Autor: Elena Cué
Jenny Saville. Foto: Elena Cué
La artista inglesa Jenny Saville (1970), perteneciente al grupo de los Young British Artist, deconstruye los conceptos estereotipados de belleza y erotismo del cuerpo femenino desde la perspectiva del arte y la visión masculina, y los amplía. Experimenta con mujeres obesas, con los cambios que sufren los cuerpos, pero sobre todo con el suyo propio que utiliza como modelo y medio de reflexión. Muestra la belleza natural en la individualidad de las mujeres que retrata y la suya propia. Expresa a través del cuerpo estados de sensibilidad que nos vinculan a nuestra propia existencia; carnalidad incomoda, angustiosa, dolorosa... Esa carnalidad en lo figurativo define su lenguaje artístico con una técnica pictórica tradicional. Las figuras son el único centro de atención contenidas en lienzos descomunales que en muchos casos no llegan a abarcan los cuerpos, del mismo modo que nuestro yo tampoco puede controlar su cuerpo. Tanto su pintura como su destreza con el dibujo se desdobla en una multiplicidad de realidades que imprimen movimiento.
Empezamos nuestra conversación en Londres rodeadas de sus ultimos dibujos.
Su arte esta basado en la exploración del cuerpo. Estos cuerpos experimentan ansiedad, extrañeza, dolor... ¿Se reconoce a sí misma en sus multiples representaciones?
La verdad es que creo que estamos en todo lo que hacemos. Me gusta incluirlo todo, incluso mostrar la tristeza o la violencia. Cuando creo una obra, me propongo abarcar el mundo entero, no quiero excluir nada. Creo firmemente que tengo que seguir mi instinto. Las mejores obras las he hecho gracias a él. Cuando intento ser inteligente o demasiado analítica, no sale bien. Mientras trabajo no me hago demasiadas preguntas porque me guío por mi instinto que contiene una verdad que es mayor que la verdad a la que estoy intentado llegar con un análisis excesivo de lo que sea. Es una lección que aprendí muy pronto: que hay verdades que son más grandes que el conocimiento. No tiene mucho sentido excederse en el análisis o la crítica. Entonces no hay riesgo. Me gustan el riesgo, el cambio y la transformación, lo que engrandece el arte que creas. Trasciende la razón. Eso es lo que intentas alcanzar: la verdad más allá de la razón. Porque si lo pudieses escribir o lo pudieses decir, no necesitarías hacerlo.
Jenny Saville. Reverse, 2002 - 2003. Oil on canvas.© Jenny Saville. Courtesy the artist and Gagosian Gallery.
En sus dibujos se superponen las figuras como en una pluralidad identitaria. Su rostro está presente en la mayoría de sus retratos, ¿Es la identidad un tema importante para usted?
No se trata realmente de mi identidad. Me presto mi cuerpo a mí misma, así es como lo he visto siempre. Desde muy joven soy consciente de que llegará un día en que estaré bajo tierra, seré polvo, no seré nada. Por lo tanto, ¿qué riesgo hay? ¿Que te juzguen? ¿Que mi cuerpo es feo? Esas cosas no me importan. Me importa intentar utilizar mi capacidad como ser humano. Se trata de la identidad humana. Si miras los enanos de Velázquez ves una identidad que atraviesa a toda la humanidad. Yo no soy una vieja de un cuadro de Rembrandt; no sé lo que supone ser una mujer de 70 años, pero cuando contemplo ese cuadro, siento la humanidad, así es como lo he contemplado.
Si mi cuerpo me ofrece la capacidad de hacer algo interesante, uso mi propio cuerpo. Si no, trabajo con otra persona. Es decir, no se trata de hacer un autorretrato infinito. Se trata únicamente de que yo sirva y de la capacidad de utilizar mi cuerpo para decir algo o de llegar a la emoción a la que intento llegar en mi trabajo.
Jenny Saville. Compass, 2013. Charcoal and pastel on paper on board. Photo: Steven Russell.
Y ¿Cuál es el interés o la fascinación por la carne violentada, imperfecta, herida o sometida a operaciones quirúrgicas? ¿De donde procede?
La verdad es que no lo sé. Es algo que tengo desde que era niña. Si alguien se caía, yo quería ver lo que había pasado. Sentía curiosidad por ello. También es interés estético. Es decir, no me interesa tanto un tipo de belleza superficial. Creo que hay cierta humildad en meterse debajo de la superficie de algo o estar preparado para mostrar la realidad de algo. Si estás viendo una obra teatral o una tragedia griega y te duelen las emociones en escena y la violencia extrema, en cierto modo te hace sentir humildad por quien eres como ser humano comparado con los dioses o con el universo. Eres muy pequeño e insignificante. Creo que esa es la motivación, porque esa es la clase de arte que me gusta en general, ya sea en cine o en música.
Ha mencionado con anterioridad la influencia que han ejercido artistas del pasado en su obra. Hay toda una tradición de lo carnal en la pintura occidental. ¿Cómo mira hacia el arte de otras épocas?
Naturalmente, siempre me he fijado en el arte del pasado. Mantengo un diálogo constante con artistas como Picasso, Velázquez, Miguel Ángel, Leonardo, Tiziano, Tintoretto, Rubens, y por otra parte, hay otra manifestación artística que me entusiasma, que es la escultura griega antigua, las diosas de la fertilidad del mundo antiguo, todas esas cosas. Después de tener a mis hijos, quise encontrar una forma de arte que transmitiese la misma sensación de crudeza que el parto. Viví en Sicilia mucho tiempo. Estar en Palermo me conectó con ella y con los mitos del mundo griego antiguo, con los dioses y el poder de la fertilidad. Todo eso impregnó profundamente mi trabajo en ese momento, y ahora es una gran fuerza impulsora presente en mi obra, en particular en los dibujos. Estoy mucho más interesada en lo que la fuerza vital tiene de ansia creativa, o en cómo hacer algo, destruirlo y resucitarlo. A través de ese ciclo, que es esencialmente un ciclo de la naturaleza, se accede a una verdad superior o a un área de tu trabajo más interesante. Yo solo lo he conseguido fijándome en el arte antiguo.
