Revista Libros
Entrevista a Julián Serna, autor del libro: " El azar y la ocasión"
Publicado el 05 octubre 2012 por Anthropos-Editorial @AnthroposEd1. Su libro, nos dice, es una apuesta por la provocación —ironías, paradojas que desencadenen una reflexión— bajo la forma del aforismo sobre la filosofía y la literatura, sobre el tiempo y el lenguaje releyendo la tradición metafísica y monoteísta de Occidente. ¿En qué consiste esa apuesta filosófica?
Abrir futuro y gestar sentido, en un mundo que lo demanda con urgencia, sería la prioridad de la filosofía, y en nuestro caso particular, apostamos por el aforismo como el género literario adecuado para semejante fin. Construido por el autor, el aforismo es un mecanismo operado por el lector. La ironía, cuando no la paradoja harían de detonante.
2. ¿Cuáles son sus cuestiones provocadoras ante las tradiciones filosóficas metafísica y monoteísta señaladas?
La filosofía no es una doctrina, sino una actitud de profundización, una dinámica entre el pensador y el saber, entre el amante y Sofía. A semejanza de Lao Tse y Confucio, el predicador galileo, de otro lado, no acude a prótesis espirituales como la inmortalidad del alma o la existencia de Dios para legitimar su gesta, como se colige de la lectura de Q y Tomás, los Evangelios de dichos, la Didaché, el Evangelio de Pedro, el Toledoh Yeshu, inclusive, recuperados en los últimos siglos.
3. ¿Qué nuevos horizontes filosóficos plantea sobre el tiempo y el lenguaje?
La sintaxis de las lenguas indoeuropeas estaría detrás de la tradición metafísica, y en particular, del esencialismo, el universalismo, el yo sujeto y la razón en singular, por colocar algunos ejemplos. Reducir el tiempo al que mide el reloj, de otro lado, es el pecado original de Occidente; es menester reconocer que somos tiempo, no sólo tiempo emocional, sino, además, tiempo plural, que el pasado-presente y el futuro-presente se superponen.
4. ¿Por qué utiliza el aforismo como vía de denuncia y apertura de nuevos caminos de reflexión?
El aforismo no sólo habla desde el enunciado, lo hace, además, desde el léxico, las figuras retóricas, el ritmo, el silencio, inclusive. Lejos de reprimir los registros no proposicionales del lenguaje, como demanda la academia, el aforismo explora y explota sus posibilidades hasta las últimas consecuencias.
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