Revista Arte

Érase una vez… dentro de los Libros Sagrados

Por Lasnuevemusas @semanario9musas

Y Hashem creó con la Palabra, revelando con ello el conocimiento de su propia esencia que al contraerse y expandirse se interna para convertirse en exterior, llevando en este proceso de revelación la Escucha o el Shema y por supuesto el Silencio, lenguaje de D/os.

La Revelación divina se muestra a través de diversas etapas de Encarnación, no desde el sentido otorgado por la doctrina católica, pero si desde un aspecto que conduce a entender las palabras de Jesús desde su esencia judía.

  • La encarnación de D/os se manifiesta al contraerse, expandirse y crear.
  • Al crear al Hombre y vestirlo con vestimentas de piel.
  • Al encarnarse en la dualidad del ser humano para retornar al uno.

Estos conceptos son el tema central del judaísmo, del cristianismo y en algunos puntos del islam, religiones que a través de una narrativa poética, profunda y sencilla trazada en los Libros Sagrados introducen al conocimiento de D/os al retomar al cuerpo, sus siete lenguajes al partir del simbolismo depositado en la Torá por medio de los nombres, posturas, actos y sobre todo de los diálogos desarrollados no sólo con la Palabra, sino de cada dialogo develado en la escucha y en el Silencio.

Como bien se sabe cada uno de los Libros Sagrados muestra y se desenvuelve a través de diversos géneros literarios, estudiados por grandes pensadores como Stéphane Mosés, quien desde pequeño tuvo relación con grandes hombres de la literatura como Thomas Mann, o Eduard Bernstein, pensador socialista y de izquierda. Entrar en contacto con la obra de estos grandes hombres ayudan al lector no sólo creyente sino a quien es apasionado de la literatura a comprender el mensaje ético y critico-social que los Libros Sagrados traen en sí mismos, y llevan a comprender el por qué grandes escritores toman, frases, episodios o ciertas características de la narrativa sagrada para exponer sus temas, un ejemplo de ello, es el ya mencionado Thomas Mann, con sus libros sobre José y sus hermanos[1] o Saramago quien más allá de su ateísmo toma la sabiduría sagrada para exponer su manera de comprender la identidad de un mundo que sigue en construcción espiritual, por qué, ¿cómo entender la identidad, cuando la construida se va destruyendo a causa de la ambición y el poder, o como amar y aceptar el concepto de D/os ante la violencia y la mentira?, y es en esta situación de la vida/existencia en donde retornan las tres preguntas fundamentales de las cinco grandes religiones, ¿Quién soy? ¿De dónde vengo? ¿A dónde voy?, preguntas que encuentran continuidad en las palabras de Hamlet[2], Ser o no ser, esa es la cuestión, es decir, vivir o morir, hablar o callar, preguntas sin respuesta en la literatura pero las cuales obtiene respuesta en los Libros Sagrados en las palabras de Hashem a Moisés, Diles que soy el que soy, es aquí, donde ser o no ser, tiene su respuesta, porque quien escucha a D/os no tiene necesidad de elegir entre la vida y la muerte, porque el amante de D/os vive en el Kayros, es decir, en la eternidad del Uno.

Pero ¿qué significa este concepto de eternidad? Para entenderlo, es necesario profundizar en aspectos particulares de la Torá en relación con tres partes fundamentales con las cuales el ser humano tiene para encontrarse con D/os.

  • El cuerpo - Siete lenguajes: 1. Corporal 2. Emocional/sentimental 3. Sensitivo 4. Instintivo, 5. Racional. 6. Sexual. 7.
  • La Palabra.
  • El silencio - contemplación - escucha.

Cada uno de estos conceptos nos hacen comprender que el punto de encuentro con la respuesta se haya en la alteridad cotidiana, no desde la doctrina o religión, sino desde la Palabra de la Torá que conduce hacia el Yo, por medio siempre de preguntas, comenzando por las de D/os al ser humano, como muestra de su amor, por qué el acto de preguntar de D/os ante las equivocaciones de la humanidad, eliminan el juicio, porque si D/os no juzga ningún ser humano debe hacerlo. Hashem pregunta para que la respuesta no justifique un acto sino para que al salir desde el espíritu y el cuerpo lleve a la Verdad, por ello, al leer a Kafka comprendemos la pregunta que se hace él mismo a través de Josef K en El Proceso, Estoy aquí, pero ¿de qué soy culpable?[3], la respuesta quizá sería que sólo se puede ser culpable de no querer comprender, por esta razón y en base a la necesidad de profundizar en algunos conceptos fundamentales para entender el mensaje sagrado más allá de la doctrina, se explicarán algunos puntos fundamentales.

