Raimon Panikkar es una autoridad internacional en espiritualidad, historia de las religiones y diálogo intercultural, cuya obra, traducida a varios idiomas aparece en las bibliografías de las más importantes universidades del mundo. Nacido en Barcelona en 1918 (ahora 83 años), hijo de un industrial indio radicado en Cataluña y de madre catalana amante de las artes. El padre fue a Inglaterra a estudiar ingeniería química, y en 1916 fue a trabajar a Barcelona donde se casó y se quedó. Panikkar es un título nobiliario del sur de India, designa la casta malabar más alta, en Kerala. Salvador Pániker (en castellano) es su hermano, otro de los grandes pensadores españoles, Filósofo, Industrial, editor y escritor.
Raimon Panikkar es Doctor en Filosofía (Madrid), en Química (Madrid) y en Teología (Roma). Ha enseñado en las principales universidades de América, Europa y la India. Universidades de Madrid, Montreal, Varanasi, Bangalore, California (Santa Barbara) y otras. En 1954 dejó Europa para ir a la India, donde fue investigador en las universidades de Mysore y Varanasi. En América Latina dictó cursos de filosofía, cultura y religiones de la India por invitación especial del gobierno Indio. Entre 1960 y 1963 vivió en Roma siendo nombrado “Libero Docente” de Filosofía de la Religión en la Universidad de Roma. En 1966 fue nombrado profesor de la Universidad de Harvard y durante las dos décadas siguientes dividió su tiempo entre la India y Estados Unidos.
Amigo de Habermas, de Hans Küng y de algunos de los más importantes filósofos actuales con los que coincide a menudo en simposios internacionales. Raimon Panikkar es un pensador experto en conciliar posiciones aparentemente inconciliables. Su estudio se basa en la cultura India, en la historia y en la filosofía de las religiones. Se ordenó sacerdote en 1946 y fue uno de los miembros relevantes del Opus Dei, institución que posteriormente abandonó. Hoy se considera, además de católico, hinduista y budista.
Es autor de más de 40 libros en diversos idiomas y de unos mil artículos que abarcan desde Filosofía de la Ciencia a Metafísica, Religiones Comparadas e Indología. Es presidente de la organización no gubernamental INODEP (París), del Center for Crosscultural Religious Studies (California), fundador y presidente de Vivarium, una fundación dedicada a promover el diálogo intercultural, de Centre d’Estudis Interculturals de Cataluña, de la Sociedad Española de las Religiones (Madrid), y es miembro del Institut Internacional de Philosophie (París) y del Tribunal Permanente de Pueblos (Roma), entre otras organizaciones. Participa en el consejo de numerosas publicaciones académicas, de algunas de las cuales fue fundador. Ha sido profesor invitado de más de 100 universidades y ha dictado conferencias en los cinco continentes, entre ellas las Gifford Lectures 1989.
En 1972 fue nombrado catedrático de Filosofía Comparada de la Religión en la Universidad de California de la que es emérito desde 1987. Actualmente reside (desde 1982) en una zona rural de Pre-pirineo catalán, desde donde continua desarrollando su obra.
Entre sus publicaciones cabe destacar: Invisible Harmony (1955); Il “daimon” delle politica (1955); The Vedic Experience (1977); The Intra-religious Dialogue (1978) y Myth, Faith an the Hermeneutics (1979); Der Wahrheit eine Wohnung bereiten (1991). En castellano ha publicado entre otras: La trinidad y la experiencia religiosa (1989); El Cristo desconocido del hinduismo (1994), Ecosofía (1994), Paz y desarme cultural 1993; El silencio de Buddha. Una introducción al ateísmo religioso (1996), La experiencia trantropocósmica. Filosofía y Mística. Invitación a la Sabiduría. La plenitud del hombre. Elogío a la sencillez (1993). La experiencia religiosa de la India (1997). Iconos del misterio.
Opinión personal sobres sí mismo
No puedo escribir sobre mí mismo. En primer lugar, por que no soy capaz. Ni siquiera tengo una lengua propia. En segundo lugar, soy demasiado consciente de que, si lo intentara, el yo acerca del cual escribiría no sería el yo que soy, puesto que soy un sujeto y no un objeto. En tercer lugar, escribir sobre aspiraciones y decisiones es como hacer proyectos. Puede ser interesante para los amigos o para las personas con las que tengo una relación personal, pero su interés se limita a este ámbito.
Y sin embargo escribo. No sobre mí mismo, sino que me escribo a mí mismo. Todo aquello que escribo es, al menos, una parte de mi yo. Todo lo que escribo es autobiográfico. Sólo pongo por escrito pensamientos que yo mismo he pensado como palabras. Yo mismo soy aquello de que escribo y escribo como alguien que habla.
Soy especialmente sensible a dejar que la palabra hable, a permitir que el lenguaje se desarrolle a sí mismo. El yo que también reside en el lenguaje (y que es diferente del ego), habla y se revela a sí mismo en la medida en que dice lo que ha de decir. Por eso el yo no se expresa completamente, y el proceso de devenir lenguaje no se produce automáticamente. El yo tiene necesidad de mí como de un mediador necesario. Soy un elemento activo de esta revelación; gran parte depende de mi transparencia, además de mi atención y otros factores.
Recuerdo un ideal: cada párrafo que escribo, cada frase, debería reflejar, en la medida de lo posible, toda mi vida y ser expresión de mi ser. Se debería reconocer mi vida entera en una sola frase, del mismo modo que puede reconstruirse el esqueleto completo de un animal prehistórico a partir de un solo hueso.
