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[ENTREVISTA] Pablo Alborán: "Cuando uno no se quiere a sí mismo no sabe amar a los demás"
Publicado el 15 julio 2018 por Marta @muyalboranistaEl cantante, quien visitó Ecuador en abril pasado, realiza una de las giras más exitosas en España, promocionando su nuevo disco, que ha sido todo un suceso. Tras una pausa de dos años, el artista fue recibido con el mismo cariño.
El regreso a los escenarios del español Pablo Alborán fue uno de los más esperados del año. Y el trabajo discográfico con el que volvió, Prometo, ya cosecha premios en España y Latinoamérica.
“Saturno” y “No vaya a ser” fueron el abreboca de un álbum diferente en el que Alborán explora sonidos y redescubre la forma de amar. A estas canciones se unieron “Prometo”, “Curo tus labios”, “Vivir” y “La llave”, su más reciente éxito que, además, tiene una colaboración especial junto a la agrupación colombiana Piso 21.
En medio de la gira, el intérprete de “Solamente tú”, “Quién”, “Pasos de cero”, entre otras, conversó con EL TELÉGRAFO sobre su regreso, su nuevo disco y las cosas que le preocupan.
Prometo marca su regreso a los escenarios. ¿Lo imaginó así o sintió algo de temor al no saber cómo lo recibirían sus seguidores?
Cuando decidí parar y regresar con este disco sabía que tenía que tomar las cosas de otra manera y organizar todo para que pudiera disfrutármelo más. La verdad es que me lo he disfrutado y lo sigo haciendo. La respuesta del público ha sido muy cálida tanto en Latinoamérica como en toda España.
En Prometo también vemos a un Pablo Alborán un poco más libre y más curioso con los sonidos. ¿A qué se debe esa curiosidad? ¿Qué cambió?
Yo quería trabajar con Julio Reyes, un productor colombiano que ha hecho de todo, desde cosas muy clásicas hasta cosas muy modernas, y en todos los estilos. Sabía que él me iba a guiar muy bien en todo este proceso porque las canciones que le di tenían las puertas abiertas para jugar e investigar cosas nuevas. Me ha ayudado muchísimo a experimentar sonidos nuevos y mostrarle a la gente otra faceta de mi música. Julio es mi gran compañero en este viaje. Esa libertad sabía que surgiría en el estudio con él.
¿Se podría decir que Prometo es el mejor trabajo que ha hecho?
Para mí es el más honesto hasta ahora. El primero era lo nuevo y me dejaba llevar y guiar; el segundo era más acústico, en donde lo único que queríamos era mostrar esa parte; el tercero fue más orgánico, con sonidos más a madera y sacado de mi casa.
Prometo está más abierto a experimentar con sonidos electrónicos, sinfónicos, piano y voz…es un disco más libre en ese sentido, pero creo que todos han tenido su objetivo y personalidad.
La libertad ha sido tanta que grabó música urbana con los chicos de Piso 21...
Conocí a los chicos de Piso 21 en Los Ángeles durante una premiación. Nos hicimos muy buenos amigos porque tenemos muchas cosas en común. Tenía pensado con “La Llave” hacer un single, pero también pensé en una colaboración para mostrar algo nuevo. Lo hablé con mi compañía y aquí estamos. Creo que las colaboraciones siempre suman porque uno aprende de sus colegas y además muestra un poquito de lo que la gente no conoce de ti. El trabajo fue muy bonito y tratamos de que nadie perdiera esa esencia musical. Todo fue fácil y el público lo ha recibido muy bien. Al final, también queríamos divertirnos.
Viendo uno de sus videos en YouTube leí un comentario de una fanática que decía que su música ha hecho replantear su forma de amar. ¿Ese es tal vez su objetivo?
Wow. No sé si su pareja esté contento conmigo (risas). La música es un buen transmisor para cambiar y mover conciencia. Yo lo que pretendo con mi música es desahogarme y si los demás utilizan mi música para desahogarse y replantearse cosas, pues yo feliz. Para eso está la música y el arte en general, para mirarnos a nosotros mismos y ver que la vida solo dura dos días y que hay que vivirla.
Si tomamos en cuenta las cosas que pasan en el mundo, ¿cree que en estos tiempos la gente ama menos?
No sé si ama menos, pero desde luego da esa sensación cuando vemos las noticias. Es como si hubiera menos amor, sobre todo menos amor propio, porque cuando uno no se quiere a sí mismo no sabe amar a los demás.