Comenzaré con los versos escritos en el Cantar de los Cantares ¡Qué me bese con los besos de su boca! Mejores son que el vino tus amores. Palabras que a primera lectura narran un encuentro entre dos amantes, siendo este el punto principal para desestimar este texto como formar parte del canon del Tanaj, pero el cual a partir de una lectura alegórica se percibió el mensaje narrativo del encuentro entre D/os y su pueblo, pero, esta interpretación llegó más lejos al relacionarla con los mandamientos dados por D/os a Moisés. Los besos, marcados en plural, describen la división de los Diez Mandamientos en una dualidad-

  • los dos primeros mandamientos a través de los cuales D/os habla a su pueblo.
  • los siguientes ocho mandamientos en donde es Moisés quien los pronuncia, dejando claro una enseñanza: Hashem, exige a su pueblo no debe amar a otro D/os, pero, los siguientes al declararlos Moisés otorgan toda la responsabilidad para llevarse a cabo al ser humano quien debe comprenderlos, decírselos a sí mismo a través del otro porque es la única manera como se pueden cumplir.

Esta enseñanza continua porque al pronunciarse los dos primeros en primera persona se está mostrando que el encuentro con D/os es personal y al ser nombrados los siguientes ocho en tercera persona implica su cumplimiento en comunidad.[4]

Eliya de Vilna[5], explica este primer encuentro de los amantes, como algo pasional que sale de lo natural para convertirse en sublime, como lo es todo encuentro con D/os. Los besos representan la unión de la unidad con la materia, a través de lo femenino y lo masculino para hacerse uno, es así como, esta creación de Adaham, se encarna de una manera diferente: el ser humano se ha comprendido en el otro, se sabe Uno pero, a la vez se contempla en pareja; el espíritu nacido del aliento de D/os, vestido de carne o de materia, se recrea en el beso a través del otro y retorna al Uno.

Este acto de la sexualidad manifiesta la encarnación del tiempo y el espacio a través de las palabras de D/os, Hágase la luz, manifestando el encuentro materia-espíritu no sólo en el ser humano sino en todos los actos de la creación. A este encuentro se une lo trazado en el Salmo 62, D/os ha hablado una vez, pero dos veces lo he oído.[6] Estas palabras tienen dos sentidos, el ya mencionado y relacionado con los mandamientos, y aquél donde se explica que la materia y el espíritu escuchan a D/os a través del Alma, convertida en el mediador entre un plano y otro, como bien lo menciona Mario Saban.

Los dos primeros mandamientos Yo soy el Señor tu D/os, y No habrá para ti otros dioses delante de mí[7], fueron pronunciados en una sola palabra relacionada con el nombre de D/os, significando que al pronunciar su nombre se están diciendo estos preceptos. Esta enseñanza, se resalta en el significado del nombre Allah dentro de los 99 nombres de D/os para los musulmanes, en el islam se explica que con sólo decir Allah, se está diciendo no existe ningún otro D/os, ya que sólo es Uno.

En el Cantar de los Cantares, a través de los besos, se enseña lo dicho anteriormente más dos significados profundos: D/os se pronuncia, y se estipula que es en el corazón del ser humano donde vive Hashem y desde donde se deben entender no sólo los mandamientos sino cualquier palabra y acto. El beso absorbe la palabra del otro y la propia, la escucha y se revela Silencio, reflejo del lenguaje divino. Estas palabras se enaltecen en el plural, porque permite comprender que la unidad divina sólo toma sentido cuando el hombre o la mujer encuentran su materia en el espíritu y viceversa, primero en ellos mismos y después en el otro.

Eliya de Vilna explica que los besos se refieren a la dualidad, la cual puede entenderse como lo divino y lo humano, el tiempo y la eternidad, la materia y el espíritu, actos manifestados en las primeras palabras del Séfer Bereshit, Bereshit Bará, porque al comenzar con la letra Bet, se está explicitando la dualidad surgida del Uno, de la cual surge una lista de dualidades: cielo - tierra, luz - oscuridad, día - noche, las aguas de arriba - las aguas de abajo, demarcando que esta dualidad preexiste en la Unidad de la creación, quizá por ello, la astrofísica y la cuántica señalan que esta enseñanza se encuentra en el cerebro: hemisferio derecho - hemisferio izquierdo.

Es en esta dualidad donde el Eros manifiesta el encuentro del espíritu con la materia como lo menciona Georges Bataille en su texto sobre el Erotismo, porque no hay encuentro erótico si esta dualidad no camina entrelazando lo corporal con lo espiritual, el primer lenguaje con el séptimo. Es a través del Eros que encuentra sentido la mística, y a través de ella la Ley toma su significado ético. Los besos que el amante - D/os da al amado - ser humano en el Cantar de los Cantares simbolizan la Ley la cual marca el encuentro con la unidad/dualidad de lo divino, en donde D/os se da a conocer a través de los otros, porque el ser humano debe de reflexionar, encontrarse en el otro para entender la eternidad sin mediadores, simplemente a través de la responsabilidad del libre albedrío, nacido de ese amor divino que se manifiesta y procede no de las manifestaciones de D/os sino de su ausencia, porque es a partir de esta ausencia donde el ser humano encuentra su alteridad, de ahí que el lenguaje de D/os sea el Silencio y este un lugar teológico.

Otra enseñanza fundamental se encuentra en la relación de Esaú y a Jacob, quienes a pesar de vivir en un mismo vientre se rechazan el uno al otro, analogía de la humanidad o como lo señala el Talmud y la tradición rabínica del imperio romano y el pueblo de Israel.