Un poco de historia
Aunque nunca he participado en una guerra ni he hecho ningún servicio militar o paramilitar, mi vida está marcada por las guerras. Mi nacimiento coincide con el fin de la Primera Guerra Mundial. Más tarde, en 1936, la Guerra Civil española interrumpió mi vida, no sólo externamente, sino también interiormente. Muchos de mis compañeros de escuela estaban en uno u otro frente; algunos perdieron allí la vida. Tres años en la Alemania nazi, hasta dos meses antes de que estallara la guerra en septriembre de 1939, me hicieron ver la brutalidad de tales regímenes militares. Al volver de nuevo a España, sufrí al saber que muchos compañeros de estudios estaban dispersos en diversos frentes y que ciudades enteras, que conocía, habían sido bombardeadas. La dictadura fue otra experiencia.
Los más de diez años de mi vida a orillas del Ganges, durante los cuales viví la condición humana en su forma más desnuda, influyeron profundamente en mi vida. Descubrí que la humanidad es plural, que el etnocentrismo occidental es sólo una perspectiva, casi minoritaria. Vi cómo puede vivirse la vida en plenitud cuando hay fe, aun con muy pocas comodidades.
Durante más de un cuarto de siglo, mi estancia en el mundo indio me confirmó aquello que desde mi infancia había sido un vago sentimiento: la identidad humana es transcultural y no puede tener, por tanto, un solo punto de referencia.
La actividad académica en Estados Unidos me enseñó, una vez más, lo diferente que es el Nuevo Mundo de la vieja Europa y lo incomesurable de Oriente cuando quiere ser medido con patrones occidentales, o viceversa. Otro cuarto de siglo lo repartí entre una de las ciudades más ricas del Estado más rico de la nación más poderoso y su contrario (a doce horas de viaje), una de las ciudades más caóticas en uno de los Estados más “subdesarrollados” de uno de los países más pobres del mundo: entre Santa Bárbara, en California, en los Estados Unidos, y Varanasi, en Uttar Pradesh, en la India. Mi vida interior era, literalmente, el único punto de unión entre dos esferas de mi vida.
Sin estas experiencias u otras comparables es prácticamente imposible superar la creencia moderna de que el desarrollo humano ha seguido una sola línea y culminen las conquistas universales del homo technocraticus.
No me he sentido entre Oriente y Occidente, sino en el medio, en sus versiones hindú/buddhista y cristiana/secular, que han pasado a formar parte de mi universo personal. Respecto a las anécdotas y a las llamadas experiencias religiosas de mi vida, prefiero mantener silencio.
Visita a Tavertet
Cinco aventureros, entre los cuales me encuentro, nos dirigimos hacia Tavertet, un pueblo montañero, sin saber bien bien cómo llegar, para visitar a Raimon Panikkar en su casa. Todavía no sé cómo me atreví a escribirle una carta pidiéndole una entrevista, con la única excusa de que mi abuela (materna) le conoció hace unos 60 años en San Andréu de Llavaneras.
La idea de irle a visitar me rondaba por la cabeza desde el primer momento en que me enteré (antes de Semana Santa de este año 2000), de que había recibido a grupos de estudiantes en su casa. Me costó lo suyo encontrar a personas que quisiesen ir a visitarle dado su alto prestigio; por eso fue en julio del mismo año cuando le mandé la carta directamente a su casa pidiéndole la entrevista. Aún entonces, quienes me afirmaron la voluntad de ir, no a todos los vi muy seguros y me expuse a tener que ir sólo, pero el riesgo merecía la pena.
Así fue, que, cuando llegó el momento, no fui con ninguna de las personas con quienes inicialmente había acordado. Las razones... diversas. Esto me hace pensar que no es fácil programar y controlar todo lo que sucede a nuestro alrededor, por ello es preciso hacerse amigo del cambio.
Haciendo un inciso, el I Ching (#) es uno de los libros más antiguos de la cultura china; tiene alrededor de 3000 años. También llamado libro de las mutaciones o de los cambios. Ya en aquella época el cambio era un fenómeno observado que despertaba el interés a aquellas gentes. El fin del I Ching era y es predecir el futuro a través de los astros y sus posiciones gracias a las matemáticas; es un oráculo. Digo es, porque aún hoy se sigue utilizando.
¿Por qué hago este inciso?. Pienso que el cambio es un fenómeno de gran importancia, y meditar sobre él me parece importante debido a que nos aporta beneficios en tanto que nos hace ver nuestro entorno, a nosotros mismos y a lo que nos sucede durante nuestra existencia, de forma diferente a como la percibimos sin ser conscientes de él; quizás nos da un toque de realismo con la consecuente sensación de serenidad. El cambio está por ejemplo, relacionado con la impermanencia del Budismo, con la rueda de la existencia.
Creo que estas oportunidades sólo pasan una vez y por lo tanto, no es conveniente pensárselo dos veces ya que después de pensarlo por segunda vez, el tren ya ha pasado.
Una pronta salida matinal del sábado 25 de noviembre de 2000, sobre las 11 de la mañana, fue el inicio de uno de los días que posiblemente recordemos con mayor precisión.
Un día fresco, pero soleado, nos acompañó a lo largo de todo el viaje hacia Tavertet. El día en sí fue la preparación para entrevistarnos a las 7 de la tarde, con uno de los sabios espirituales más importantes de nuestra época, Raimon Panikkar. Un café en una posada modernista llamada “Hostal Bofill” en Viladrau, nos permitió conocer nuestra diversidad y procedencia, así como iniciar una conversación tendente a tratar infructuosamente, de equilibrar temas socio-políticos y espirituales. Una visita a las montañas del Montseny y el contacto directo con la madre naturaleza preparó nuestras mentes para uno de los acontecimientos más interesantes de nuestras vidas.
