Revista Espiritualidad

Entrevistado en "odisea del alma", por raúl ortega

Por Joseantonio
ENTREVISTADO EN Como ya he informado, en el mes de febrero se ha publicado mi último libro, La Hermandad de los Iniciados, por Entrelíneas Editores. Sobre su contenido, puede leerse una primera reseña en soria y mas. Una segunda reseña, realizada por Ángel Almazán de Gracia tras su lectura, también publicada en soria y mas, y mencionada en Jung y el Mundo Imaginal. En la web junguiana de Raúl Ortega, Odisea del alma, puede consultarse una tercera reseña a esta obra. También, en el blog de Periodismo y Misterio, se hace mención expresa a la novela, en la crónica que su autora, estudiante de periodismo y apasionada por los enimas de la historia, Lourdes Gómez, realizó sobre la VII Semana del  Misterio de Sevilla. El autor de Teoloblog, también tuvo a bien realizar una reseña a la novela, tras haberla devorado en tan sólo dos días.  Asimismo, finalizada ya la pretérita presentación de  mi novela histórica, en la susodicha VII Semana del Misterio de Sevilla, y aprovechando mi estancia en Sevilla, el terapeuta de orientación junguiana y webmaster de Odisea del alma, Raúl Ortega, me entrevistó, preguntándome sobre algunos de los mensajes más conspicuos que en esta obra quería transmitir al lector. He aquí la entrevista íntegra, que también puede consultarse en el blog de Raúl, pinchando aquí.


Raúl. José Antonio, ¿por qué ese título para tu novela: “La Hermandad de los Iniciados”?José Antonio. El título obedece a la idea principal que trato de expresar en la novela. Dado que en ella narro la historia de una comunidad cristiana de doce novicios, guiados por un Maestro muy ligado al pensamiento gnóstico, con ello aludo a la idea de que, la verdadera iglesia está conformada por todos los que, de alguna manera, han tenido un encuentro con su propia alma. De modo que, la iglesia está integrada, no por una institución física, sino por una vivencia espiritual compartida, por un camino de búsqueda espiritual que conduce al conocimiento de la chispa divina que el ser humano alberga en su interior.

De todos modos, Raúl, hay una anécdota muy interesante sobre el título de esta novela. Yo había terminado de escribirla a finales del año 2009. En aquel entonces, la había titulado Abraxas. Medio año después, me replanteé el título y la intitulé En busca del Cristo Interior. Sin embargo, no estaba muy conforme con ese título y, de nuevo, lo cambié por El Cristo Interior. Pensando que ese título era el adecuado, dejé el manuscrito dentro de una carpeta sobre la mesa de mi escritorio y envié un ejemplar a varias editoriales. Tras varias semanas sin obtener respuesta, una mañana entro en mi despacho y veo que la carpeta donde tenía el manuscrito se había abierto y que la hoja de la portada estaba justo dentro del canasto de la basura. Interpreté ese suceso como una señal de que ese título no era el adecuado para la novela. Por lo que, inmediatamente, me puse a pensar un nuevo título, que es el que ahora tiene. El mismo día en que cambié el título de la novela, el proceso de edición se puso en marcha.


R. Entonces, podríamos decir que el concepto de hermandad, de comunidad, se desveló a posteriori como uno de los contenidos principales de tu obra. Como si la novela, con vida propia, hubiese decidido ella su título, subrayando, primero para el mismo autor, y luego para sus lectores, la especial relevancia y actualidad de una de las ideas (la de fraternidad) sobre las que está construida la obra. ¿Estás de acuerdo?J.A. Totalmente de acuerdo, Raúl. La novela, en su totalidad, adquirió vida propia casi desde el principio. De hecho, al escribir determinados capítulos, de algún modo asombroso, me sucedían cosas que se relacionaban con lo que estaba expresando. Así, por ejemplo, mientras investigaba acerca del gnosticismo, llegaron a mi correo electrónico los títulos de varios libros, publicados en ese momento, que contenían el mensaje que buscaba. De igual modo, me sucedió que, cuando describía a algún personaje femenino, en mi novela, de pronto conocía a una persona que encarnaba, precisamente, al personaje del que estaba escribiendo. Y, como esas coincidencias, se produjeron cientos durante la elaboración de la novela. Pero, lo que más me sorprendió, fue la “insistencia” en que el título de la novela fuese precisamente La hermandad de los iniciados, y no otro. Tras reflexionar sobre el asunto, me percaté de que, en efecto, la idea de la fraternidad era esencial, no sólo para mí, sino, también, como mensaje para los lectores. La filiación de los hermanos que componen la novela no proviene de la carne, sino del Espíritu. Todos los integrantes de la comunidad de monjes tienen una unión aún más fuerte que la que pueda existir entre miembros de una misma familia carnal. Lo que les une es la sangre de Cristo, contenida en la crátera o el santo Grial, es decir, la simiente que el Espíritu ha dejado en el útero femenino de su alma. Esto tiene enormes repercusiones para la época en que vivimos, donde la falta de experiencia espiritual verdadera se traduce en una cerrazón por buena parte de los constituyentes de las diferentes religiones monoteístas, para no hablar de los racionalistas o de algunos ateos. Por eso, la novela apunta y se recrea en esa idea de retornar a la fuente y, desde allí, comprobar, a través de la experiencia, que, bajo disfraces ligeramente diferentes, en todas las religiones encontramos los mismos principios universales o arquetipos. Por lo que, en el fondo, todos somos hijos de un mismo Dios, aunque éste reciba diferentes nombres.


