Revista Cine

Era un 7 de diciembre de 1941…

Por 39escalones

Era un 7 de diciembre de 1941…

El 7 de diciembre del próximo año se cumplen setenta del ataque japonés a Pearl Harbour, que supuso la entrada de los Estados Unidos en la Segunda Guerra Mundial y la inclinación de la balanza hacia los enemigos del Eje, pero nosotros, para no seguir la corriente en plan oveja del rebaño, nos acordamos hoy. Dejando de lado la más que probable verdad histórica, el hecho de que los norteamericanos conocían el plan de ataque y dejaron morir a alrededor de tres mil de sus compatriotas para conseguir que la población se tornara favorable a la intervención en una guerra que no quería mientras el Gobierno ponía a salvo en California lo mejor de su flota y dejaba que bombardearan los saldos, el cine se ha ocupado en distintas ocasiones de este episodio histórico.

Sin mencionar la horrorosa versión de Michael Bay, que apareció en nuestra tienda de los horrores con gran merecimiento, y rechazando la visión propagandística, falsa y victimista que Roosevelt acuñó sobre el acontecimiento al bautizarlo como “el día de la infamia”, la mejor crónica de los hechos fue la filmada por Richard Fleischer, Kinki Fukasaku y Toshio Masuda, Tora! Tora! Tora! (1970), que reproduce con gran meticulosidad no exenta de enorme y efectiva espectacularidad los prolegómenos políticos y militares del evento y a la vez invita a reflexionar acerca de por qué los Estados Unidos, siempre que intervienen en una guerra, disfrazan sus verdaderas intenciones como respuesta legítima a un ataque que ellos mismos no han dejado de intentar provocar ni un segundo, cuando no se lo inventan directamente o lo cuentan al revés (la guerra de Cuba y el hundimiento del Maine, la Primera Guerra Mundial y el hundimiento del Lusitania, la guerra de Corea, el incidente del golfo de Tomkin que motivó la intervención militar americana en Vietnam, la Primera Guerra del Golfo, la invasión de Afganistán e Irak tras el 11-S; demasiadas coincidencias en el modus operandi para que todo sea casualidad, ¿no?).

La película, resultando más que apreciable, no llegó a ser lo excelente que hubiera podido llegar a ser si Akira Kurosawa, que intentaba hacer cine fuera del Japón que ya no quería saber nada de él como director, no hubiera sido despedido. Parte del material que el cineasta japonés rodó se ha podido ver este año en ediciones especiales en homenaje al gran maestro nipón. Pensar en Tora! Tora! Tora! siempre será imaginar la película que no pudo ser.

Era un 7 de diciembre de 1941…



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