Llegamos a la ciudad de Vic hambrientos por la hora (las 15h) y por la excursión montañera, a esa hora nos costó encontrar un restaurante, hasta conformarnos con cualquier alimento que nos revitalizara. Después de la comida, a Yolanda y Carmen se les ocurrió comprar un pequeño detalle a Raimon que consistió en una cesta de mimbre repleta de dulces de manufactura artesanal. Simultáneamente, nos preguntamos cómo íbamos a llegar a Tavertet, cuando frente a nosotros un rótulo de la Oficina de Turismo llamó nuestra atención y alivió tal preocupación. Allí nos proveímos de mapas para proseguir la aventura.
Tavertet, un pueblo perdido en las montañas de “...”, asentado en un precipicio desde el cual se divisa la presa del pantano “SAU”. Como anécdota del citado pantano señalar que bajo sus aguas se encuentra una pequeña aldea que en tiempos de sequía asoma su campanario. Tavertet, el último pueblo de la carretera, pequeño, pero muy turístico por su belleza románica y paisajística al encontrarse entre la naturaleza.
Llegamos a Tavertet sobre las 6 de la tarde, una hora antes por si sucedía algún imprevisto. A esas horas, el sol ya se había puesto, dando paso a una oscura noche que nos permitía observar con gran claridad, más que en Barcelona, el estrellado del cielo, debida la poca luz del pequeño pueblo. Un intenso frío se hacía notar cada vez más (cuando salimos del coche estábamos a 2ºC), aún a pesar de que íbamos preparados para él.
Una pequeña anécdota que nos ocurrió en el trayecto de Vic a Tavertet merece ser recordada. Saliendo de Vic (sobre las 5), el sol ya se estaba poniendo y a medida que íbamos subiendo, la carretera se hacía cada vez más estrecha y con más curvas. De repente, vimos una vaca blanca en el lado derecho de la carretera, y la iluminación de los faros del coche nos la hizo presente como una mancha blanca en medio de la frondosa vegetación, lo que llamó rápidamente nuestra atención. Pocos segundos después tras coger una curva a la izquierda, apareció otra vaca parada casi en medio de la ya estrecha carretera. Gracias a los buenos reflejos de Pablo, un giro de volante y un acelerón nos salvaron de un grave accidente. Aquella vaca debió de pegarse el susto de su vida. Podría decirse que los morros de la vaca rozaron los cristales del lado izquierdo del coche saludando a Carmen. De poco fue para llevárnosla por delante partiéndole las patas, y cayéndonos encima un montón de quilos que hubiesen sacado el coche fuera de la carretera. Por suerte fue sólo un susto.
Recuerdo que estuvimos bromeando, riendo e imaginando la cara del dueño al ver a su vaca partida por la mitad y pidiéndonos una compensación. Ahora lo pienso... y nos fue de un pelo. Es posible que no fuese nuestro momento, tal vez porque nos quedan todavía muchas cosas por hacer en este mundo.
Durante la ascensión a Tavertet, también estuvimos bromeando sobre cómo sería la entrevista con Raimon, si habría más gente, si duraría un cuarto de hora, si nos invitaría a cenar (por la hora), si el coche de delante, porque también parecía seguir nuestro mismo camino, iría a la misma reunión que nosotros, si...
La casa de Raimundo (así llamado por sus amigos) se llama Can Felo; es una de las últimas del pueblo. Tavertet nos pareció muy bonito, por eso queremos volver para verlo de día. Las calles son como las de la Edad Media, de piedra y estrechas. Las casas son pequeñas, con tejados inclinados para la nieve, muy bajas (más o menos de dos plantas) y recubiertas de enredadera verde. Nos pareció un pueblo de muñecas...
Durante el pequeño trayecto que recorrimos desde el coche hasta encontrar la casa, andábamos totalmente a oscuras, no veíamos qué pisábamos ni por dónde íbamos. La noche era muy profunda (siendo más o menos las 6). Encontramos su casa por pura casualidad; nos metimos en una para preguntar (no muy decididos) y dichoso el destino, habíamos ido a parar a su casa.
Picando en el cristal de una ventana apareció una mujer ya mayor; con unas señas, nos dio a entender que debíamos ir por delante para entrar. Así fue que cuando vimos la casa por delante, todos exclamamos, oh!; una inmensa biblioteca se presentaba ante nuestros ojos. ¡Qué biblioteca!. Una casa de madera y muy sencillamente decorada era el hogar de Raimon Panikkar.
La mujer que nos recibió nos preguntó si veníamos a ver a Raimon, como así era, nos dijo que ahora lo avisaría, pero que en esos momentos tenía otra visita. Habíamos llegado 20 minutos antes. Iba vestida muy sencillamente; una camisa blanca, un chal de un verde claro puesto encima de sus hombros y unos pantalones. Era una mujer (desde hace 15 años) ya mayor, de unos 80 años, con el pelo canoso, por no decir blanco. Nos invitó a sentarnos con ella en la mesa de la biblioteca para esperarle. María, así se llamaba, era la esposa de Raimon. Estuvimos hablando con ella durante largo rato y la conversación fue amena y muy interesante.
¿Por qué existen tantas religiones? si todas nos llevan a lo mismo; prevalece por encima de ellas el perdón, el amor y la comprensión. ¿Para qué tantas?, si lo único que hacen es complicarnos la existencia. Las religiones han sido y serán causa de muchos conflictos entre humanos. Aún siendo católica y creyente, pienso que todas en el fondo defienden lo mismo.
