Revista Comunicación
Hace 20 años, un día tal como hoy de 1994, la televisión dio un giro inesperado: un hombre llegaba a la pequeña pantalla para comenzar una serie que marcaría la historia para siempre, Michael Crichton. Conocido por novelas que luego se trasladaron a la gran pantalla (Jurassic Park, Sol naciente), uno de sus grandes proyectos fue ER, o Urgencias, como prefiráis, aquella serie de médicos que nos dio a conocer a grandes actores como George Clooney, Julianna Margulies o Noah Wyle. Hace un par de días que terminé mi viaje con esta serie, después de estar dos meses y cinco días, para ser exactos, día tras día viendo cómo las vidas de sus personajes evolucionan, cómo cambian, cómo crecen. Hoy vengo, no sólo a recomendaros esta serie que ha marcado la pauta para otras que han venido posteriormente, sino también para recordarla, ya que no toda serie puede decir que cumple dos décadas.
La trama se centra en el County General Hospital, en la ciudad de Chicago, donde los personajes pasan la mayor parte de su vida en Urgencias, una jungla que nunca descansa, en la que siempre hay pacientes que atender y poco tiempo para tomarse un mísero respiro. A veces, las horas parecen pasar lentamente, paciente tras paciente, diagnóstico tras diagnóstico, pero en otras, también hay tiempo para un poco de diversión: cotilleos sobre posibles amoríos entre enfermeras y doctores, un pequeño partido de baloncesto en una gélida noche de invierno, o simplemente tomando una taza de café para no dormirse en mitad del turno. Así vamos a pasar muchos capítulos, siendo testigos de la parte más profesional del trabajo y la más mundana, aquella que no se suele ver.
Para ello, los personajes son piezas clave, como en toda serie. Mark Greene (Anthony Edwards) es al primero que vamos a conocer, un hombre que ama su trabajo, un gran compañero, pero tiene un problema: lo que más ama también le hace daño a su familia. Con su mujer Jennifer en la facultad de Derecho y con una niña a su cargo, va a ser difícil cuadrar las agendas. En el polo opuesto, tenemos a Doug Ross(George Clooney), un pediatra que no tendrá ningún problema en saltarse las reglas del hospital en beneficio de sus pequeños pacientes. Es un tipo despreocupado, ligón por naturaleza pero que, en el fondo, cuanto más le conocemos, vemos el gran corazón que tiene. Las formas no son siempre las mejores, pero vale la pena ignorarlas por un momento para conocerle de verdad. Por la parte femenina de los doctores tenemos a Susan Lewis (Sherry Stringfield), quien sigue las reglas, tiene una gran relación con Mark y una buena carrera por delante, pero sus problemas familiares suelen llevarle por el valle de la amargura: su hermana no es la mejor de las compañías y siempre anda en cualquier lío. Estos tres personajes son uña y carne entre ellos, me encanta verlos interactuar porque se cuentan todo, son amigos a pesar de que a veces también sean rivales. Quien se desmarca de este trío es Peter Benton (Eriq La Salle), todo un luchador, competitivo hasta la médula, un futuro cirujano. Personalmente, es un personaje con el que he tenido una relación complicada – ni remotamente parecida a la que he tenido con Greene, Ross o Lewis – ya que es un personaje que me parece prepotente, demasiado ambicioso, subido a un pedestal, pero más tarde me ha sabido ganar con ciertos gestos y experiencias que ha tenido que vivir.
La parte contrapuesta a los médicos la forman las enfermeras. Carol Hathaway (Julianna Margulies) es la voz cantante, una chica que la lía en el propio piloto – os dejo que lo descubráis por vosotros mismos –, que lidia con sus inseguridades pero que tiene un corazón de oro, es un ángel, como algunos pacientes dijeron. Pero no sólo está Carol, Haleh, Chuny, Malik, Lydia, Conni… también formarán parte de este grupo sino también de vuestro viaje. En la serie se enseña que las enfermeras, una profesión que puede estar devaluada por la admiración a los doctores, son realmente importantes y que sin ellas, los médicos estarían completamente perdidos.
