Julio César Cano (1965, Capellades, Barcelona) empezó a escribir después de trabajar durante años como músico y mánager de grupos. Es conocido, sobre todo, por su serie del emblemático inspector Monfort, ambientada en Castellón, donde el autor vive actualmente con su familia. Incluso la muerte miente es el quinto caso después de Asesinato en la plaza de la Farola, Mañana, si Dios y el diablo quieren, Ojalá estuvieras aquí y Flores muertas.
En realidad, mucha de la gente que visita museos y, por lo tanto, obras de arte de gran valor, pierde poco tiempo en analizar con detalle aquello que tienen delante. Es notorio que la mayoría de las personas que acuden a una pinacoteca están más preocupadas por hacer fotografías o por cumplir el itinerario de la visita. Bayo, Correa y Cayetana son los que realmente entienden de pintura en esta novela.
Toda la novela gira en torno al miedo a lo desconocido; sin duda es el miedo más difícil de contar. El más terrible también.
La obsesión de Sergio Bayo por el cuadro manifiesta sus temores particulares. Algunos expertos en Goya creen que el perro que aparece en el cuadro es en realidad el propio pintor que mira con desasosiego un futuro dilapidado por culpa de la enfermedad y el devenir político de un país del que se exilió contra su voluntad.
Porque interioriza sus pensamientos que en el fondo cree del todo reprochables. Pretendo con ello que el lector cree su propia imagen del personaje. Le dejo hablar, sin embargo, cuando está con la familia del desaparecido.
En toda la serie del inspector Monfort, las canciones componen un personaje particular que transita por toda la novela a través de las letras. Las elijo como si se tratara de la banda sonora de una película. No están puestas al azar. Paso mucho tiempo escogiendo la banda sonora de cada novela para que el lector tenga un extra con cada libro. La magia se produce cuando el lector llega a la canción, la pone y vuelve a leer el texto con la música de fondo. Entonces se dan cuenta de la razón del tema escogido.
La sinceridad aligera la carga, por supuesto. Las mentiras, los miedos o las culpas se volatilizan normalmente cuando actuamos con total sinceridad hacia los demás.
Silvia sabe que ella es su peor enemigo. Su nivel de exigencia es exagerado en ocasiones; pero debemos recordar que la figura de Silvia Redó en las novelas tiene el propósito de llevar a Monfort por el camino del raciocinio, y eso es complicado. Y es Monfort el que ha aprendido de ella en este caso, como en la mayoría de ocasiones.
Suelo escribir distintas tramas en cada novela que discurren paralelas durante todo el texto y que convergen en el final. Me gusta escribir así, podría decir que es un rasgo personal que me acompaña desde el inicio. Cómo cuadrar estas tramas, los tiempos, las razones y los motivos para que al final se unan es como el secretillo personal de una receta familiar.
Monfort le dice eso a Silvia. Él tiene un sentido de protección hacia ella; cree que debe cuidarla. La subinspectora es cada vez más resolutiva a la hora de solucionar los casos, y Monfort teme que aquella inocencia que lo cautivó se diluya por un exceso de experiencia. Recordemos que estamos hablando de policías de homicidios, de un trabajo que se traduce en imágenes de dolor y muerte.
En todas las novelas relato distintos tipos de obsesiones. En esta que nos ocupa fue la obsesión por un cuadro concreto la más difícil, pero también la más gratificante por la documentación previa a lo escrito.
Es Silvia Redó la que lee una novela protagonizada por Leo Caldas. Simplemente he querido hacer un guiño, un pequeño homenaje a Domingo Villar, su creador, recientemente fallecido y a quien echaremos mucho de menos los que amamos la novela policíaca.
Monfort sabe que es protagonista de una serie de novelas. Se lo hago saber cada quince días, cuando el periódico El Mundo publica mis artículos titulados "Cartas al inspector Monrfort", en los que le cuento lo que sus queridos lectores me transmiten o lo que yo creo conveniente comunicarle. Creo que lo lleva fenomenal. En ocasiones le gusta ser el protagonista de la historia.