Así empezamos la conversación. Más tarde nos dijo que era andaluza, pero que tenía alma alemana. Se había ido a Alemania a estudiar y allí fue la primera mujer en doctorarse de Filosofía. También se licenció en Psicología y Teología (no sabemos si también se doctoró). Nos estuvo explicando que tocaba el órgano (había hecho toda la carrera de órgano y de piano) y sin pensárselo dos veces nos invitó a ver en la habitación contigua su órgano. Lo habían conseguido de una iglesia en ruinas. Era un órgano con todos sus pedales (imposibles de contar, como mínimo 40, entre blancos y marrones). Estuvo buscando unas partituras y se sentó a tocarnos algo, pero el estruendo del órgano la desalentó a seguir haciéndolo, ya que Raimon estaba en el piso de encima con otra visita. También nos estuvo enseñando unos cuadros, retratos de ellos, pitados por conocidos. No recuerdo si era algún hermano el pintor.
Nos comentó, enseñándonos una fotografía en blanco y negro de Raimon, que siempre tenía visitas y que la casa acostumbraba a estar constantemente llena de personas. Nos comentó que estaban acostumbrados a hacer muchas excursiones por la zona y que habían algunas muy bonitas, pero algo peligrosas por las pendientes.
Pasado un rato, oímos a Raimundo bajar por las escaleras con dos personas más. La emoción de oírlo bajar, y de pensar que en pocos segundos aparecería por la puerta una eminencia mundial, recorrió nuestras almas de abajo arriba. Nuestra atención estaba totalmente puesta en su voz, aún sin entender bien lo que decía. Su voz se acercaba cada vez más y más, hasta que por fin apareció por la puerta. Irradiaba energía y alegría; una sonrisa y una vitalidad poco usuales fueron la primera impresión de ver a aquel hombre.
Indio por naturaleza, de piel morena y sin apenas arrugas, un cabello fino, blanco y largo; una camisa blanca, un jersey azul marino y otra camisa clara de hilo puesta por encima (probablemente india), unos pantalones anchos de color beish y un chal manta de un color parecido, le vestían con gran elegancia y sencillez.
Cuando Raimundo se estaba despidiendo de las dos otras personas, le dijimos a Maria porque no se quedaba con nosotros a hablar con él. Su respuesta fue: no, él es el maestro...
La conversación
Una vez despidió a las dos otras personas, Maria desapareció y Raimon nos invitó a sentarnos otra vez. Él se sentó en la punta de la mesa, a sus dos costados tenía a mano izquierda a Pablo y a mano derecha a Alejandro. Yo estaba junto a Pablo, delante tenía a Carmen y a mi izquierda a Yolanda.
Una vez sentados, Raimon preguntó en qué idioma hablábamos y seguidamente por nuestras identidades y actividades. Así fue que una vez nos presentamos todos y explicamos cómo nos habíamos conocido entre nosotros nos pregunto: bueno... ¿para qué habéis venido? ¿qué queréis?. En ese momento se produjo un silencio que parecía que no se acababa nunca, no sabíamos cómo empezar; nos iba mirando y ninguno arrancaba, hasta que Pablo en vista del silencio pronunció la primera palabra hablando por todos.
Así fue como empezamos una interesantísima conversación que duró alrededor de 2 horas, pero, como siempre, el tiempo en estas ocasiones vuela, ojalá se vuelva a repetir en otra ocasión (lo volvimos a ver 4 meses después...). Yo llevaba una grabadora para, obviamente, grabar la conversación, pero no encontré el momento para preguntar si podíamos hacerlo y no me atreví a interrumpirle para decir eso, así que no se grabó nada. Por esta razón lo que viene a continuación es lo que nuestra memoria ha podido recordar desde aquella tarde. De todas formas esa noche fuimos a cenar y en el transcurso de la cena intentamos entre todos recordar y escribir la conversación mantenida tan sólo 2 horas antes. Por tanto se han podido registrar con bastante exactitud sus palabras, aún a pesar de que exista cierta desviación debida a las diferentes interpretaciones.
Atención: Llegado este punto en el tiempo, estamos a 16 de agosto de 2001, en el cual es prácticamente ya imposible recordar nada de la conversación dado que han pasado alrededor de nueve meses desde entonces, me limitaré a dejar constancia de las notas tomadas entonces junto con comentarios explicativos sobre ellas, más las asociaciones que mi mente cree acerca de las ideas de Panikker y los libros que he leído.
Cuando Pablo empezó a hablar, explicó las razones por las cuales nos encontrábamos ahí. A todos no inquieta la sociedad actual, somos críticos con ella y consideramos difícil vivir espiritualmente dentro de un ambiente que parece que lo único que valora es el materialismo. La consecuente pregunta fue, ¿cómo vivir en estas condiciones?, en otras palabras, ¿cómo vivir espiritualmente en una sociedad materialista?
Por un lado, su respuesta: “Todo pez que nade contra corriente está vivo”. Dando a entender que ser críticos con la sociedad es bueno. Dije yo: sí, pero, la resistencia del agua a uno le agota; ir constantemente contra corriente es fatigoso (nota personal: esta filosofía sería contraria al Taoísmo que pretende fluir como el agua, sin resistencia, amoldándose a todas las formas, caminos y circunstancias). A modo de respuesta, una parábola de Kant sobre las palomas: “Sin la resistencia del aire, las palomas no podrían volar”. Si no existiese el aire, las palomas no podrían volar porque las alas no ejercerían ningún tipo de resistencia con el aire y por tanto no podrían elevarse, como los aviones. Lo ideal sería convertir las dificultades, el aire, en oportunidades, poder volar. Relacionado con esto, estaría la parábola que más tarde, en la conversación nos dijo: “No podéis estar de puntillas con los pies durante mucho tiempo”. Podréis estar durante unos instantes, pero no durante largo tiempo porque os fatigareis, no existirá constancia, que es, en esta vida, una de las cosas más importantes. Lo ideal es estar cómodo en una situación, cómodo con uno mismo para poder ser constante en una tarea, un camino, una actividad.
