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Equipos históricos: Brasil del 70

Publicado el 24 noviembre 2011 por Marianofusco

Equipos históricos: Brasil del 70

Siempre recordado,  el seleccionado brasileño que conquistó el Mundial de 1970 y se quedó definitivamente con el trofeo Jules Rimet marcó un antes y un después en la historia del fútbol encumbrándose como uno de los equipos que mejor juego desplegó dentro de un campo y que más admiración generó en aquellos que pudieron atestiguar su inigualable gesta.

Vistoso, alegre, atractivo y fascinante, aquel inolvidable combinado transformó el fútbol en poesía, desenvolviéndose como ningún otro lo había podido hacer y enalteciendo los ideales de un fútbol asociativo que elevó a su máxima expresión gracias a jugadores que hicieron de la creatividad su arma más poderosa.

Con la presión añadida de no haber cumplido un buen papel cuatro años antes, en Inglaterra, y ya sin Joao Saldanha, el entrenador con el que había transitado de forma impoluta la fase de clasificación (seis victorias en igual cantidad de presentaciones; 23 goles a favor y solo 2 en contra) dicha selección llegó a México envuelta en problemas.

Saldanha había sido contratado por Joao Havelange, presidente de la Confederación Brasileña de Fútbol por aquel entonces, tras su exitoso paso por el Botafogo, club al que había llegado sin experiencia alguna y tras varios años desempeñándose como periodista deportivo y en el que había triunfado formando uno de los mejores equipos que recuerde el fútbol brasileño.

En la selección logró hacer lo mismo. Se desenvolvió con libertad, citó a muchos futbolista del Santos y el Botafogo y construyó un equipo solidario, ambicioso y exquisito, en el que aunque todos cumplían un rol esencial se destacaban los talentosos Gerson, Jairzinho, Rivelino, Tostao y Pelé.

Increíblemente, los inconvenientes comenzaron a surgir una vez sellada la clasificación al Mundial. El primero tuvo como protagonista al propio Pelé, el emblema indiscutible. En los meses previos a la gran cita, Saldanha consideraba que O Rei no estaba en condiciones físicas óptimas (llevaba disputados muchísimos partidos y lucía agotado), por lo que se planteaba despojarlo de su lugar en el once titular y hasta dejarlo fuera de la lista de futbolistas que viajarían a México. Dichos rumores generaron mucho revuelo, ya que si bien el entrenador tenia parte de razón nadie imaginaba a aquel equipo sin su mejor exponente.

Aquello comenzó por marcar un quiebre en la relación entre Havelange y Saldanha, quien por su condición de comunista también comenzó a ser mal visto por los integrantes del gobierno militar que por entonces gobernaba el país, en especial por el General Emílio Garrastazu Médici, quien tozudamente le impuso la presencia en la lista mundialista de Darío, su jugador preferido. La respuesta esgrimida por el entrenador fue negativa, lo que desembocó en su destitución.

En reemplazo de Saldanha llegó Mario “Lobo” Zagallo, quien consciente del maravilloso equipo que había heredado no realizó demasiados cambios en lo que refiere a la conformación.

Y así se llego el Mundial, en el que olvidando los conflictos extrafutbolisticos que la habían aquejado aquella magnifica selección trazó un camino majestuoso hasta consagrarse campeona del mundo por tercera vez en su historia. Jugando al fútbol de forma colosal y dejando en el recuerdo momentos imborrables e irrepetibles, de los que el mundo pudo disfrutar gracias a que aquel Mundial se transmitió en vivo para todo el mundo.

El equipo hizo de cada encuentro un autentico espectáculo, representando de forma extraordinaria la esencia mas pura del fútbol brasileño y adelantando los principios del fútbol total gracias a jugadores que sobre el campo basculaban brillantemente y confundían a sus adversarios con un constante y armonioso intercambio de posiciones.

La genialidad parecía estar en la naturaleza de aquellos hombres, en especial de Gerson, Jairzinho, Rivelino, Tostao y Pelé, cinco futbolistas a los que todos recuerdan casi al instante cuando se rememora lo hecho en México por ese increible combinado.

La referencia es para cinco auténticos prodigios, que aunque en sus equipos jugaban de diez no tuvieron ningún tipo de inconvenientes en adaptarse a posiciones novedosas y compartir todos juntos el terreno. Gerson, del Sao Paulo, era el termómetro del equipo, el que lo dirigía desde el centro del campo junto con Clodoaldo, su gran complemento. Tenía una de las mejores zurdas de la historia.

Jairzinho, del Botafogo, la clase personificada. Se movía por el extremo derecho, tenía una capacidad estupenda para el desborde y además sabía muy bien de que se trataba convertir goles. No en vano es el único jugador en meter un gol en cada partido de un Mundial. Rivelino, del Corinthians, todo un mago, un futbolista que actuaba en la banda izquierda, que se incorporaba muy bien desde la segunda línea y que hacia gala de una facilidad impresionante para efectuar cambios de frente y modificar por completo la orientación de la jugada.

Tostao, del Cruzeiro, un adelantado para su época. Delantero técnico y rápido, con especial habilidad para aguantar el balón, jugar de espaldas al arco y moverse dentro del área. Aprovechaba cualquier oportunidad que tenia. Y el gran Pelé, del Santos, un fuera de serie absoluto. Un genio que jugaba donde quería. En su etapa de mayor madurez, representaba el gol en estado puro. Tenía un físico espectacular, era imparable cuando tomaba velocidad y sabía leer muy bien el juego.

Al funcionar como una maquina perfecta, Brasil no tuvo problemas en avanzar a la final. En la primera fase goleó 4 a 1 a Checoslovaquia y venció con algo más de justeza en el resultado a Inglaterra (1-0) y a Rumania (3-2). En cuartos de final, pasó por encima al Perú de Teófilo Cubillas, revelación del certamen, (4-2) y en semifinales hizo lo propio ante Uruguay (3-1), en un encuentro especialmente recordado por aquella maniobra inverosímil de Pelé frente al arquero uruguayo Mazurkiewicz, una leyenda en el mano a mano.

Todo concluyó el 21 de junio, cuando en el majestuoso estadio Azteca disputó la gran final ante Italia, que en semifinales había derrotado 4-3 a Alemania en uno de los encuentros más espectaculares de la historia de los campeonatos del Mundo.

El resultado fue el esperado. Brasil hizo gala de su exquisito fútbol y una vez mas volvió a imponer su superioridad al ganar por 4-1 con goles de Pelé, Gerson, Jairzinho y el fantástico lateral derecho Carlos Alberto, encargado de coronar una acción colectiva maravillosa. Que graficó de forma exacta como es que jugaba aquel legendario combinado y que aun hoy sigue siendo recordada como la expresión máxima del juego colectivo.

No era fruto de la imaginación. Convirtiendo el fútbol en arte, aquella inolvidable selección brasileña había coronado su majestuosa e inigualable obra.


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