Quería dar las gracias a Gonzalo por su predisposición para hablar conmigo y su amabilidad desde el mismo momento en que me puse en contacto con él. He tenido además el placer de conocerlo y os recomiendo a todos que lo hagáis, mínimo, a través de sus letras.     Y cómo no, gracias a todos los que os pasáis por aquí, es vuestra casa.

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