A modo de asociación conceptual con la noción de comodidad en el Taoísmo, extraído del libro de Alan Watts (#71) dice así: “Sólo nos damos cuenta de la existencia de nuestros ojos cuando tenemos algún problema ocular. El sabio taoísta Zhuang Zi decía, cuando las ropas están hechas a nuestra medida, no somos conscientes de ellas, tampoco nos damos cuenta de que lo llevamos puesto. Del mismo modo, el hombre perfecto tampoco es consciente de sí mismo ya que, por así decirlo, es completamente transparente y no se interpone en su propio camino”.
Para poder avanzar no podemos basar todo nuestra energía en un esfuerzo controlado por la voluntad, ello significa un sacrificio permanente; debe fluir (como en el Tao), debe surgir fácilmente de nuestro interior. Es difícil, pero si se consigue, lo más heroico surge sin esfuerzo. Las enseñanzas de Don Juan, el camino correcto es el que no está lleno de obstáculos para el caminante porque es su camino.
En estos momentos podría decir que tengo en la punta de la lengua, en la superficie de mi conciencia una pequeña iluminación, comprensión de todas estas ideas en su conjunto pero que encuentro difícil transcribir en palabras. Capto su relación, pero sólo lo siento no puedo expresarlo en palabras...
Vamos a ver... la gracia está en la sabia combinación entre, ir contra corriente pero de tal manera que estemos cómodos con nosotros mismo, como lo está el ojo o la oreja de nuestro cuerpo que no sentimos (no estar de puntillas), para mantenernos constantes, fluyendo como lo hace el agua; Lao Zi utiliza la noción de wu wei. Wu significa “no” y wei forzamiento, acción, esfuerzo, actividad. Wu wei sería “no forzamiento”. Llevar a cabo todas las cosas sin forzarlas pero aprovechando las dificultades como oportunidades para fluir. Vamos que todo acaba en definitiva siendo como los chinos denominan Yin y Yang. Blanco y negro, positivo y negativo, izquierda y derecha, arriba y abajo. A uno le dicen primero blanco y luego negro.
Mi consecuente pregunta es: ¿y cómo demonios se consigue hacer esto? ¿cómo desarrollo yo esa manera de actuar? Esto debe de ser sabiduría...
Por otro lado, en contestación a la pregunta de cómo vivir espiritualmente en una sociedad materialista cabe otra respuesta basada en los evangelios, concretamente, Mateo 6, 19-24. Éstos dicen así:
“No atesoréis en la tierra, donde la polilla y el orín corroen y donde los ladrones socavan y roban. Atesorad, más bien, en el cielo, donde ni la polilla ni el orín corroen, ni los ladrones socavan ni roban; porque donde está tu tesoro, allí está también tu corazón.
La lámpara de tu cuerpo son los ojos; si tus ojos están sanos, todo tu cuerpo estará iluminado; pero si están enfermos, todo tu cuerpo estará oscuro. Y si la luz que hay en ti está apagada, ¡cuanta será la oscuridad! Nadie puede servir a dos amos, porque odiará a uno y amará a otro, o bien depreciará a uno y se apegará al otro. No podéis servir a Dios y al dinero”.
Uno tiene que elegir entre el dinero o la espiritualidad y la vida interior. Parece que Raimon a elegido la segunda alternativa. De hecho lo dice en su libro. Pudiendo acceder a altos puestos empresariales, políticos, etc., renunció a ellos como lo hizo el empresario del caso que luego comento.
Raimon nos habló de una tercera dimensión de la existencia a lo largo de toda la conversación, pero sólo hasta el final le preguntamos qué quería decir con una tercera dimensión de la existencia. La primera es la dimensión de lo racional, la segunda, la dimensión de lo sensorial (la de los sentidos, lo que percibimos por ellos), y la tercera dimensión, es la interrelación existente entre todo lo que existe. Las relaciones entre lo cognitivo y lo empírico. Ésta está en entender las relaciones, gracias al pensamiento y a la capacidad de percepción. Es la dimensión mística o espiritual. En su libro Invitación a la sabiduría (citado en la bibliografía, páginas 88-91) describe esa tercera dimensión:
La mística: Si el primer centro engloba lo moral, el segundo lo psicológico y el tercero lo óntico, debemos hablar ahora de lo místico. Hay que ser prudente con el término «misticismo», ya que existe el peligro, como en un juego de palabras inglés, de que comience con mist (niebla) y termine con schism (escisión). Las cosas más sublimes y refinadas del mundo son aquellas que pueden corromperse más fácilmente. El auténtico misticismo, en cambio, pertenece a la armonía del no-saber, a la paz interior y a aquella permanente alegría que tan fácilmente puede convertirse en cinismo, indiferencia o inhumanidad.
