Una de las historias más controvertidas del mundo oval, la intoxicación provocada a los All Blacks antes de la final del Mundial de Sudáfrica ante los anfitriones. Dos de las mejores plumas ovaladas de este país, Fermín de la Calle y Phil Blakeway nos cuentan esta historia para no dormir.
Fermín de la Calle
Pero el gran reto era conquistar el Mundial del 95 en la inhóspita Sudáfrica, donde tantas veces habían sido repudiados los maoríes. Para más inri, Nueva Zelanda llegaba personificada en la persona de un maorí, el jugador más determinante que ha pisado nunca un campo de rugby: Jonah Tali Lomu. La situación había cambiado tras la aparición de Nelson Mandela, quien encontró en el rugby el vehículo para unificar a un pueblo históricamente segregado. Los kiwis fueron ganando partidos hasta colarse en la semifinal, donde los anfitriones batieron a Francia con una controvertida decisión al anularse un ensayo galo al final del choque. Mientras los springboks daban la sorpresa en un partido jugado bajo un infernal aguacero, los All Blacks se medían a los arrogantes ingleses. Su capitán, uno de los hermanos Underwwod, Tony, preguntado por Lomu en la rueda de prensa previa al choque respondió con su habitual fanfarronería: “¿Jonah qué?”. Horas antes del partido, en la recepción del Johannesburg Holiday Inn, lugar de concentración neozelandesa, se recibió un fax que decía: “Recuerden que el rugby es un deporte de equipo. 14 de ustedes deben asegurarse de pasarle la pelota a Lomu”. La receta fue seguida al pie de la letra y Lomu completó la mejor actuación de su, por entonces, incipiente carrera. Anotó cuatro ensayos, uno es aún la jugada más célebre de la historia de rugby, en la que se deshizo con un hand off de dos defensores antes de percutir contra el inglés Mike Catt, pasándole por encima para posar el ensayo. Underwwod pidió disculpas en la rueda de prensa posterior y Nueva Zelanda se metió en la final. Restaba el partido decisivo ante Sudáfrica, enemigo histórico.
Los días previos fueron complicados en la base de operaciones kiwi. La noche del jueves previa al choque 27 de los 35 miembros de la expedición cenaron en el hotel. Una de las encargadas de la cocina llamada Susie diluyó en el café una sustancia que intoxicó al equipo. Restaban 48 horas para la final y los jugadores sufrían los rigores de una gastroenteritis que les impidió entrenarse con normalidad. Hubo muchas conjeturas al respecto. Pero quizás la versión más concluyente la ofrece en su autobiografía Rory Steyn, el que fuera jefe de seguridad de Nelson Mandela y a quien se asignó el cuidado de los All Blacks. Steyn respalda la teoría del envenenamiento en su libro One Step Behind Mandela. También Steve Boggan, redactor del diario londinense The Independent, encontró indicios de intoxicación. Sudáfrica ganó la final de la que Lomu dijo “nos medimos a un país y a la historia, no a un equipo de rugby”. No fue lo único que tuvieron que aguantar. En el banquete final, durante el tercer tiempo, Louis Luy, presidente de la federación springbok, afirmó durante su discurso: “En 1987 y 1991 no hubo verdaderos campeones del mundo porque Sudáfrica no estaba allí”. Esto provocó la indignación en Nueva Zelanda, que se levantó de la mesa en bloque y se marchó. Era la gota que colmaba el vaso tras sufrir escuchas telefónicas en el hotel y de la detonación programada de las alarmas de los coches que rodeaban el perímetro del Johannesburg Holiday Inn sistemáticamente cada amanecer para perturbar el sueño de los jugadores.
El artículo completo de Fermín está AQUÍ.
Phil Blakeway
Lo del 95, Fermín, fue vergonzoso, sin desmerecer lo de Mandela y el esfuerzo y dedicación de los Springboks de Pienaar (naturalmente el libro de Carlin es mucho mejor que la película de Eastwood, que el trato a Chester Williams no fue tan idílico sobre todo por parte de Swart y el gigante Kobus Wiese), y detrás de la intoxicación estaba la mano del ministro de deportes y del futuro sucesor de Mandela, Tabo Mbeki. Que a veces un juego deba plegarse a mejores intereses, seguro. Que para Sudáfrica la victoria fue una catarsis, también. Pero no creo que con los AB al 100% hubieran ganado ese partido, por más que el planteamiento defensivo fue perfecto.
Y más aún, he visto mil veces la jugada del no ensayo de Francia en la semifinal y creo que Benazzi posó. Él mismo lo afirmo hace tiempo en una entrevista, pero como es un tipo fenomenal (le conocí en el campo de Orcasitas en 1991) le quitó importancia al asunto, no ya por nuestro respeto inapelable a la decisión del ref, sino porque, decía, “los Springboks debían estar en la final”. Por cuestiones extradeportivas, justo antes del salto al profesionalismo, una gran generación de AB, la que se forjó inspirada por el colosal Shelford (http://tornarugby.blogspot.com/2010/08/wayne-shelford.html) no se llevó el merecido premio. Y es que además esos AB jugaban un rugby fabuloso.
Una última precisión para hacerle justicia a la NZRFU: en el mundial 87 si estuvieron casi todos los AB de la gira por Francia del 86. Los únicos que no fueron titulares en ningún partido y sí en la gira fueron el croata-maorí Botica (por intoxicación de Grant Fox), y Hobs que se retiró. Arthur Stone y Warwick Taylor se alternaban en la titularidad y Mike Brewer fue titular en algún partido que no jugó el genial Michael Jones, igual que Crowley lo fue cuando se dio descanso a Gallagher.
Me alegro infinito que haya rugby periódicamente por aquí, aunque sólo sea, como dice un amigo cercano a este invento, por el halo de excentricidad de lo nuestro.