La televisión y los medios de comunicación muestran una realidad, muestran un mundo más homófobo, más machista, tan surrealista con el papel de la mujer en la sociedad. Vivimos un momento muy raro. Yo a veces pongo la televisión y es como si viera un mundo paralelo, pero es el mundo en el que vivimos.
Lo que está clarísimo es que el amor, por muy cursi y rosa que suene, puede curar muchas injusticias. El amor en forma de empatía y comunicación, que en definitiva es amor.
¿Hasta qué punto se le permite opinar a un artista cosas como las que pasan en Estados Unidos con la migración, o en España con “La Manada”?
Los artistas somos personas y podemos hablar también. Cuando hay injusticias yo no me callo porque es parte de mi vida.
Con mi familia, cuando vemos algo que no pertenece a nuestra escala de valores, nos manifestamos de algún modo. Eso no quiere decir que vayamos a cambiar las cosas, desgraciadamente. Ojalá manifestándonos cambiáramos las cosas, pero tampoco eso quiere decir que dejemos de hacerlo, al contrario. Lo que tenemos que hacer es mover la conciencia de la gente.
En mis conciertos veo cosas maravillosas, gente que se quiere, que se ama, que se abraza y sonríe. Yo me maravillo y digo “Dios mío, cómo quisiera que todo el mundo sea así”, pero desgraciadamente el que yo ponga un tuit no va a cambiar las cosas.
Con respecto a “La Manada” hay que tener cuidado. Aquí estamos hablando de un tema en donde la justicia está de por medio. Yo no tendré toda la información para opinar, pero lo que sí está claro es que hay cosas que no pueden seguir siendo así. Las leyes al final de cuentas no saben si la mujer es víctima o culpable de haber sido violada.
No solo te hablo del tema de “La Manada”, es decir, que no haya una condena grande cuando una mujer es violada, o peor, que después de una sentencia te rebajen los años. No es justo.
No puede ser que vivamos todavía con las mismas leyes de hace más de 30, 50 o 100 años. También está el papel que juega la mujer en la sociedad. Yo trabajo con muchas mujeres, estoy rodeado de ellas y no sé vivir sin ellas. Yo creo que tanto la mujer como el hombre debemos seguir trabajando para que todos tengamos los mismos derechos.
No es posible que haya países en donde las mujeres no pueden ni siquiera enseñar un hombro, vestir como quieran o amar a quien quieran porque las matan, las encarcelan o las expulsan. Vivimos en un mundo en el que todavía quedan muchas cosas por cambiar.
También a la prensa a veces se le permite opinar y hasta juzgar a los artistas por lo que dicen y hacen. Ahora mismo pienso en todo lo que Luis Miguel ha pasado. ¿Ha visto su serie biográfica en Netflix? ¿Qué opinión tiene?
Estoy como todos, muy enganchado con la serie. Ahora bien, creo que la época de Luis Miguel a la de ahora es muy distinta, gracias a Dios.
Yo sé que en la industria no todo es color de rosa. No porque yo salga sonriendo quiere decir que en mi vida todo es color de rosa, hay cosas que sí y otras que no. Gracias a Dios a mí me va muy bien. Tengo un equipo maravilloso y sé todo lo que ocurre alrededor. Antiguamente eso no sucedía así. Supongo que en la época de Luis Miguel había mucho desconocimiento, pero ahora está la ley para que nos proteja tanto a ti como a mí. Los artistas que conozco están muy metidos en sus proyectos y creo que mientras más metido estés las cosas funcionan y la gente se compromete con tu obra. Obviamente, hay que estar pendiente de todo como en cualquier otro trabajo porque siempre habrá quien intente aprovecharse. Yo he tenido mucha suerte y estoy muy bien rodeado.
¿Quién es el Pablo Alborán que está fuera de un escenario y que estuvo fuera de la música dos años?
Pues una persona muy tranquila y familiar, alguien que ama pasar con sus amigos y sobrinas. Me gusta mucho hacer deporte, cenar e ir al cine con mis amigos. Me llevo muy bien con los amigos de mis hermanos. Soy tranquilo y me gusta el campo, la lectura y la paz. Gracias a Dios puedo decir que mi pasión y mi hobby se han convertido en mi trabajo.
Fuente: El Telégrafo.