¿Qué significa la palabra «mística»? Podemos utilizar la analogía del «tercer ojo». En la tradición griega se afirma, desde Platón, que la realidad puede conocerse a partir de lo empírico, es decir, a través de los cinco sentidos: vista, tacto, gusto, olfato y oído. La aisthesis —es decir, la percepción sensible— es una característica humana indispensable para toda práctica espiritual. Prescindir de ella puede traer graves consecuencias. La sensibilidad no es solamente humana, sino una parte constitutiva de la realidad. En ella reside la belleza. Kosmos significa al mismo tiempo ornamento y mundo. Según la tradición grecoortodoxa del cristianismo, especialmente vinculada a aquella filosofía precristiana, el primer atributo de Dios es la belleza. Si alguien pierde la capacidad sensorial, está perdido.
Pero la sensibilidad ha de estar compenetrada —no sólo complementada—con el intelecto, con el nous, con lo espiritual, con el pensamiento, con nuestra consciencia intelectual. Cuando se da esta compenetración, podemos desarrollar nuestra sensibilidad, nuestra voluntad y nuestro pensamiento. El hombre es un ser simiente, pero también un ser racional. No podemos menospreciar la dimensión intelectual de la persona; la razón tiene sus derechos, discutirlos sería suicida.
No obstante, algunas culturas han reducido la imagen del hombre y el concepto de realidad a dos dimensiones. Este es el peligro inherente a toda civilización tecnocrática. Gente de todas las épocas, incluso de aquellas culturas con un modelo de pensamiento dual, nos recuerdan la existencia de un tercer ojo que nos abre a una tercera dimensión de la realidad. Siguiendo a Platón, podríamos llamar a la primera dimensión ta aistheta; a la segunda, ta noeta. y a. La tercera, ta mystika: lo místico. Tenemos un tercer «órgano», que, al igual que los demás, nos conecta con la realidad. La dimensión material y espaciotemporal de la realidad corresponde a los sentidos. La dimensión intelectual de la realidad, tan real como la física, corresponde al intelecto, al nous. Al decir, por ejemplo, «justicia» o «verdad» expresamos también una fuerza física, ligada a los sentidos, que crea la realidad. Pero existe también esta tercera y complementaria posibilidad de percepción de una dimensión de la realidad, de otro modo invisible. Es lo místico, lo indecible, lo inefable, aquello que, si necesitamos denominarlo de algún modo, llamamos «nada» o «la nada».
La relación de esta tercera dimensión con la segunda es análoga a la relación entre ésta y la primera. El hombre no puede tener una percepción sensible que no esté de algún modo relacionada con lo intelectual o la consciencia. De la misma manera no se puede tener ninguna percepción intelectual sin que al mismo tiempo se haga presente la tercera dimensión, haciéndonos sentir que en la dimensión intelectual «hay más» de lo que nuestra razón puede captar. Con el intelecto, el ser humano intuye que la realidad, en todas "sus formas, tiene una profundidad insondable. De la misma manera advierte que esta realidad podría ser distinta. Infinitud y libertad son dos experiencias humanas primordiales que presuponen la razón, pero que al mismo tiempo la trascienden.
Nuestros tres «órganos», puertas de percepción de la realidad, están indivisiblemente unidos. Cuando pienso, mi cerebro está implicado. Cuando siento, está implicada mi conciencia intelectual. También el tercer ojo está siempre presente. La realidad no se deja reducir a dos dimensiones. La función del tercer órgano es profundizar en los otros dos; penetrable. La mística se ha desprestigiado, y con razón, cuando se ha querido hacer de ella una especialidad separada de las demás dimensiones de la vida.
“Debemos intentar capturar la belleza de lo que nos rodea sin esperar nada de ella. Observar una cara bella sin intentar poseerla. Estar alegre por la simple contemplación de la belleza”.
Nota personal, esta manera de contemplar nuestro derredor me recuerda al Budismo Zen o al Taoísmo. En el libro de Alan Watts, Taoísmo (3), éste, nos insta a observar lo que sucede a nuestro alrededor adoptando una actitud en la que debemos simplemente permanecer allí, sin juzgar ni positiva ni negativamente, simplemente formamos parte de las circunstancias, del Universo. Sería como restar en una estado meditativo en el que no perseguimos ningún objetivo, simplemente estamos, existimos, pero nada más.
Watts nos dice: “Escuchen el mundo real que se encuentra detrás de las palabras, una escucha que les permitirá adentrarse en el mundo real en el que no existen distinciones, porque todas las distinciones son creadas por el pensamiento. Tampoco existe, por así decirlo, ninguna identidad. El universo es simplemente tal como es. Cuando miramos sin nombrar, es decir cuando dejamos de decir “esto es una cabeza, eso una cara, esto es el cabello y eso es una mano” el mundo empieza a convertirse en un lugar muy diferente porque, en el mismo momento en que decimos “esto es una mano”, estamos dejando de ver la mano. Pero si miramos realmente una mano y no pensamos en ello, se convierte en algo milagroso. No obstante, no podemos forzarnos a no pensar, no podemos echar los pensamientos de nuestra mente.
Ahora bien, podrían preguntarme: “¿Cómo es posible aprender a escuchar así? Porque yo pienso de manera compulsiva y no puedo dejar de hacerlo”. No empiecen, por tanto tratando de despojarse de sus pensamientos. Eso, según los taoístas, sería como “tocar el tambor mientras se persigue a un fugitivo”. Del mismo modo, si tratamos de dejar de pensar, acabamos pensando en dejar de pensar, lo cual genera una gran confusión. Lo que hay que hacer es dejar que la mente piense lo que quiera pero, en lugar de prestar atención al significado de las palabras que conforman los pensamientos, hay que tornarse consciente del sonido de las palabras. Escúchenlo todo como una mera sucesión de sonidos (A.Watts).
