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Equipos Históricos: Il Grande Torino

Publicado el 20 octubre 2011 por Marianofusco

Equipos Históricos: Il Grande Torino

En tiempos de Segunda Guerra Mundial, en los que solo el fútbol se había convertido en vía de escape para un país ultrajado y que comenzaba a sufrir las consecuencias de la derrota, hubo un equipo al que con el tiempo denominaron Il Grande Torino que decidió hacerse de un lugar privilegiado en la historia. Que fue idolatrado en Turin y amado en toda Italia hasta que una increíble tragedia lo transformó en mito.

Ganando cinco Scudettos de forma consecutiva, atrayendo a las grandes masas y combatiendo la decadencia futbolística del país con un juego valiente, descontracturado y ofensivo, aquel legendario conjunto ejerció una supremacía asombrosa durante gran parte de la década del 40, en la que por lejos se convirtió en el club más temido y respetado de la Vieja Europa.

Todo comenzó en 1942, año en el que el presidente de la entidad por aquel entonces, Ferrucio Novo, puso en práctica su ambiciosa idea de hacer grande al club y construyó el equipo en base a una política de fichajes excepcional.

Novo le confió la conducción del equipo al ingles Lesley Lievesley y contrató entre otros futbolistas a Valentino Mazzola, un genio del balón, a partir del cual el resto del equipo creció y se fue haciendo grande, obteniendo su primer titulo liguero en la temporada 1942/43, meses antes que la actividad sufriera una prolongada pausa de dos años a causa de la guerra.

Astuto e inteligente, el presidente evitó que gran parte de los futbolistas del plantel fueran alistados durante dicho lapso consiguiéndoles trabajo en la fabrica FIAT de Turin que el mismo comandaba, razón por la cual el equipo conservaba la misma base una vez finalizado el conflicto.

Lejos de especular, dicho conjunto siempre ganaba brindando autenticas exhibiciones, jugando en forma alegre y conjunta y enalteciendo los valores de un deporte que había comenzado a dejar de ser utilizado con fines netamente propagandísticos por el régimen fascista.

Si bien era Mazzola el que sobresalía, por ser el capitán y el más talentoso, absolutamente todos los futbolistas cumplían roles esenciales en aquel Torino, un equipo que jugaba con un esquema 3-4-3 y que al disponer mucho tiempo del balón era puesto a prueba pocas veces.

Respaldados por el legendario arquero Valerio Bacigalupo, Aldo Ballarin, Mario Rigamonti y Virgilio Maroso se movían con absoluta prestancia en la ultima línea, brindándole muchísima seguridad a un once que contaba con el buen hacer de sus dos mediocentros defensivos, Eusebio Castigliano y Giuseppe Grezar, y que de tres cuartos de campo en adelante era lanzado por los interiores Mazzola y Ezo Loik. Ambos habían llegado desde el Venezia y eran fundamentales en la gestación de cada maniobra ofensiva, de las cuales también participaban y con mucho acierto los finísimos extremos Romeo Menti y Franco Ossola. Esperando para resolver siempre se encontraba Guglielmo Gabetto, quien no perdonaba.

Reanudada la actividad, el Toro no detuvo su impoluta marcha y entre 1945 y 1949 obtuvo otros cuatro Scudettos anotando más de 300 goles, consiguiendo 112 victorias y cosechando tan solo 16 derrotas sobre un total de 156 encuentros disputados. La supremacía era tal, que el equipo mantuvo un increíble invicto de 93 partidos jugando en su estadio, aquel mítico recinto denominado Filadelfia del que hoy solo quedan restos.

Desde los más encumbrados hasta los más modestos. Todos le temían a aquel gran bloque, que al funcionar tan bien como conjunto hasta había logrado convertirse en la base de la selección italiana que dirigía Vittorio Pozzo, quien en un encuentro ante la poderosa Hungría de Puskas en 1947 -Italia ganó 3-2- alistó a diez de los once titulares del Toro, dejando solo al arquero Bacigalupo en el banco de suplentes.

Cuando la temporada 1948/49 llegaba a su fin y las jornadas por disputarse en Liga eran solo cuatro, el Torino le había sacado una ventaja más que considerable al Inter y se encaminaba rumbo a la obtención de su quinto titulo de Liga consecutivo, el cual todos pensaban celebrar una vez que regresaran de Lisboa, ciudad a la que el plantel se había trasladado invitado por el Benfica para participar de la despedida del capitán portugués Jose “Xico” Ferreira, en la que para desgracia del mundo futbolístico seria la ultima presentación del equipo en un campo de juego.

De regreso a la región del Piamonte, el avión trimotor FIAT G212CP de la aerolínea Avio Linee Italiane sufrió una desviación producto de la escasa visibilidad y la falta de apoyo desde tierra y se estrelló contra la cúpula de la Basílica de la ciudad de Superga, situada en los alpes turineses, cuando eran exactamente las 17:05 de la tarde del 4 de mayo de 1949. Nadie sobrevivió al impacto. Murieron futbolistas, integrantes del cuerpo técnico, dirigentes y periodistas.

Al no subirse al avión por guiño del destino, quienes se salvaron fueron el joven lateral izquierdo Sauro Tomá, lesionado en uno de sus meniscos, el defensor central Liugi Giuliano y el legendario jugador húngaro Ladislao Kubala, quien jugaba en el Pro Patria italiano y había sido invitado al evento pero no retornó junto al equipo al enfermarse su pequeño hijo.

La conmoción que la tragedia causó en Italia fue inmensa. El país se declaró en luto y casi un millón de personas asistieron al funeral celebrado en la plaza principal de Turin para despedir, uno por uno, a quienes habían sido sus héroes.

En un acto de total justicia, al Torino le dieron por ganada aquella Liga, en la cual el equipo acabo jugando con juveniles los cuatro encuentros que le faltaban, ante Palermo, Sampdoria, Fiorentina y Genoa, conjuntos que también hicieron lo mismo por respeto a aquel inolvidable combinado, al que solo la desgracia le impidió seguir escribiendo su propia historia.


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