Revista Coaching

Envidia

Por Vivaconproposito

La envidia, un mal común

Foto de portada por: ktus16

Aunque es un sentimiento bastante común, el no poder llegar a dominarla puede ser altamente autodestructivo para quien la tiene. Así que he considerado separar este artículo en dos partes, pues este tema es muy importante comprenderlo y debe quedar claro en qué consiste.

Parte 1. ¿Qué es la envidia? y ¿Qué esconde la envidia?

Parte 2. ¿Cómo descubrir a una persona envidiosa? Y recomendaciones.

¿Qué es la envidia?

Primero, no hay que confundir la envidia con los celos, que son sentimientos muy distintos. Tampoco tiene nada que ver con la popular expresión '¡Me da envidia de la buena!', que viene a ser una declaración mal usada.

La envidia siempre es un sentimiento dañino y quienes manifiestan que admiran a alguien con la frase 'Me da envidia de la buena', solo están admitiendo admiración y eso no es envidia. El envidioso es egoísta y orgulloso, por lo que jamás admite admiración ni pide consejos (aunque lo intente).

Si lo evaluamos desde una óptica religiosa, la envidia simboliza la maldad del deseo de tener todo lo que no es propio. Así está contemplado en dos de los diez mandamientos de la ley de Dios que dicen: 'No codiciar los bienes ajenos' y 'No codiciarás la mujer de tu prójimo”, y es uno de los siete pecados capitales reconocidos por la Iglesia desde el Tratado de Trento.

Los juicios de la ley y la armonía social sustentan que la envidia es la raíz de la cual derivan otros comportamientos insanos, como la lujuria y la gula, que atraen por su placer aparente pero, de igual forma a la larga o la corta, llevan a padecer un inmenso dolor interior.

En sí, la envidia es un fenómeno psicológico muy común que hace sufrir enormemente a muchas personas, tanto a los propios envidiosos como a sus víctimas. Puede ser explícita y transparente, o formar parte de la psicodinámica (comportamiento) de algunos síntomas neuróticos. En cualquier caso, la envidia es un sentimiento de frustración insoportable ante algún bien de otra persona, a la que por ello se desea inconscientemente dañar. ¿Por qué sucede esto?.

El envidioso es un insatisfecho (ya sea por inmadurez, represión, frustración, etc) que a menudo, no sabe que lo es. Por ello siente consciente o inconscientemente mucho rencor contra las personas que poseen algo (belleza, dinero, sexo, éxito, poder, libertad, amor, personalidad, experiencia, felicidad, etc) que él también desea pero no puede o no quiere desarrollar. Así, en vez de aceptar sus carencias o percatarse de sus deseos y facultades y darles curso, el envidioso odia y desearía destruir a toda persona que, como un espejo, le recuerda su privación. La envidia es, en otras palabras, la rabia vengadora del impotente que, en vez de luchar por sus anhelos, prefiere eliminar la competencia. Por eso la envidia es una defensa típica de las personas más débiles, acomplejadas o fracasadas.

Dicho sentimiento forma parte también de ese rasgo humano, el narcisismo, desde el que el sujeto experimenta un ansia infatigable de destacar, ser el centro de atención, ganar, quedar por encima, ser el 'más' y el 'mejor' en toda circunstancia. Debido a ello, muchas personas se sienten continuamente amenazadas y angustiadas por los éxitos, la vida y la felicidad de los demás, y viven en perpetua competencia contra todo el mundo, atormentadas sin descanso por la envidia. No es ya sólo que los demás tengan cosas que ellas desean: ¡Es que las desean precisamente porque los demás las tienen! Es decir, para no sentirse menos o 'quedarse atrás'. Este sufrimiento condiciona su personalidad, su estilo de vida y su felicidad.

¿Qué esconde la envidia?

Las formas de expresión de la envidia son muy numerosas: críticas, ofensas, dominación, rechazo, difamación, agresiones, rivalidad, venganzas… A escala individual, la envidia suele formar parte de muchos trastornos psicológicos y de personalidad (por ejemplo, algunas ansiedades, trastornos obsesivos, depresión, agresividad, falta de autoestima…). En las relaciones personales y de pareja, está involucrada en muchos conflictos y rupturas. En lo social y político, su influencia es inmensa. Por ejemplo, la envidia del poder sexual, emocional y procreador de las mujeres alimenta el machismo. La envidia de la fuerza y libertad del varón refuerza el feminismo. La envidia de los pobres y resentidos estimula sus violentas revoluciones e igualitarismos. La envidia de los poderosos fomenta sus luchas intestinas. La envidia de los narcisistas y codiciosos nutre los concursos millonarios de televisión y sus audiencias. La mutua envidia de las mujeres robustece el colosal negocio de la belleza y la moda, así como la de los hombres excita su frenética competitividad. La envidia sexual es el combustible del morbo y la prensa rosa (celebridades, farándula, moda). Las envidias económicas desenfrenan el motor consumista…Etcétera.

La envidia nace de las carencias del sujeto, que quiere destruir al objeto del espejo (al que envidia pues desea ser él). Por eso se diferencia de los celos, que nacen del miedo a perder el afecto de la persona amada, a la que se quiere conservar. No obstante, ambos sentimientos pueden ir juntos. De lo celos hablaremos en otro momento.

En resumen, cuanto más débil, insatisfecha o narcisista es una persona, tanto más envidiará a la gente que posea lo que a ella le falta. La envidia sólo se cura aceptando que se tiene y resolviendo las propias carencias y facultades, a través de un proceso de crecimiento emocional. La persona madura no envidia a nadie.

En la parte dos de este artículo, discutiremos sobre algunas realidades y recomendaciones para lidiar con la envidia o el envidioso.

 


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