Así, la belleza, la observamos sin generar ningún tipo de pensamiento al respecto.
Una de las preguntas a raíz de la conversación fue ¿Cómo cambiar el sistema?, ¿cómo cambiar las cosas y la situación actual? Su respuesta fue RENUNCIANDO. Tras unos meses de reflexión sobre esta respuesta uno empieza a entender o por lo menos a ver las dificultades que se nos presentan que no son pocas, pero que es posible. Nos dijo que hay que saber renunciar para ser LIBRE. Nos puso dos ejemplos reales. Uno de ellos el de un empresario al cual se le ofrecía un puesto directivo con una remuneración de alrededor de 120 millones de pesetas, pero a cambio tenía que renunciar a su vida privada por la dedicación que requería el puesto. El hecho es que tras reflexionar la oferta, renunció a ella quedando así en el paro (ciclo vital). De todas formas cabe decir que a alguien que se le ofrece tal cantidad no le será difícil encontrar otra oferta. Desde luego esta anécdota está muy resumida, carente de mucha información y de factores implicados, de todas formas, permite pensar, ¿qué prioridades tenemos en la vida?, ¿qué es lo más y menos importante para nosotros?. Analizar qué ganamos y qué perdemos en cada decisión que tomemos que implique cambios sustanciales en nuestras vidas. Pensar a largo plazo, no a corto, porque de lo contrario nos volvemos miopes y podemos entrar en una dinámica que nos aporte más sufrimiento que no satisfacción, no digo felicidad porque este término es muy abstracto, no se concreta en nada, no me gusta. Prefiero, satisfacción, que a mi entender tiene que ver más con la plenitud, sentirse realizado, orgulloso de uno mismo, sereno, pacífico...
Renunciar a comprarnos el último modelo de teléfono móvil, a cambiar de coche, por ejemplo, renunciar a comprar sin no existe una verdadera necesidad. En términos económicos, habría que invertir más que gastar. La sociedad actual nos induce y lo hace bien, para esto está el marketing (que identifica las necesidad o incluso las crea, más esta última opción que la primera) a comprar cosas que en el fondo no nos hacen ninguna falta. Renunciando a un mayor consumo para ganar en libertad y en salud (no tener ansiedad por comprar, por ganar más dinero para poder comprar). Dice un proverbio chino, “quien con menos se contenta más contento está”.
Tal vez deberíamos replantar nuestro estilo de vida actual, reflexionar sobre la tendencia que sigue está sociedad, que sin duda nos reporta mayor calidad de vida material, salud física, mayor oferta de productos y servicios de los cuales podemos beneficiarnos a un precio mucho más bajo que hace varias décadas, pero creo que hay una serie de preguntas a la cuales deberíamos responder francamente, ¿viviendo en las condiciones de vida que nos ofrece esta sociedad, estamos realmente satisfechos con nosotros mismos, vivimos en paz con nuestro interior, tiene nuestra vida algún sentido más allá del que hacer cotidiano?¿somos capaces de perdonar (como nos decía Maria), de escuchar cuando mantenemos aparentemente una conversación?
Su cara se puso seria, tensa; frunció el ceño y guardó silencio varios segundos... tras una breve pausa comentó fijando la vista en la mesa, “el mundo actual está peor que nunca”. 1500 personas mueren al día por causa de guerra, 500 personas son mutiladas por las minas cada día.
Le pregunté a Raimon, ¿cómo leer un libro, cómo deberíamos leer un libro? En principio leer en griego significa entender, así que si no entendemos no estamos leyendo. Los antiguos griegos como Aristóteles o Platón no sabían leer. Estaban los llamados lectores que les leían en voz alta para ellos. Deberíamos leer en voz alta.
El conocimiento de los libros debe ser digerido, y para ello se necesita de tiempo para que éstos se asienten y se entiendan. Cuando entendemos algo y lo asimilamos queda en nosotros para toda la vida. No debemos memorizar, porque para eso ya existen las bibliotecas que guardan toda la información. No deberíamos leer para aglutinar información sino para aprender. Si concentras todo tu ser en una lectura, lees en voz alta, haces un ejercicio de síntesis y condensas el mensaje, lo haces tuyo y lo aplicas. Si se hace todo eso, es muy difícil olvidarlo, sobretodo si lo haces tuyo. Este es el proceso de aprender. No se trata de adquirir toda la información posible, sino profundizar y aplicar... no debemos acabar todos los libros, si no nos gusta, pues lo dejamos, tal vez no sea el momento de seguir leyendo. Todo lleva su esfuerzo y su momento en el tiempo.
La sociedad actual es sumamente SUPERFICIAL, carece de toda coquetería interior. Ya no existe ese interés por aprender, por cultivarse uno mismo, por hacer una obra de are de uno mismo. Hemos perdido esa femenidad que todos llevamos dentro, esa coquetería interna. El culto a la persona y al interior se ha perdido. Uno debería HACER UNA OBRA DE ARTE DE CADA UNO. Sócrates nos insta con este aforismo “La vida examinada es la única que merece ser vivida” Pero este cultivo interior no puede venir de la voluntad, no puede suponer un esfuerzo muy duradero porque entonces fracasaremos en el intento. Esa energía tiene que venir del propio interior, tiene que ser como el amor de madre/hija, ese amor no es voluntad es algo más. Pues ese interés por aprender, cultivarse tiene que ser el mismo tipo de sentimiento y energía.