R. En tu novela vas dejando rastros simbólicos que parecen contener un significado oculto. En relación a esto, ¿qué nos podrías desvelar sobre su desarrollo en nueve capítulos?J.A. Así es, Raúl, la novela está plagada de símbolos que aluden, no sólo a su sentido profundo, sino, también, al significado que tiene su contenido en el contexto de la época en que vivimos. El nueve es un número recurrente en la novela. Está relacionado con la triple triplicidad, simbolizando las tres realidades o dimensiones del ser humano: la sensorial, la psíquica y la espiritual. Quizás el arquetipo que mejor simboliza lo que quiero expresar al utilizarlo sea la imagen de la carta del Tarot número 9, llamada “El Ermitaño”. Este arquetipo simboliza la iluminación, la gnosis, es decir, el conocimiento revelado, de la chispa divina que habita en el interior del ser humano. En cierto modo, el número de capítulos es una señal que advierte al lector acerca del contenido de la novela, donde sus personajes están meditando, reflexionando e interpretando sus procesos de transformación psíquicos, los cuales se manifiestan en forma de visiones estáticas, sueños, etc. Esto confiere a la novela un formato muy parecido al de un evangelio gnóstico. Asimismo, como se desprende del uso que hago del número 9, más allá de la realidad psíquica, está el espíritu divino, por lo que las imágenes que los personajes de la novela vivencian remiten, en último caso, a unos principios espirituales universales. R. Ahora podemos decir que el tema principal de la novela es la comunidad iniciática aglutinada, concretamente, en torno a la gnosis. De esto se ha hablado en muchos medios y se han escrito multitud de libros. Pero, ¿qué es realmente la gnosis?J.A. Efectivamente, el tema principal de la novela es la gnosis. De hecho, el Maestro de la comunidad es un anciano sabio muy vinculado a la corriente gnóstica cristiana. La palabra gnosis significa “conocimiento”. Pero el conocimiento al que hace alusión no se refiere a ninguna teoría del conocimiento o epistemología. No es, por tanto, un conocimiento científico, no se adquiere por el esfuerzo de la voluntad consciente, ni por el estudio de multitud de materias. La gnosis es, por el contrario, un conocimiento revelado por Dios, gracias al cual se tiene acceso a la Realidad que se encuentra allende el mundo de los sentidos. Sin embargo, tras una primera iniciación en ese ámbito de los principios trascendentes o universales, ese conocimiento adquirido ha de hacerse efectivo, mediante el uso de unas prácticas y de una enseñanza correcta de lo aprendido. Como se desprende de lo dicho, el conocimiento de los gnósticos tiene muy poco que ver con el ego y su voluntad. De hecho, en numerosas ocasiones, contrariando los deseos de la consciencia egoica, ese conocimiento conduce a los personajes de la novela a realizar la senda de su más elevada autorrealización, esto es, la individuación, siendo así dueños de la parcela de libertad a la que tienen acceso.R. El personaje principal de La Hermandad de los iniciados es un antiguo reo, al que aceptan como miembro, en una comunidad cristiana que vive en un antiguo monasterio, ¿por qué has elegido la figura de un ex convicto?J.A. Esa es una buena pregunta. Quise que el protagonista fuese un antiguo presidiario que, si te das cuenta, además es el discípulo número trece, si contamos al maestro, en alusión al apóstol más vilipendiado por la tradición cristiana: Judas Iscariote. No obstante, a pesar de la imagen funesta que los cristianos tienen del apóstol Judas, si atendemos a lo que nos cuenta el Evangelio gnóstico de Judas, éste apóstol pertenece al círculo íntimo de Jesús, junto a Tomás y a María Magdalena, siendo, de hecho, el discípulo predilecto de Jesús. Tan es así, que, de los Doce, es al único discípulo al que revela los misterios del Reino. Además, Jesús le anuncia a Judas que, precisamente porque es su preferido, compartirá con él la carga de convertirse en un chivo expiatorio para la humanidad. Sin embargo, no se llama Judas el personaje principal de mi novela, sino Juan, porque éste, según la tradición, es un miembro destacado del círculo íntimo de Jesús, el más joven de sus discípulos. Por lo tanto, en un mismo personaje hallamos una alusión a los dos discípulos predilectos del Maestro: Judas, para los gnósticos cainitas, y Juan, para los cristianos católicos.R. Juan, Judas, la cárcel, el delito… Todo esto forma parte de la elaboración que haces en la novela del tema de la sombra. Hablemos ahora del anima. En tu novela hay una revalorización del principio femenino dentro del mito cristiano, elevando la figura de María Magdalena a un estatus privilegiado. Cuéntanos sobre tu visión de esto, que es algo que entiendo tiene bastante que ver con nuestra época…J.A. Por supuesto, Raúl, que tiene mucho que ver con nuestra época. Especialmente, con dos manifestaciones de un mismo motivo principal: la crisis ecológica y la crisis de valores espirituales. Estas dos crisis fundamentales, que están en la base de todas las demás, incluida la financiera y la económica, tienen sus raíces en la denigración que el arquetipo de lo femenino ha sufrido a lo largo de la historia del cristianismo. Sin embargo, podemos rastrear esta actitud patriarcal y misógina en la cultura helena y de ahí, con la expansión del cristianismo, tras el matrimonio de conveniencia entre éste y el imperio romano, se fue extendiendo a todos los pueblos que hoy conforman lo que llamamos la civilización occidental. Por ese motivo, en la novela trato de revalorizar la imagen de lo divino femenino, como complemento imprescindible de la divinidad. Y el mensaje principal que se descubre tras la lectura de mi novela es que, en esa revalorización de lo femenino, deben equilibrarse la materia y el espíritu, es decir, el cuerpo y sus instintos, así como el medio ambiente natural (la Tierra y sus sistemas ecológicos), de un lado, y el Espíritu, de otro lado.

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