La bohemia y las expresiones refinadas siempre fueron características de Austria. El país alpino disfrutó durante toda su historia de maravillosos talentos que embellecieron la cultura de la región y de toda Europa. Wolfgang Mozart o Ludwig van Beethoven son algunos de los máximos referentes en ese ámbito, marcando un punto de inflexión en la historia de la música de esa nación. El fútbol es un fenómeno muy cercano al arte y por lo tanto también disfrutó de un lugar en el corazón de muchos austriacos gracias al Wunderteam de los años 1930.
Ese maravilloso conjunto se encargó de romper con la hegemonía de los seleccionados británicos en el Viejo Continente. Con Hugo Meisl en el banco de suplentes y Matthias Sindelar como alma y cerebro del equipo, Austria logró ser reconocida como el mejor elenco antes de la Segunda Guerra Mundial. Esta escuadra de Ensueño fue considerada en reiteradas ocasiones como una de las antecesoras de la Holanda Total de 1974, por su constante presión ofensiva y por la necesidad casi imperiosa de manejar la pelota a ras del suelo. El deslumbrante rendimiento de los austriacos y la posterior aparición de los Mágicos Magiares de Hungría fueron los pilares fundamentales para la aparición de La Naranja Mecánica de Rinus Michels.
El nacimiento de este Equipo Maravilla tuvo lugar el 22 de diciembre 1912, cuando superó a Italia en Genova por 3 a 1 y con el debut de un Meisl de 31 años como entrenador. El periodo del joven director técnico al mando de la Selección de Austria duró apenas dos años puesto que participó en el servicio militar para el Imperio Austrohúngaro durante la Primera Guerra. No obstante, en 1919 el famoso técnico heredero de la filosofía futbolística del inglés Jimmy Hogan -conocida como ‘estilo escocés’- regresaría al mando del conjunto mayor austriaco para encausar sus años más felices.
Impresionantes goleadas frente a Alemania, Escocia e Inglaterra fueron razones suficientes para que gran parte del mundo se pusiera a las ordenes de Austria. El 12 de abril de 1931 la Orquesta del Danubio dirigida por Sindelar había derrotado por 2-1 a la extinta Checoslovaquia y a partir de allí encarriló una serie de 14 encuentros sin conocer la derrota (11 victorias, incluyendo varias goleadas, y tres igualdades). Esta racha finalizó en 1932, cuando los hombres de Meisl fueron vencidos por Inglaterra en Stamford Bridge. Sin embargo, hasta la caída en semifinales del Mundial de Italia 1934 ante los anfitriones, el Wunderteam sólo perdería otro compromiso: justamente ante Checoslovaquia y por el mismo resultado que en 1931.
La tenencia del balón y las constantes arremetidas al arco contrario eran los principales rasgos del cuadro de Meisl. Con sus grandísimas actuaciones, esta formación señaló una concepción diferente de jugar al fútbol por ese entonces. Fue el responsable de comenzar con una revolución en el deporte más popular de todos, con una actitud agresiva y arrolladora en las ofensivas. La recuperación inmediata por parte del quinteto de delanteros y el muro infranqueable que representaban los mediocampistas George Braun, Leopold Hoffman y Walter Nausch eran argumentos suficientes para que los adversarios tuvieran miedo de medirse con Austria.
Sin lugar a dudas que Sindelar fue el hombre que llevó a su equipo a ser el más poderoso en la década de 1930. Detrás de Karl Zischek, Friedrich Gschweild, Anton Schall y Adolf Vogel, el Bailarín de Papel se adelantaba hasta el punto penal para ocupar el rol de referente de área o retrocedía para generar juego con ayuda de Hoffman. Las sorprendentes apariciones del también llamado Mozart del Fútbol en cualquier parte de la cancha hacían del Wunderteam una alineación casi invencible.
A la segunda edición de la Copa del Mundo en Italia, Austria llegó como la gran candidata a obtener el trofeo “Jules Rimet”. Además, una victoria por 4 a 2 contra los Azzurros en un amistoso poco tiempo antes del inicio de la competición auguraban un triunfo austriaco. Eliminó a Francia en Turín por 3 a 2 en prorroga y a Hungría por 2 a 1 en cuartos de final, en Bologna. Pero el camino de Sindelar y sus compañeros se topó con los locales comandados por Vitorio Pozzo y que los vencieron gracias a su férreo Catenaccio, la lluvia que se precipitó sobre San Siro y el gol de Enrico Guaita a los 10 minutos del pitido inicial. Esa partida perdida significó lo que hasta hoy es un fútbol austriaco sin alegrías.
En los Juegos Olímpicos de Berlín 1936 la Orquesta del Danubio llegó a instancias decisivas pero también sucumbió ante los italianos. Para colmo de males, al año siguiente la Alemania Nazi de Adolf Hitler consumó la anexión de Austria a sus dominios y de esa manera gran parte del glorioso Wunderteam se desvaneció. Matthias Sindelar, la bandera más sobresaliente de ese elenco, murió en misteriosas circunstancias durante la conquista de su país.
Muchos equipos quedaron grabados en la historia por haber ganado grandes logros y títulos prestigiosos. En cambio, otros quedaron en los libros del fútbol mundial por su nivel desplegado en todas las canchas donde jugó. El Wunderteam de Sindelar y Hugo Meisl nunca consiguió ningún trofeo para sus vitrinas pero no es casualidad que hoy se siga hablando de su imparable juego.