Entrevista con Edmundo Paz Soldán SUBURBANO
El prolífico escritor boliviano Edmundo Paz Soldán (Cochabamba, 1967) acaba de publicar la novela Iris, que reseñamos aquí. En una suculenta entrevista, uno de los más prestigiosos escritores
latinoamericanos afincados en los EEUU nos habla de las carácteristicas del nuevo universo narrativo en clave de ciencia ficción que inaugura con Iris, y de la situación de la literatura en español en Estados Unidos.
1. Reconozco que en una primera lectura, el hermetismo que subyace a la trama de Iris me hizo pensar en él como un planeta del que no se podía salir. Me recordó a la película Total
Recall (Desafío total en España) por esa distancia entre el interior y el exterior de Iris. Ahora en cambio, al saber por ti que se trata de regiones ficticias de la Tierra, me reafirmo al entender la novela como una fábula del mundo real y más concretamente, de la guerra en clave de ciencia ficción. Claro que uno puede patinar dos veces, así que la primera pregunta es si esa era realmente tu intención.
La intención era crear un mundo opresivo, asfixiante. El lenguaje mismo insiste en que el protectorado de Iris tiene sus propias leyes: hay un Afuera, y una vez se lo describe como un “exo-planeta”. Pero ese mundo tiene claras correspondencias con el mundo real, con las aventuras imperiales de este siglo. Pienso en la ciencia ficción no tanto como un género sino como una forma desplazada de hablar de los miedos, ansiedades, pesadillas del presente. Una forma política, que es lo que define a las novelas que más han marcado al género.
2. Mi segunda pregunta se relaciona con el punto para mí más conflictivo en la interpretación. Se trata de Xavier, el personaje principal del primer capítulo. En un momento dado Xavier puede elegir entre conservar sus recuerdos de Munro y borrarlos por completo. Primero elige conservarlos. Más tarde elegirá borrarlos por razones que el lector descubrirá. Sin embargo, a lo que le doy vueltas es a esa posibilidad de elección. Si existe y es real en esta ficción, la novela habita un mundo futuro y poshumano, porque es algo que no podemos elegir a día de hoy. Si es metáfora, está imbricada en la
naturaleza del hombre, que a veces es capaz de olvidar y otras no. Te lo pregunto porque ese es el punto donde un entorno poshumano futuro cambiaría la naturaleza del ser humano y se desvanecerían las analogías entre el mundo contemporáneo y tu mundo futuro que yo percibo en todo el texto.
A veces hay analogías y otras no tanto. Como dice William Gibson, “el futuro ya ha llegado, sólo que no está distribuido de forma pareja”. Quería crear un mundo que a veces remite al futuro y en otras ocasiones es muy primitivo. Esa oscilación es la que define Iris. Los seres humanos en la novela se comportan de manera muy primitiva, pero ciertos momentos sugieren una redefinición de la subjetividad, en un contexto, como tú dices, poshumano.
3. Hace unos días, en una entrada de tu blog titulada “El futuro que viene del norte” y dedicada al libro 25 minutos en el futuro, afirmabas que, como indica el título del libro, la ciencia ficción estadounidense más actual se está convirtiendo en otro realismo, se está preocupando por el futuro más inmediato. ¿Es esa también la intención de Iris, hacernos pensar sobre el presente, los estragos de la guerra, la explotación de los intereses económicos?
Cuando las novelas de ciencia ficción hablan de biotecnología, clones, inteligencia artificial, mundos virtuales, están hablando de nosotros, de hoy. Cargan las tintas, exageran, pero lo esencial está ahí, en la preocupación por el presente. Me interesa esa ciencia ficción, no tanto la de naves espaciales y viajes a planetas lejanos. Ya lo decía Ballard en un ensayo clave, el viaje más importante de la ciencia ficción contemporánea es al interior del ser humano. En Iris quería escribir una novela sobre el nuevo imperialismo de este siglo, sobre los estragos de la guerra, sobre los desórdenes traumáticos de vivir en un mundo tóxico, sobre los desajustes económicos.
