Ya en los inicios de la década del ’60 y con Matt Busby totalmente recuperado del accidente, la reconstrucción giró en torno a la figura del gran Bobby Charlton, al que en un principio secundaron otros futbolistas con orígenes en las divisiones menores del club como Bill Foulkes (quien también había sobrevivido a la tragedia) y el calvo y poco convencional Nobby Stiles, quien se incorporó en 1959.
De afuera, en tanto, llegaron David Herd, Albert Quixhall y Dennis Law, a los que en 1963 se unieron Brian Kidd y el controvertido pero genial norirlandés George Best, quien con 17 primaveras llegó dos años después de que a Busby lo llamara uno de sus ojeadores diciéndole: “Acabo de encontrarte un talento”.
Charlton, Law y Best; la Santísima Trinidad:
Reforzado el plantel, Busby aceitó muy bien cada engranaje y logrando que cada uno de sus jugadores dieran el máximo conformó un once extraordinario, que además de desarrollar un muy buen fútbol poseía una estirpe muy similar al que años atrás había visto interrumpido su andar en Munich.
De todos, los que por impronta, talento y jerarquía más se destacaban eran sin lugar a dudas Charlton, Law y Best, quienes conformando un triunvirato brillante, célebre e inigualable al que posteriormente se conoció como la “Santisima Trinidad” lideraron al equipo de forma extraordinaria.
El más cerebral de los tres era Charlton, quien jugando como mediocampista izquierdo y cuando era necesario como mediocentro se movía siempre con muchísima inteligencia, utilizando su velocidad al momento de desequilibrar individualmente y su asombrosa capacidad de lectura cuando lo que se requería era una asistencia.
Distintos, aunque igual de geniales, eran Law y Best, quienes se tornaban imparables de tres cuartos de cancha en adelante siendo hábiles, veloces y letales. El primero partiendo desde la derecha y haciendo gala de un gran oportunismo y el segundo haciéndolo desde la izquierda e imponiendo siempre su endiablada e indescifrable gambeta.
Principalmente impulsado por estos tres legendarios futbolistas, que durante su estadía en el club se alzaron con el Balón de Oro y se cansaron de anotar goles (juntos convirtieron 665 entre el 64′ y el 68′), el United recuperó la alegría que había perdido e imponiéndose ante todos disfrutó nuevamente del dominio en Inglaterra alzándose con la FA Cup en 1963 (venciendo 3-1 al Leicester City en Wembley) y la Liga en los años 1965 y 1967.
La conquista de Europa:
Conseguidos dichos títulos, el objetivo que posteriormente se trazó el equipo fue el de ampliar sus horizontes y hacerse más grande reinando también en Europa, algo que consiguió en 1968 transformándose en el primer cuadro ingles en obtener la Copa de Europa.
El rival en la gran final, disputada en Wembley el 29 de mayo, fue nada más ni nada menos que el Benfica de Eusebio, al que tras noventa minutos intensísimos y que terminaron igualados en uno (goles de Charlton y Graça) el United terminó doblegando en la prórroga gracias a los tantos de Best, Kidd y el propio Charlton.
Además de feliz, el equipo podía sentirse sumamente orgulloso. Del accidente habían pasado diez años y aquel titulo había sido la mejor forma de homenajear a aquellos héroes liderados por el gran Duncan Edwars y destinados a hacer historia. Sobre todo para Foulkes, Charlton y Busby, quien aun convaleciente se había juramentado poner de pie al club.
La renuncia de Busby y el final de la Era:
Perdida la final de la Copa Intercontinental ante Estudiantes (0-1 en La Bombonera y 1-1 en Old Trafford) y transcurrido tan solo un año, todo comenzó a acabarse cuando dijo adiós Busby, quien sorprendiendo a todos se levantó una mañana y mediante una conferencia de prensa anunció su renuncia, despidiéndose sin alardes, fiel a su estilo: “Estoy cansado, lo dejo, me marcho. Es hora de dejar paso a los jóvenes”.
Sin al que luego se comenzó a conocer como Mr Manchester United ya nada fue igual y unos años más tarde los que se marcharon fueron Charlton y Law, en 1973, y Best, en 1974, meses antes de que dirigido por Tommy Docherty el equipo descendiera por tercera vez en su historia condenado por un recordadísimo y doloroso gol de taco del propio Dennis Law, quien ya defendía los colores del City.
Ni a los que perdieron la vida en Munich ni a los que posteriormente hicieron posible la reestructuración el aficionado del Manchester United olvidara jamás. Aquellos dos equipos marcaron una época y eso es algo que permanecerá inalterable por siempre. Así como el recuerdo de Busby, Edwars, Best y todos los que ya no están entre nosotros.
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