Por último pero no por ello menos importante, no me podía olvidar de él, del niño que se convirtió en hombre, del aprendiz que pasó a ser maestro: John Carter (Noah Wyle). Amor es lo que siento por él, admiración, orgullo de madre. Ver su evolución es ver un reflejo de la nuestra. Carter es el telespectador, cada uno de nosotros llegamos a Urgencias sin saber muy bien cómo actuar, qué hacer, dónde ponernos. Todo pasa ante nosotros a una velocidad de vértigo, nos quedamos perplejos, miramos a todas partes y nos quedamos en el sitio, esperando ver qué podemos hacer. Y, claro, Carter evoluciona, va cogiendo ritmo, lucha por los pacientes, se equivoca, acierta, se siente triste, cansado, feliz, eufórico, se enamora, le rompen el corazón. Y nosotros también con él. Podemos estar de acuerdo o no en muchas de las decisiones que toma, pero siempre estamos ahí, viendo cómo reacciona. Es increíble ver cómo progresa, una delicia – aunque a veces duela verle en ciertas situaciones –; difícil de explicar con palabras lo orgullosa que estoy de un personaje y de cómo acaba.
Hay una gran lista de personajes que nos encontraremos por el camino: Kerry Weaver (Laura Innes), la jefa más temida de Urgencias y a la cual, con el tiempo, querréis; Elizabeth Corday(Alex Kingston), Luka Kovac (Goran Višnjić) – mi gran crush en esta serie –, Abby Lockhart (Maura Tierney), Greg Pratt(Mekhi Phifer), Neela Rasgotra (Parminder Nagra), Ray Barnett (Shane West), Robert Romano (Paul McCrane) – personaje que he odiado a muerte pero que luego he añorado –, Jing Mei Chen (Ming-Na), Michael Gallant (Sharif Atkins), Jerry Markovic (Abraham Benrubi)… Todos os harán sentir algo, hasta odio como me ha pasado a mí, y lloraréis y reiréis con ellos, que es lo que más me transmite de una serie: el vínculo que creas con los personajes.
Y qué decir tiene que os encontraréis con gente conocida por el County General: Eva Mendes, Kirsten Dunst, Joe Manganiello (HIMYM, True Blood), Don Cheadle (House of Lies), Sally Field(Brothers & Sisters), quien ganó un Emmy por su interpretación; un jovencísimo Ewan McGregor, Forest Whitaker, Marisa Hargitay (Law & Order: SVU), Josh Radnor (HIMYM), James Cromwell (AHS: Asylum), Jared Padalecki (Supernatural), etc. Suelen ser papeles pequeños, algunos salen en un capítulo como pacientes, otros tienen una trama de varios capítulos.
Para mí, la esencia de ER es el compañerismo, cómo funciona un grupo de personas tan grande. Son una pequeña gran familia que se conoce bastante bien, se apoyan en los momentos malos, celebran los buenos, sienten el dolor juntos. Y nosotros también formamos parte de ella porque acabamos conociéndolos, lloramos, reímos, lo pasamos mal, nos enfadamos y frustramos. Esta frase de Carter de la series finale resume muy bien lo que quiero transmitiros:
“Hay espíritu de camaradería. Es lo que hace funcionar este lugar. Todo el mundo se ayuda por aquí”
Al mismo tiempo, esta serie es como la vida la misma: unos vienen y otros se van, y eso queda muy bien reflejado a lo largo de las temporadas. Uno crece, madura y se da cuenta de que necesita salir al exterior, cambiar de aires, perseguir al amor de su vida. Otros buscan esa madurez, crecer tanto personal como profesionalmente, huyen, se refugian y, luego, también se van para seguir adelante. Es un ciclo que nos hace hablar de generaciones de médicos. Por otra parte, si tuviera que definir a esta serie con una palabra sería “equilibrio”. Existe un balance entre la trama puramente médica, con sus procedimientos, su vocabulario técnico, y la trama sentimental de cada uno de los personajes en todos los capítulos. Por eso, no compararía ER con Grey’s Anatomy o House ya que ambas pecan de ensalzar un lado u otro de la balanza.
Personalmente, ERha sido un reto importante en mi vida, es la serie más larga que he visto – 15 temporadas, de unos 22 capítulos de media, más de 300 capítulos, muchísimas horas compartiendo momentos con sus personajes –. Ha sido un viaje muy agradable, con grandes momentos pero sin olvidar aquellos en los que lo he pasado mal – el cansancio del camino, tramas y personajes que no me gustaban –; pero quiero quedarme con lo bueno porque, al final de este trayecto, saco un balance en positivo. Me ha enseñado cosas sobre medicina, me ha hecho querer y odiar a personajes, he descubierto por qué generaciones de mujeres desean a George Clooney y ahora lo entiendo muy bien, me ha hecho ver la química que hay entre Clooney y Margulies – deliciosa –, lo mucho que envidio la relación mentor-aprendiz de Benton y Carter, o lo mucho que quiero encontrar un Luka en mi vida – este señor me mata –, entre otras cosas. Ha sido una gran experiencia que deja un vacío en mi anterior ahora que ha tocado a su fin, difícil de llenar y más difícil de olvidar.
