Revista Arte

Entrevista a Laislaia

Por Bill Jimenez @billjimenez

Laislaia en The Gallery TattooEl pasado viernes se inauguraba en The Gallery Tattoo (Valencia 115, Barcelona) la primera exposición tras un parón de siete años de la artista barcelonesa Laia Olivares, más conocida por Laislaia, una colección de óleos y dibujos que suponen un reflejo de su personalidad y alter ego pictórico, uno de esos avatares que surge de la necesidad de hacerse una voz en la jungla cibernética en la que todos, en mayor o menor medida, vivimos.

Siempre había firmado con mi apellido, que aparte es la firma de mi padre. Fue lo primero que salió, pero no me terminaba de identificar ni con Laia ni con Olivares. Cuando empecé a ser activa en Internet y fui recurriendo a nicks y pseudónimos, uno en concreto, Laislaia, destacó entre ellos. Debo agradecérselo a mi amiga Noe, que me proporcionó un alias que me gusta por la sonoridad que tienen sus letras repetidas. Desde entonces lo he ido vinculado a mí en todas las redes en las que participo (Flickr, Facebook, etc)”.

Laia empezó, como otros muchos, estudiando Bellas Artes, aunque llevaba tiempo dibujando. El clásico “desde pequeña” aparece en sus declaraciones, aparte de una saludable influencia familiar.

Yo siempre había dibujado y pintado. Mis padres me apuntaron a un taller de dibujo, luego estudié bellas artes y más tarde me especialicé en diseño.

Entrevista a Laislaia
Aun así, la suya no hay sido una carrera lineal. “Lo que es pintar, llevo haciéndolo desde antes de entrar en la facultad, en 3º de BUP, y pinté hasta dos o tres años después de acabar la carrera. A partir de ahí, por circunstancias de la vida en las que no te planteas cada cosa que haces, dejé los pinceles durante 7-8 años. Hasta ahora. Hace ya tres años que recuperé primero el dibujo y, posteriormente, los oleos”.

Vuelta a la pintura y a las exposiciones, un tema que no le roba el sueño al tener claros sus objetivos. Laia sabe que no es una carrera y que todo se andará. Eso sí, “pienso que las exposiciones son necesarias, muy necesarias, porque cuando sacas fuera del taller tu obra, parece mentira, pero el cuadro que has estado viendo cada día se vuelve completamente distinto. Y sobre todo aprendes mucho de la reacción de la gente frente a tus obras. Aprendes realmente si estás comunicando algo y si están conectando con ese algo. Si les gusta, si no les gusta. Aquellos cuadros que para ti no tienen mucha importancia a veces son los que más conectan con el público”.

El estilo de Laislaia es muy concreto y, como ella misma asegura, “muy clásico”, con un color dominante de ligera influencia fauvista. Pero, ante todo, venera a un triunvirato de genios: El Bosco, Chagall y Peter Halley. “Aunque quizá, lo que más me haya influenciado son las pinturas románicas. Me gusta mucho el arte eclesiástico del románico y gótico, en parte porque mi padre es medievalista. Mi madre también es historiadora, con lo cual, la presencia del arte medieval ha sido una constante desde mi infancia. Las caras hieráticas, las líneas que las forman… En realidad soy una pintora bastante clásica, en el sentido que me acerco a las vanguardias de principios de 1900. La figuración expresionista estaría cerca de mi estilo”.

Laia Olivares

Las obras de esta muestra rebelan estas inquietudes y la poderosa influencia del poema Los hombres huecos de T.S. Eliot. La muerte, uno de los temas que con más fuerza se reflejan en esta obra, es también una de las obsesiones de Laia, que anteriormente había profundizado al respecto con otro tipo de lecturas. “Los personajes de mis obras son ambiguos, pueden estar en una frontera entre la vida y la muerte”. Y esta fragilidad queda reflejada en una anécdota infantil que, vista con perspectiva, puede ser divertida, pero que, en su momento, fue toda una crisis: “De pequeña se me murió un canario, como a cualquiera. En ese momento mi padre me contó lo que era la muerte y porqué el canario que tenía en la mano no reaccionaba al agitarlo. Mi padre me explicó que un día dejamos de respirar, el corazón deja de latir y morimos. En mi casa no son religiosos y recuerdo que durante días me miraba las manos, preguntándome qué material era ese del que estaban hechas y que, a su vez, podía morir”.

Con esto explica la aparición de numerosas manos en sus obras, elementos conectores que se van volviendo frágiles con el paso del tiempo.

Laia es consciente de estos miedos y obsesiones en su obra. Reconoce que “me leo a mí misma pintando. Aunque decido muchos aspectos de la obra sobre la marcha, en el caso del color camina paralelo a mi ánimo. En las malas épocas utilizo muchos amarillos, negros y rojos, indicadores de peligro; en cambio, en momentos más dulces, recurro a los burdeos, grises y otros tonos más tranquilos”.

Laislaia en The Gallery Tattoo

Aunque el plato fuerte de su obra sea el formato medio en óleo, no hay que subestimar sus dibujos, muy numerosos en esta muestra, una suerte de primer contacto que luego, si el resultado es convincente, traspasa al lienzo, siempre evitando las copias directas. Primero dibuja, luego pinta con ceras, cubre con tinta y de ahí, rayando y excluyendo algunas secciones, surge el dibujo que hay abajo, dándole textura.

Y con una producción tan llamativa, sorprende que sus obras no tengan título. Laia se declara “anti títulos” y su explicación es casi una filosofía: “Cuando inicié la facultad, como todo el mundo, creíamos saber qué era el arte, aunque cuando empecé a estudiar y profundizar al respecto me di cuenta de que no lo tenía tan claro, que los límites son muy difusos y pocas veces evidentes. Llegué a la conclusión de que si tú puedes expresar algo, si realmente te planteas el arte como una necesidad, un diálogo entre el que expresa y la persona que luego contempla la obra, todo lo que puedas expresar con palabras hazlo con ellas. Existen otras clases de comunicación más ágiles pero, para mí, el arte es una en concreto que va más allá del lenguaje. Es una cuestión de piel, de transmitir una experiencia. Además, todos vivimos en la misma época, y en ella existen elementos temporales como universales. Si realmente llegas a la esencia de algo que te es propio, va a conectar con los demás, porque lo propio no sólo es único en ti, sino en toda esa gente que comparte algo contigo, ya sea por cultura, ideas, etc.

Enlaces: Flickr

Todas las imágenes (c) de Laia Olivares “Laislaia”. La exposición estará hasta el 14 de abril.

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