María Zaragoza. Fuente: conocer al autor.
María Zaragoza ha sabido desde siempre que quería escribir. Ya a los diecisiete años publicó su primer libro, y tres años después un cuento suyo sería seleccionado para una antología. Ha colaborado en revistas, relatos y antologías y en el año 2.010 obtuvo el XV Premio Ateneo joven de Sevilla por dicen que estás muerta, el premio Arroz Negro por el cuento Una bota de postre y un sin fin de reconocimientos que han culminado con la obtención del LVIII Premio de Novela Ateneo-Ciudad de Valladolid con Los alemanes se vuelan la cabeza por amor. Hoy nos acercamos a hacerle unas preguntas para conocer un poco más a María.- Viendo tu currículum, has tocado relato, novela, incluso cómic. Si tuvieras que decantarte, ¿cuál es el género en el que te sientes más cómoda?
- Creo que cada historia busca su camino y su formato ideal para ser contada, con lo que resulta bastante difícil elegir. Supongo que en novela me siento más a gusto porque creo que se me da mejor y el resto de los formatos me asaltan siempre con inseguridades cuando trabajo con ellos
- Empiezas a escribir con 17 años, varios premios, becas... parece sencillo pensar que tuviste un comienzo fácil. Cuéntanos cómo fue.
- Nadie tiene un comienzo fácil, aunque no niego que tengo mucha suerte. El primer libro que publiqué fue por casualidad. Llevaba participando en los típicos certámenes de relato escolares desde los siete años y un día me dió por hacer un libro. Ya tenía mentalidad de novela aunque no lo supiera y escribí una colección de relatos que estaban conectados entre sí por diversas pistas. Hice dos copias con una máquina de escribir, y por una carambola del destino, una cayó en manos de un empresario que tenía el capricho de montar una editorial, ni siquiera lo mandé yo. Fue TAU y el libro Ensayos sobre un personaje incompleto (2000); en principio no tenía intención de publicarlo y la prueba está en que no volví a publicar hasta siete años después. La razón por la que acumulo éxitos es una mezcla de mucho esfuerzo y muy poca capacidad para desalentarme. Yo lo intento todo, mando a todos los concursos, a todas las editoriales, trabajo muchas horas en cada historia y otras tantas en dejarlo presentable para mandar. Por cada éxito que he tenido hay una historia de diez o quince fracasos que no salen a la luz. Yo lo único que recomiendo es que la gente no se rinda. Si haces cien cosas, estadísticamente saldrá algo.
- Y llega el Ateneo Joven de Sevilla, ¿cómo decides presentarte y cómo viviste el premio?
- Esta historia tiene una parte tierna y otra terrible. Tengo un amigo que es un magnífico escritor con el que siempre me intercambio los originales para criticarnos y corregir. En esos momentos los dos teníamos novela y nos habíamos leído la del otro. Él iba a presentarse al premio y me animó para que me presentara con la mía porque le gustó. Al principio me pareció mal competir con un amigo, pero accedí. Y sí, seguimos siendo amigos, que es lo que todo el mundo pregunta después.
- Háblanos un poco de Dicen que estás muerta, ¿cómo surge una historia sobre la muerte de una canción?
- Recuerdo que en una época bastante mala de mi vida, descubrí esa canción. Y me la ponía una y otra vez porque sabía que en Donde estás de Jaima Urrutia había algo, una historia que no se estaba contando y que tenía que ser contada. Aquello fue como en 2003, antes de pedir la beca de la Fundación Antonio Gala, y creo que incluso me animó a probar el saber que esa idea podía nacer. Sin embargo, la idea definitiva de escribir una novela negra en la que lo importante fuera componer la identidad de la muerta (siempre me pareció muy injusto que olvidaran al cadáver en pos del asesino), surgió en 2009, como si se hubiera quedado congelada todo ese tiempo. Supongo que no estábamos preparados para contar todas las historias y que cada una espera su momento para salir.
- Va a parecer que me repito, pero de Sevilla a Valladolid, y premio por Los alemanes se vuelan la cabeza por amor, un libro que confieso aún no he leído pero sobre el que he oído hablar bastante, ¿nos puedes resumir un poco lo que nos encontramos en este título?
- La verdad es que quedé muy contenta con el trabajo de Algaida durante la promoción de Dicen que estás muerta, y como siempre arrastro proyectos durante años, tenía Los alemanes se vuelan la cabeza por amor en un cajón y decidí presentarla a un concurso que publicara la misma editorial para testarla, así que corregí y miré cual era el siguiente en cerrar el plazo. Era el Ateneo de Valladolid. Y me sorprendió que gustara porque es una novela que habla de las nuevas tecnologías y de las redes sociales sin nombrarlas y me parecía bastante arriesgado. Los personajes de la novela, desde sus ubicaciones en diferentes países del mundo (Londres, Tokio, Madrid, Colonia...) llegan y se reúnen misteriosamente en una Plaza de una Ciudad donde no existe el tiempo y el espacio. Allí tratan de resolver sus problemas cotidianos y al final incluso participan en conflictos mundiales. Los problemas surgen cuando se quieren llevar a la realidad sus relaciones en este espacio aparte. Si entendemos la Ciudad como internet, la Plaza como una red social y las mesas donde ser reúnen los personajes como los grupos que se forman en estas redes, la metáfora está completa. Decidí no usar referencias reales porque no quería que el libro quedase obsolteto. Cuando empecé a escribirla todo cuadraba para los blogs, después para messenger y por último para facebook por poner un ejemplo. Me interesaba el factor de convertir algo pequeño como un tweet en un fenómeno mundial. Y eso es lo que intenté con esta novela.