Lleva veinte años marcando a generaciones, descubriéndoles las maravillas de la Medicina, creando escuela en la televisión, emocionándonos con sus historias y personajes, siendo deliciosamente entretenida. Os invito a ver una parte importante de la historia de la televisión.
Os invito a entrar en Urgencias.
Irene (@MissSkarsgard)
La trama se centra en el County General Hospital, en la ciudad de Chicago, donde los personajes pasan la mayor parte de su vida en Urgencias, una jungla que nunca descansa, en la que siempre hay pacientes que atender y poco tiempo para tomarse un mísero respiro. A veces, las horas parecen pasar lentamente, paciente tras paciente, diagnóstico tras diagnóstico, pero en otras, también hay tiempo para un poco de diversión: cotilleos sobre posibles amoríos entre enfermeras y doctores, un pequeño partido de baloncesto en una gélida noche de invierno, o simplemente tomando una taza de café para no dormirse en mitad del turno. Así vamos a pasar muchos capítulos, siendo testigos de la parte más profesional del trabajo y la más mundana, aquella que no se suele ver.
Para ello, los personajes son piezas clave, como en toda serie. Mark Greene (Anthony Edwards) es al primero que vamos a conocer, un hombre que ama su trabajo, un gran compañero, pero tiene un problema: lo que más ama también le hace daño a su familia. Con su mujer Jennifer en la facultad de Derecho y con una niña a su cargo, va a ser difícil cuadrar las agendas. En el polo opuesto, tenemos a Doug Ross(George Clooney), un pediatra que no tendrá ningún problema en saltarse las reglas del hospital en beneficio de sus pequeños pacientes. Es un tipo despreocupado, ligón por naturaleza pero que, en el fondo, cuanto más le conocemos, vemos el gran corazón que tiene. Las formas no son siempre las mejores, pero vale la pena ignorarlas por un momento para conocerle de verdad. Por la parte femenina de los doctores tenemos a Susan Lewis (Sherry Stringfield), quien sigue las reglas, tiene una gran relación con Mark y una buena carrera por delante, pero sus problemas familiares suelen llevarle por el valle de la amargura: su hermana no es la mejor de las compañías y siempre anda en cualquier lío. Estos tres personajes son uña y carne entre ellos, me encanta verlos interactuar porque se cuentan todo, son amigos a pesar de que a veces también sean rivales. Quien se desmarca de este trío es Peter Benton (Eriq La Salle), todo un luchador, competitivo hasta la médula, un futuro cirujano. Personalmente, es un personaje con el que he tenido una relación complicada – ni remotamente parecida a la que he tenido con Greene, Ross o Lewis – ya que es un personaje que me parece prepotente, demasiado ambicioso, subido a un pedestal, pero más tarde me ha sabido ganar con ciertos gestos y experiencias que ha tenido que vivir.
La parte contrapuesta a los médicos la forman las enfermeras. Carol Hathaway (Julianna Margulies) es la voz cantante, una chica que la lía en el propio piloto – os dejo que lo descubráis por vosotros mismos –, que lidia con sus inseguridades pero que tiene un corazón de oro, es un ángel, como algunos pacientes dijeron. Pero no sólo está Carol, Haleh, Chuny, Malik, Lydia, Conni… también formarán parte de este grupo sino también de vuestro viaje. En la serie se enseña que las enfermeras, una profesión que puede estar devaluada por la admiración a los doctores, son realmente importantes y que sin ellas, los médicos estarían completamente perdidos.
Por último pero no por ello menos importante, no me podía olvidar de él, del niño que se convirtió en hombre, del aprendiz que pasó a ser maestro: John Carter (Noah Wyle). Amor es lo que siento por él, admiración, orgullo de madre. Ver su evolución es ver un reflejo de la nuestra. Carter es el telespectador, cada uno de nosotros llegamos a Urgencias sin saber muy bien cómo actuar, qué hacer, dónde ponernos. Todo pasa ante nosotros a una velocidad de vértigo, nos quedamos perplejos, miramos a todas partes y nos quedamos en el sitio, esperando ver qué podemos hacer. Y, claro, Carter evoluciona, va cogiendo ritmo, lucha por los pacientes, se equivoca, acierta, se siente triste, cansado, feliz, eufórico, se enamora, le rompen el corazón. Y nosotros también con él. Podemos estar de acuerdo o no en muchas de las decisiones que toma, pero siempre estamos ahí, viendo cómo reacciona. Es increíble ver cómo progresa, una delicia – aunque a veces duela verle en ciertas situaciones –; difícil de explicar con palabras lo orgullosa que estoy de un personaje y de cómo acaba.