4. Por otro lado, Iris forma parte de un proyecto mayor. La construcción de un universo imaginario en clave de ciencia ficción en donde cabría incluir “Luk”, un relato que está conectado con la novela y que fue finalista del premio Cosecha ñ 2012. ¿Cuáles son las próximas entregas de ese proyecto en torno a Iris?
Un libro de cuentos, que está muy avanzado y que espero tenerlo para el próximo año. Acabo de comenzar una nueva novela, que es una suerte de precuela de Iris, pero que se leerá de forma autónoma. Es sobre la infancia y la adolescencia de Reynolds, el líder de la unidad de soldados psicópatas.
5. ¿Y cuales dirías tú, y no el crítico, que son las influencias que sobrevuelan ese proyecto?
Son muy dispares. De la ciencia ficción misma, las novelas de Dan Simmons sobre el mundo de Hyperión. De la literatura boliviana, la narrativa de Jaime Saenz y las tradiciones mineras. Para crear la cosmogonía de los irisinos, me ayudó mucho un libro de Bruce Chatwin, The Songlines. También influyó una película de Kathryn Bigelow, The Hurt Locker, un cuento de Roa Bastos sobre la tradición guaraní del kurupí….
6. En tu prolífica carrera como escritor has tocado casi todos los géneros. ¿Qué opinas de la ciencia ficción, un género que ya trataste, en esta nueva etapa que ahora inicias? ¿La ves como un género hoy en día?
Como dije antes, es un género pero también más que un género, un modo de percibir el presente. La ciencia ficción nos ha dado un lenguaje para entender el presente, de ahí salen conceptos como poshumano, simulacro, ciborg… Lo que hace es desplazar ciertas preocupaciones al futuro, para que podamos verlas de manera más clara.
7. ¿Y como ves a la ciencia ficción hispanoamericana? En el pasado no se le prestó mucha atención. Pero en alguna conversación anterior que hemos tenido al respecto, creo que en tu opinión las cosas están cambiando.
Recién la estamos descubriendo. Muchas veces nos hemos quedado citanto a Borges y Bioy Casares, pero hay más. Sólo en la tradición argentina hay que pensar en Holmberg en el siglo XIX, que tiene un cuento clave que es “Horacio Kalibang y los autómatas”. Del período más reciente, Rafael Pinedo es fundamental, con Plop. En Chile y México también están ocurriendo cosas muy interesantes hoy.
8. Periodicamente organizas en Cornell jornadas sobre escritura en español en los Estados Unidos. Incluso has participado en talleres aquí en Miami. Dado que esta es una publicación en buena medida dedicada a la literatura española que se produce en los EEUU, ¿cómo ves la salud de la narrativa escrita en español aquí?
Gracias a los programas de escritura, también en general a las universidades, los últimos años Estados Unidos ha atraído a muchos escritores latinoamericanos de distintas generaciones. Aquí están desde Horacio Castellanos Moya a Valeria Luiselli, pasando por Maximiliano Barrientos y Lina Meruane. Es un gran momento para la escritura en español en los Estados Unidos. Eso sí, no se trata sólo de escritura. Hay que afianzar las redes de publicación y distribución de libros. Sudaquia, Suburbano y Brutas son dos de los proyectos editoriales más interesantes de los últimos años, junto a revistas como Traviesa.
9. ¿Y cómo te ha influido a ti como escritor llevar tantos años residiendo en los EEUU?
Soy más consciente del español como una lengua de contacto, que necesita del roce con otras lenguas para transformarse, para apropiarse de palabras y sintaxis, para evolucionar. El español es una lengua fuerte, no hay que tenerle miedo a ese contacto. Cuando comencé a escribir en los Estados Unidos era muy purista, tanto que mi español se volvió muy artificial y terminé renegando de él. El español necesita de los ruidos de la calle, de otros lenguajes. El español se define a partir de su diálogo y apropiación de otros lenguajes. Quise que algo de eso hubiera en Iris, pero no sólo con el inglés.
10. Para finalizar, ¿podrías darme los nombres de tres escritores para ti imprescindibles, al menos uno de ellos iberoamericano?
Borges. Philip Dick. Ballard.