Revista Salud y Bienestar

Epilepsia, enfermedad (escasamente) divina

Por Pedsocial @Pedsocial

Epilepsia, enfermedad (escasamente) divinaLa palabra epilepsia proviene del griego antiguo ἐπιλαμβάνειν, “apoderarse, poseer o afligir”, indicando como que algo o alguien ha poseído a quien la padece.

Las observaciones sobre la epilepsia se remontan a los textos médicos de los asirios y babilonios, casi 2000 años antes de Cristo. Considerada inicialmente como una enfermedad divina o posesión demoníaca, hacía de quienes la padecían unos seres especiales, cuando no rechazables y, hasta hace poco tiempo, víctimas de eliminación. Una serie de televisión reciente relata la persecución de epilépticos por parte de los nazis en la Alemania del III Reich, y su eliminación genocida.

La epilepsia fue ya desmitificada por los hipocráticos en el tratado “Sobre la enfermedad sagrada”. Uno de los primeros en las traducciones más completas, el Tratado sobre la epilepsia comienza:

“Con respecto a la enfermedad llamada Sagrada sucede lo siguiente: en nada me parece ahora más divina ni más sagrada que otras enfermedades, pues tiene una causa natural originada como otras afecciones. Los hombres consideran que su naturaleza y causa son divinas por la ignorancia y el asombro, porque no se parece en nada a otras enfermedades. Y esta noción de su divinidad se mantiene por su incapacidad para comprenderla, y por la simplicidad del modo en que se cura, ya que los hombres se liberan de ella mediante purificaciones y encantamientos. Pero si se considera divina porque es asombrosa, en lugar de una hay muchas enfermedades que serían sagradas; porque, como mostraré, hay otras no menos asombrosas y prodigiosas, que nadie considera que sean sagradas.”

El estilo y el empleo de la primera persona han hecho atribuir el texto al mismísimo Hipócrates, quizá en sus edades más jóvenes.

El hecho de que las crisis convulsivas, especialmente en la infancia, acompañen a diferentes trastornos neurológicos graves, de buen seguro que contribuye a las dificultades de su comprensión y repercusión en la vida de relación de quienes la padecen.

Los romanos la describieron llamándola morbus comitialis, refiriéndose a una crisis que obligaba a detener una asamblea o reunión cuando sucedía.

A pesar de la exposición del tratado hipocrático, ese aura de enfermedad mágica ha persistido en la memoria de las gentes probablemente hasta que los neurólogos franceses de la segunda mitad del siglo XIX definieron la diferentes formas clínicas, su significado y, algo más tarde se dispuso de fármacos eficaces para su tratamiento.

La complejidad de las causas y las diferentes formas de presentación ha promovido una variedad de clasificaciones, de las que la más reciente nos la recuerda en un excelente resumen Maria José Mas en su blog (Nueva clasificación de las crisis epilépticas).

Sagrada, comicial o no, lo que es cierto es que las crisis convulsivas tienen una notable consideración social tanto por su espectacularidad, como por su carácter de padecimiento crónico y las limitaciones que genera en muchas actividades. En los niños en período escolar que requiere la alerta y comprensión de los educadores. En otras edades las limitaciones a la conducción de vehículos a motor o el manejo de maquinaria.

El diagnóstico de epilepsia debe obligar a los profesionales asistenciales que se ocupen del paciente a tener en cuenta las repercusiones sociales que le acompañan y actuar para minimizar los riesgos de descriminación social a quienes la padecen.

X. Allué (Editor)

(Ver también “Niños con convulsiones”, publicado en este blog en mayo de 2012)
.(Julio Cesar, San Pablo, Dostoyevsky, VanGogh y Lenin padecieron ataques convulsivos)

Volver a la Portada de Logo Paperblog