Hay una gran lista de personajes que nos encontraremos por el camino: Kerry Weaver (Laura Innes), la jefa más temida de Urgencias y a la cual, con el tiempo, querréis; Elizabeth Corday(Alex Kingston), Luka Kovac (Goran Višnjić) – mi gran crush en esta serie –, Abby Lockhart (Maura Tierney), Greg Pratt(Mekhi Phifer), Neela Rasgotra (Parminder Nagra), Ray Barnett (Shane West), Robert Romano (Paul McCrane) – personaje que he odiado a muerte pero que luego he añorado –, Jing Mei Chen (Ming-Na), Michael Gallant (Sharif Atkins), Jerry Markovic (Abraham Benrubi)… Todos os harán sentir algo, hasta odio como me ha pasado a mí, y lloraréis y reiréis con ellos, que es lo que más me transmite de una serie: el vínculo que creas con los personajes.
Y qué decir tiene que os encontraréis con gente conocida por el County General: Eva Mendes, Kirsten Dunst, Joe Manganiello (HIMYM, True Blood), Don Cheadle (House of Lies), Sally Field(Brothers & Sisters), quien ganó un Emmy por su interpretación; un jovencísimo Ewan McGregor, Forest Whitaker, Marisa Hargitay (Law & Order: SVU), Josh Radnor (HIMYM), James Cromwell (AHS: Asylum), Jared Padalecki (Supernatural), etc. Suelen ser papeles pequeños, algunos salen en un capítulo como pacientes, otros tienen una trama de varios capítulos.
Para mí, la esencia de ER es el compañerismo, cómo funciona un grupo de personas tan grande. Son una pequeña gran familia que se conoce bastante bien, se apoyan en los momentos malos, celebran los buenos, sienten el dolor juntos. Y nosotros también formamos parte de ella porque acabamos conociéndolos, lloramos, reímos, lo pasamos mal, nos enfadamos y frustramos. Esta frase de Carter de la series finale resume muy bien lo que quiero transmitiros:
“Hay espíritu de camaradería. Es lo que hace funcionar este lugar. Todo el mundo se ayuda por aquí”
Al mismo tiempo, esta serie es como la vida la misma: unos vienen y otros se van, y eso queda muy bien reflejado a lo largo de las temporadas. Uno crece, madura y se da cuenta de que necesita salir al exterior, cambiar de aires, perseguir al amor de su vida. Otros buscan esa madurez, crecer tanto personal como profesionalmente, huyen, se refugian y, luego, también se van para seguir adelante. Es un ciclo que nos hace hablar de generaciones de médicos. Por otra parte, si tuviera que definir a esta serie con una palabra sería “equilibrio”. Existe un balance entre la trama puramente médica, con sus procedimientos, su vocabulario técnico, y la trama sentimental de cada uno de los personajes en todos los capítulos. Por eso, no compararía ER con Grey’s Anatomy o House ya que ambas pecan de ensalzar un lado u otro de la balanza.
Personalmente, ERha sido un reto importante en mi vida, es la serie más larga que he visto – 15 temporadas, de unos 22 capítulos de media, más de 300 capítulos, muchísimas horas compartiendo momentos con sus personajes –. Ha sido un viaje muy agradable, con grandes momentos pero sin olvidar aquellos en los que lo he pasado mal – el cansancio del camino, tramas y personajes que no me gustaban –; pero quiero quedarme con lo bueno porque, al final de este trayecto, saco un balance en positivo. Me ha enseñado cosas sobre medicina, me ha hecho querer y odiar a personajes, he descubierto por qué generaciones de mujeres desean a George Clooney y ahora lo entiendo muy bien, me ha hecho ver la química que hay entre Clooney y Margulies – deliciosa –, lo mucho que envidio la relación mentor-aprendiz de Benton y Carter, o lo mucho que quiero encontrar un Luka en mi vida – este señor me mata –, entre otras cosas. Ha sido una gran experiencia que deja un vacío en mi anterior ahora que ha tocado a su fin, difícil de llenar y más difícil de olvidar.
Lleva veinte años marcando a generaciones, descubriéndoles las maravillas de la Medicina, creando escuela en la televisión, emocionándonos con sus historias y personajes, siendo deliciosamente entretenida. Os invito a ver una parte importante de la historia de la televisión.
Os invito a entrar en Urgencias.
Irene (@MissSkarsgard)