El seleccionado danés fue tal vez el campeón más sorpresivo de la Eurocopa en los últimos años. Tras una notable etapa de renovación, una vez retirada la armada de la Copa del Mundo diez años antes en México, Dinamarca finalizó segundo en el Grupo 4 eliminatorio para Suecia 1992, apenas un punto detrás de Yugoslavia y cómodo delante de Irlanda del Norte, Austria e Islas Feroe.
Los 13 puntos cosechados, a priori, no le fueron suficientes a Peter Schmeichel y compañía para acceder al torneo continental; sin embargo, cuando estalló la Guerra de los Balcanes en la hoy ex Yugoslavia, la UEFA decidió apartar a dicha selección del certamen y darle la plaza a los daneses.
Con menos tiempo de preparación y planificación, Dinamarca debutó el 11 de junio en Malmoe frente a Inglaterra, uno de los equipos siempre candidatos al título. Fue 0 a 0, nada despreciable considerando cómo llegaba el plantel al torneo y que el local también había igualado con Francia por el mismo Grupo 1.
Richard Møller-nielsen, cabeza de grupo
El 14 de junio, en Solna, los daneses cayeron 1 a 0 frente al local, con gol de Tomas Brolin a los 58 minutos de juego. La clasificación a la siguiente fase parecía haber quedado muy lejana para los dirigidos por Richard Møller-Nielsen.
En consecuencia, la única chance que le quedaba a Dinamarca era vencer a Francia y esperar que Inglaterra no sume frente a Suecia. El 17 de junio, de vuelta en Malmoe, los daneses dieron el primer gran golpe y derrotaron a los “Galos” por 2 a 1 con goles de Larsen y Elstrup (Papin había igualado transitoriamente el encuentro).
Mientras tanto, el local aseguraba su clasificación frente a los ingleses al vencerlo por el mismo tanteador, abriéndoles las puertas a sus vecinos para las semifinales. En aquella edición, participaron ocho equipos, que fueron divididos en dos grupos, de los cuales los primeros dos accedían a la siguiente etapa.
Lo cierto es que Dinamarca, el “invitado de piedra”, ya estaba entre los cuatro mejores del continente y debía enfrentar nada menos que a Holanda, defensor del título obtenido en Alemania en 1988.
Brian Laudrup, hermano del legendario Michael, condujo a los suyos a un infartante empate en dos contra los naranjas. Henrik Larsen marcó ambos tantos para los futuros campeones, mientras que Dennis Bergkamp y Frank Rijkaard anotaron para los dirigidos por Rinus Michels.
En la otra semifinal, Alemania se convertía en finalista tras derrotar a los suecos por 3 a 2, entonces el compromiso final y definitorio ya tenía a sus protagonistas.
Ellos se midieron en Gotemburgo el 20 de junio ante una verdadera multitud. A los 18 minutos de juego, Jürgen Klinsmann, Thomas Hässler y Andres Brehme, entre otras figuras germanas, se vieron sorprendidos con el primer gol del partido, anotado por John Faxe Jensen.
Los dirigidos por Berti Vogts salieron a buscar de manera desesperada la igualdad, hasta que a doce minutos del final, Kim Vilfort sentenció la historia al marcar el segundo tanto de la final.
La sorpresa era total, el campeón menos pensado se había alzado con el trofeo pocos días después de que un referéndum dictaminó que Dinamarca permanezca afuera de la Unión Europea.
El Ministro de Exteriores danés por ese entonces, Uffe Ellemann-Jensen aseguró:
“Si no puedes unírteles, derrótalos”.