Jenny Saville. Propped, 1992. Oil on canvas 84 x 72 inches / 213.4 x 182.9cm © Jenny Saville. Courtesy the artist and Gagosian Gallery.
También mantuvo un diálogo, esta vez, a través de una exposición con el artista expresionista austriaco, Egon Schiele (1890-1918), en Zurich. ¿Qué fue para usted lo más destacable de esta experiencia?
Toda la experiencia fue un viaje asombroso. Mi interés estético por la honestidad y brutalidad de los dibujos de Egon Schiele procede de mi juventud, así que cuando me propusieron exponer junto a su obra, fue un sueño. La experiencia de establecer esos diálogos fue maravillosa.
En los desnudos de Schiele el erotismo impregna la obra. ¿Es éste un tema importante para usted, está implícito en su obra?
Yo diría que ha ido adquiriendo cada vez más importancia. En vez de erótico en un sentido sexual, lo llamaría erótico como fuerza o impulso vital. Es una parte esencial de mi trabajo, especialmente en los dibujos, debido a la forma en que trabajo actualmente. Es casi como una representación en las que dibujo montones de figuras. Las figuras empiezan a desmoronarse y entonces las vuelvo a levantar. A través de ese proceso físico, como un juego, empiezan a emerger nuevas formas de la naturaleza del dibujo. Es una especie de juego en el que te extravías, y a través del cual prácticamente extraes una realidad que esculpes a partir del proceso de ese momento. Es casi como una danza, o algo así. Creas cosas que no sabías que estaban en ti.
En lugar de una cosa que representa lo que es, cuando la multiplicas, te aproximas a una naturaleza mayor. Tener varios dedos del pie entrelazados, o un cuerpo masculino en la parte superior de uno femenino, y entonces, de repente, se convierte en un hermafrodita. Pero yo no estoy dibujando un hermafrodita. Estoy dibujando muchos cuerpos juntos, de manera que el género se convierte en fluido. Partes del cuerpo masculino se convierten en el cuerpo femenino, y esto se convierte en algo muy emocionante porque es más representativo de cómo somos en nuestra condición de humanos que los sexos separados. Estamos hechos de masculinidad y feminidad, así que esas son las cosas que adquieren interés al superponerlas en capas.
¿Siente que tiene un cuerpo o que es un cuerpo?
Algunos artistas, como Miguel Ángel, trabajaban casi con Dios trabajando a través de ellos. Miguel Ángel llevaba a cabo la obra de Dios, y ello conllevaba una especie de divinidad. Dios se nos ha escabullido a la mayoría de nosotros, pero cuando creamos, me interesa qué nos impulsa. Cuando estoy trabajando en plena noche e intento lograr algo, ¿estoy trabajando con una apuesta por la existencia de Dios? Yo no trabajo para un público. Pero, indudablemente, es una forma de comunicación, así que es casi como si interviniese una tercera persona, ya sea Dios o lo que sea. Eso me impulsa a ir más allá en el trabajo, y no sé qué es.
¿Y le interesa también el mundo exterior?
El paisaje me interesa muchísimo. El mar en especial. Miro cómo se mueve la luz en el agua. Pero no quiero pintar paisajes. Todas esas cosas me interesan, pero nunca he querido pintarlas directamente como sí he querido hacerlo con el cuerpo. Y la verdad es que cuanto mayor me hago, más estrechamente relacionada con la naturaleza me siento, o más interés tengo en representarla. Mi mediación tiene lugar a través del cuerpo. En realidad, toda mi obra ha sido una especie de paisaje, el paisaje del cuerpo, o la arquitectura del cuerpo en la naturaleza, o la naturaleza de la carne, o la forma en que la luz afecta al cuerpo.
Entonces ¿En qué cree que consiste ser artista?
Yo diría que en la capacidad de tener libertad. Es fundamental. Creo firmemente en la imaginación y en la inventiva. Es una combinación de factores que incluyen la humildad, un trabajo increíblemente duro –se tarda mucho en adquirir maestría, sea de la clase que sea–, además de ser lo bastante valiente como para asumir un riesgo. Si en el trabajo he conseguido algo realmente bueno, me relajo y pienso que está quedando bien, en ese momento intento destruirlo, mientras que antes lo habría concluido. Ese es el acceso fácil. Me pregunto a dónde más podría ir y me digo que, si estoy preparada para hacerlo, puedo llegar a algo mucho más grande. Tardaré muchas horas y supondrá un gran riesgo, pero no tengo nada que perder. ¿Por qué no intentar crear algo? He aprendido de Picasso que la verdadera calidad del arte estriba en la capacidad de no saber cómo hacer algo. Y en la travesía de intentar articular algo que no sabes hacer es donde reside el arte. Si conoces el camino que estás recorriendo, en cierto modo no tiene mucho sentido hacer ese viaje. Está en la lucha por intentar articular algo aparentemente casi imposible, pero tu iniciativa ha encontrado una pista, o un instinto que te lleva a hacerlo, y tú lo sigues. En esa lucha por articular es donde realmente puedes encontrar algo interesante, y el artista que he descubierto que es capaz de hacerlo es Picasso. Por eso ha sido una guía para mí en los últimos años.
- Entrevista a Jenny Saville - - Página principal: Alejandra de Argos -