El seleccionado argentino, dirigido por Alfio Basile llevaba casi dos años invicto y una Copa América (en Chile 1991) sobre sus hombros cuando arribó a Ecuador para defender el título en el torneo continental.
El entrenador ya no podía contar con Claudio Caniggia, suspendido por dóping en la Roma de Italia, y aprovechó para probar algunos futbolistas de cara a las Eliminatorias para la Copa del Mundo en Estados Unidos al año siguiente.
Argentina debió compartir el Grupo C con Colombia, México y Bolivia. El debut fue precisamente ante el combinado boliviano, al que venció 1 a 0 con gol de Gabriel Omar Batistuta. Pero el saldo de aquel debut no fue del todo positivo, no solamente porque el equipo jugó mal, sino que porque Darío Franco, uno de los estandartes del ciclo de Basile hasta allí, sufrió una grave lesión tras chocar con Marco Sandy.
Ese fue el final de Franco en el seleccionado nacional, ya que nunca logró recuperar su nivel y se perdió la Copa del Mundo, a pesar de que viajó con el plantel y hasta último momento fue el “jugador número 23″ de la delegación.
El equipo debió reacomodar sus piezas de cara al partido contra México. El equipo se vio superado y apenas logró empatar en uno contra los debutantes absolutos en el certamen. Argentina se despidió de la primera fase con otro empate, con igual marcador ante los colombianos. Ambos rivales se convertirían, con el correr del torneo, en protagonistas del camino argentino hacia el bicampeonato.
Argentina se clasificó como segundo del grupo y en cuartos de final debía enfrentarse nada menos que con Brasil. Aquella tarde, el dominio fue absoluto a favor de los brasileños, a tal punto que se puso en ventaja y tuvo varias chances de aumentar la ventaja y sellar su pase a semifinales.
Sin embargo, un cabezazo de Leonardo Rodríguez a veinte minutos del final, le dio a la Selección la chance de ir a los penales. Allí, Sergio Goycochea, como en Italia 1990, se vistió de héroe al detenerle el penal a Boideiro.
Argentina logró así su pasaje a las semifinales, donde debió volver a verse las caras con Colombia, verdugo meses después en las Eliminatorias al quitarle el invicto de 33 partidos en Barranquilla y golearla en Buenos Aires, mandándola al repechaje contra Australia.
Esta vez, fue 0 a 0 y los de Basile debían dirimir un lugar en la final con los de Francisco Maturana desde los doce pasos. La historia tendría sonrisas albicelestes con un mismo héroe, ya que el ex arquero de River le atajó el sexto penal a Víctor Aristizabal y luego, como contra Brasil, Jorge Borelli convirtió el penal decisivo.
A la defensa del título le quedaba un último obstáculo. Carente de juego y contundencia, pero con la personalidad suficiente para seguir avanzando.
Ni Leo Rodríguez ni Néstor Gorosito se adueñaron de la creación del juego argentino, Batistuta, hasta la final venía con la pólvora mojada y ni Alberto Acosta ni Claudio García lograron convertirse en los acompañantes ideales del goleador histórico del equipo nacional.
El 4 de julio, en Guayaquil, ante 40 mil personas y con el arbitraje del brasilero Mario Rezende, Argentina se puso en ventaja a los 18 del segundo tiempo con la vuelta a las redes del “Batigol”, pero cuatro minutos después, de penal, Galindo igualó las acciones.
Pero cuando la defensa mexicana se durmió, Simeone fue más rápido que todos y se apuró a hacer un lateral desde el costado derecho del ataque argentino. El “Cholo” habilitó al delantero de la Fiorentina quien encaró hacia el área y con un remate cruzado volvió a vencer a Campos. 2 a 1, fin del partido y bicampeonato.
Luego vendrían tiempos turbulentos para aquel equipo, que, mientras tanto, le daba su último título oficial a un seleccionado mayor argentino.