En la línea del desarrollo personal y el aprendizaje hizo un símil entre el crecimiento de una planta y el del ser humano. Así, dijo: Para que las plantas crezcan es necesario que tengan tierra, que se les riegue con agua, pero tampoco con mucha. Todas las plantas crecen en direcciones distintas, sus raíces se expanden por distintos caminos y todas crecen a ritmos diferentes, más rápidos o más lentos, pero todas al final se desarrollan. Cada ser humano tiene un ritmo de crecimiento diferente y hay que respetarlo porque al igual que no podemos estirar a una planta para que ésta crezca más rápido, no podemos forzar el desarrollo de una persona para que aprenda más rápido porque al igual que una planta sin más se rompería por la tensión, al ser humano le sucedería lo mismo. Tanto la planta como la persona tienen una resistencia y cuando se franquea ese límite se rompe. Pero eso sí, no hay que olvidarse de regar continuamente para absorber los minerales del agua y el agua en sí. Recuerdo que le pregunté, sí, pero, y, ¿con qué tipo de agua hay que regar a la planta? Mi me memoria no alcanza a recordar la respuesta.
Cada Ser tiene un ciclo vital, una evolución que viene dada por la naturaleza y que por lo tanto es preciso respetar. El ciclo vicioso se rompe con el ciclo vital.
Ya al final nos comentó que no hay que tener miedo a vivir, incluso si es necesario hacer un giro de 180° se hace. Panikkar nos comentó que él empezó de cero en tres ocasiones. ¿Cuáles? Pues no lo sabemos, pero son intuíbles por su bibliografía.
Trabajo en griego: TRIPALIUM, significa instrumento de tortura. Es más correcto la palabra FAENA porque significa CREAR.
La fragilidad se evita si la base es sólida. Si una persona se cultiva interiormente, se fortalece y desarrolla herramientas para hacer frente a las situaciones difíciles será mucho más fácil mantenerse en pie.
Existe una especie de bucle entre el conocimiento de los demás y el autoconocimiento. Si yo conozco a los demás me conozco más a mi mismo y a la inversa, si me conozco bien a mi mismo podré conocer mejor a los demás porque en el fondo somos seres humanos iguales, con sentimientos y limitaciones.
Deberías meditar un rato cada día, pero no meditar en sentido de sentarse y contemplar, sino entendida como reflexión. Es necesario restar cada día un rato en silencio con nosotros mismos para reflexionar, para sentir la soledad y conocernos más a nosotros mismos. Estar atentos a lo que sucede en vuestro interior.
Cualquier camino dentro de las grandes religiones es válido. La Iglesia, por nuestra formación es un camino que nos es más fácil, por ello podríais utilízala para profundizar, no quita que sea criticable, pero tenemos un referente intachable: Cristo Vale la pena profundizar en la imagen de Cristo porque es un buen reflejo de los hombres. La religión es algo más que la moral. Resurrección es Alegría. El 7º pecado capital es la pereza. Deberíamos saber perdonar.
Nosotros somos responsables en un 75% de nosotros mismos. El otro 25% se debe a la genética, al karma o llamémoslo como queramos. Por lo tanto, somos responsables de nosotros mismos, las decisiones no son difíciles. Somos responsables de la mayor parte de nuestros actos y decisiones. Sólo nosotros podemos hacer una obra de arte de nosotros mismos. Deberíamos intentar no adoptar caretas en función de la situación y la gente con la que estemos. Deberíamos ser como somos ante cualquier situación y evitar ponernos una careta para falsear quienes somos. no deberíamos asumir roles. El tema del yo y el ego. Nos habló de las caretas de los Papas del Vaticano y sus diferencias.
Cuando se habla de reencarnación y se dice que uno se ha reencarnado, no es la persona que se reencarna en otro ser. El concepto de reencarnación está muy asociado con el individualismo. No somos nosotros los que nos reencarnamos. La sociedad occidental es muy individualista y ha asociado reencarnación con él mismo.
Raimon al final de la charla nos estuvo hablando de lo que llegan a manipular los países y los medios de comunicación la información y las verdades. No preguntó si conocíamos una isla llamada Juan García en el océano Índico. La verdad es que no. Pues es un pequeño archipiélago. Una isla en donde Inglaterra se ha establecido en ella echando a los isleños y llevándolos a Mauricio prometiéndoles el oro y el moro para establecer allí una base militar. Nos recomendó un libro sobre la manipulación de la información de Noam Chomsky. Raimon conoce personalmente y es muy amigo de él. El libro se llama: Actos de agresión. Ed. Crítica.
Tras dos horas más o menos de charla con él miramos el reloj y le dijimos que no queríamos quitarle más tiempo, que ya nos íbamos. Era muy de noche y hacía frío. Nos volvimos a poner los abrigos, quienes nos lo habíamos quitado y nos preparamos para partir. Le pedimos si podíamos hacernos una foto con él, a lo cual accedió encantado. Nos cogía de los brazos con una fuerza que nunca se hubiese dicho de una persona de 82 años.
¡Se nos olvidaba el regalo! La cesta que habíamos comprado en Vic. Tanto hablar y la cesta se quedaba olvidada debajo de la mesa. Así, le dimos la cesta y todo emocionado y agradecido nos dijo: “Que bien, con lo que me gustan los dulces”.
La despedida fue muy emocionante porque a parte de que su sonrisa transmite una energía y serenidad indescriptible, es muy efusivo y cariñoso. Cuando salíamos por la puerta de su biblioteca, la misma puerta por donde habíamos entrado dos horas antes nos dijo: “Abrid bien los ojos. Estar atentos a lo que sucede a vuestro alrededor y reuniros siempre que podáis. Es importante. Adiós. Muchas gracias”. Fuente: trans-personal.com