- Viendo un poco la temática de tu último libro, se hace inevitable preguntar tu opinión sobre la presencia de las redes sociales en el mundo literario y los nuevos formatos digitales, ¿crees que estamos ante un cambio inminente?
- No creo que estemos ante un cambio total. Creo que todo suma. Si el abaratamiento de costes en el formato digital o el placer que produce enredar en un aparatito consigue que haya nuevos lectores, bienvenidos sean. Si las redes sociales ayudan a difundir la cultura, bienvenidas sean. No creo que nada sea tan dramático como nos lo intentan vender. Me parece que todos podremos encontrar nuestro lugar, tanto en las redes sociales, como en los libros de papel, como en los digitales. Creo que es enriquecedor aumentar el espectro de lectores, de intereses y, ¿por qué no?, de formatos.
- He leído que tienes varios proyectos en mente, ¿qué será lo próximo?
- Sinceramente, lo próximo siempre es el proyecto que sale adelante y eso es imposible de prever. Tengo entre manos una novela en estos momentos y he entregado o mandado a concursos cómic, relato e infantil. La mayoría de las veces, desde que proyecto un trabajo hasta que lo veo (si es que lo veo) publicado, pasan años. Lo que me gustaría es que lo siguiente fuera un cómic humorístico de zombis que tengo proyectado desde hace un año y medio con un dibujante catalán maravilloso que se llama Didac Pla, pero el factor suerte hay que tenerlo siempre en cuenta y no sé si podrá ser.
- Y echando la vista atrás, ¿cómo ves tus letras comparadas con las de tus comienzos?¿Hacia dónde camina María Zaragoza?
- No me avergüenzo de lo que he hecho antes como no me avergüenzo de haber llevado cresta. Creo que todo lo que he hecho en mi vida me ha servido y me sigue sirviendo para seguir caminando. En algunas cosas de antes veo las semillas de lo que estoy haciendo ahora y de otras estoy recogiendo los frutos maduros. Hay cosas que estoy sembrando que no sé dónde me llevarán. Creo que lo que más me ha gustado siempre de escribir es la sorpresa, no saber hacia dónde camino. A veces me contamino de una idea que no surge hasta años después en forma de texto. Hay veces que no surge. O quizá surja cuando tenga ochenta años y sea una viejecita venerable. Creo que lo único que sé que algún día haré y todavía no he intentado es el cine, que me fascina.
- ¿Qué le recomendarías a la gente que empieza ahora y se fija en personas como tú, que van consiguiendo su sitio?
- Pues mira, ojalá me hagan caso en lo que voy a decir porque creo que son tres ingredientes indispensables: trabajar muy duro te digan lo que te digan, intentarlo todo por muy improbable que parezca y no darse nunca por vencido ante los fracasos porque aquí sólo sobreviven los inasequibles al desaliento. He pasado épocas malísimas, como todo el mundo, he trabajado en las cosas más peregrinas, he tenido que pelear (y sigo)contra todos los que piensan que escribir no es un trabajo de verdad o que han esperado que cambie lo que me apetecía escribir por algo más jugoso para el público. Y lo único que me ha mantenido ahí es la confianza en mi trabajo, en las horas que he empleado en él y el pensar que alguien en algún sitio lo valoraría. Eso es lo que ha hecho que no me diera por vencida y creo que es lo que salva a todo el que consigue algo.
- Tengo la sensación de que no has cumplido aún tu sueño. ¿Dónde te gustaría estar en 15 años?
Bueno, en quince años me gustaría haber hecho alguna película, seguir escribiendo lo que me guste y haber tenido hijos. Pero también creo que lo que me mueve es crearme sueños nuevos cada vez que consigo alguno de los que tengo, así que no sé qué podré soñar en todo este tiempo.
- Por último me gustaría saber lo que estás leyendo ahora mismo.
- Escribo varias cosas a la vez y leo varias cosas a la vez. En estos momentos tengo en la mesita de noche El truco preferido de Satán de Walter Benjamin en la edición de Salto de Página con fotografías de Alberto García Álix, el segundo tomo de La liga de los hombres extraordinarios, de Alan Moore (en realidad el epílogo porque ya había leído el cómic), el segundo tomo de Hollywood Babilonia de Kenneth Anger y Némesis de Juan Miguel Aguilera y Javier Redal.
Como siempre, darle las gracias a María Zaragoza por haberse acercado a responder nuestras preguntas y, por supuesto, gracias a todos los que os seguís pasando por aquí.
Bibliografía: - Ensayos sobre un personaje incompleto - Realidades de humo - Tiempos gemelos - Cuna de cuervos - Dicen que estás muerta - Los alemanes se vuelan la cabeza por amor
PD. Dónde estas. De Urrutia, pero con unos amigos.