Esta lectura lleva a preguntarnos, ¿por qué si la humanidad procede de un mismo origen se niega a compartir el espacio destinado, creando fronteras y apropiándose de la tierra?, pero al mismo tiempo se nos vuelve a mostrar la dualidad del caminar humano: sedentario y nómada, quien busca la estabilidad y quien anhela encontrar algo más a través del caminar, así a través de estos dos personajes se nos describe como al separarse la materia del espíritu, la unidad se quebranta enfrentándose en el interior y por ende surgiendo conflictos entre el poder y la religión, la creencia contra la fe, el idealismo contra la utopía, actos que dentro del pueblo de Israel manifiestan la separación a partir del judaísmo histórico frente al modelo metafísico

En esta parte toma sentido el concepto de primogénito, conduciendo hacia la pregunta, ¿quién es el mayor?, es en este texto donde se aclara que el mayor de edad no tiene relación con la primogenitura, porque, el primero es quien cumple, comprendiéndose las palabras de Jesús cuando dice los últimos serán los primeros, porque primogénito es quien cumple la palabra de D/os. En este texto se señala la primogenitura espiritual de quien sabe esperar y escuchar a D/os.

Esta lectura describe la falta de paciencia como aquello que descalifica a Esaú, el hambre de querer todo inmediatamente para satisfacer el instante, lo material sin reflexionar si es el momento adecuado, actuar sin responsabilidad, el transformar cada momento en un fin en sí mismo y no en un acto para el porvenir, el cual, no se relaciona con la prolongación del presente, sino con lo que se va construyendo sobre el significado verdadero de prójimo. Esaú elimina al prójimo al pensar sólo en sí mismo y fractura el porvenir, siendo en este punto donde el más allá también encuentra su significado, porque no se está hablando de un comienzo a partir del fin de la historia, sino de ese espacio existente al abrirse y entrar en el otro, el más allá es el estadío donde el Yo se convierte en estructura y en hogar del prójimo, comprendiendo el sentido de la alteridad descrita por Levinas, el más allá es la muerte del uno mismo para entrar en el Reino de D/os que es el semejante y la creación, teniendo su cumplimiento en la Torá a partir de la bendición de Esaú a Jacob, y donde encuentra sentido el Tikum Olam, porque mientras un mundo se destruye otro se construye, cuando la persona se percibe en otro deja de ser para sí mismo, es decir, se reconstruye en cada encuentro y retorna al Uno al reconectarse con esa parte divina que el Otro lleva en su interior.

La lectura de la relación de Esaú y Jacob, retoman el sentido y la pregunta de ser y no ser, la muerte - vida, donde el principio se manifiesta al escuchar en el Silencio la esencia, el origen y sobre todo al pronunciar la Palabra y retornar al Principio, tomando sentido el evangelio de san Juan, 1:1 En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios. [8]

Hasta aquí el concepto de ser y no ser tiene un sentido básico, pero toma una profundidad distinta en torno al significado del nombre de D/os, Yo seré el que seré, ¿Qué significa este nombre, ¿qué se nos quiere decir a través de su significado?, analicemos el pasaje brevemente, D/os se muestra a Moisés, su voz se presenta. Nuevamente la Palabra revela la esencia enseñando que quien escucha retorna a la unidad de D/os al entrelazarse en el Silencio. En ese encuentro D/os recuerda que Él es el D/os de Abraham, de Isaac y de Jacob, el mismo D/os, pero diferente, porque la visión y el encuentro con El es desemejante en cada ser humano, expandiéndose el misterio y haciendo que la Palabra continúe en dialogo eternamente.

D/os dice a Moisés, diles que soy el que seré, nombre que lleva implícito el pasado y ese presente que llega y desaparece para ser, y rememora que nunca antes había pronunciado su nombre, solamente se había presentado como El Señor, es en esta explicación donde se entiende porque el Monte Horeb y el Sinaí se revelan uno mismo, es decir el Horeb muestra al D/os de los padres y el Sinaí al D/os del pueblo de hebreo, se muestra esa dualidad tan importante para los Libros Sagrados, siendo esta la presencia individual y colectiva, en materia y espíritu, a través del fuego blanco y el fuego negro como se menciona en el Zohar, y al mismo tiempo el verbo Ser adquiere una doble función porque al no existir presente, todo fue y será, dejando que D/os sea sólo quien es, porque es este verbo, donde se adquiere eternidad, por ello, su nombre dice Yo seré el que ustedes quieren que sea, o mejor aún seré lo que ustedes hagan de mí. Por esta razón en el islam el Yo sólo le pertenece a Allah.

Además de esta enseñanza el nombre divino adquiere un significado y un significante, dando así al nombre un sentido de revelación, no sólo para D/os, sino para los elegidos, como se ve en el cambio de nombre de Abran a Abraham y en donde se retorna al sentido e importancia de Adaham, quien al darle nombre a todos los animales de la creación fortalece la revelación al revestirla de significado, convirtiéndose en el primer poeta, como lo describió el poeta y maestro de la lengua del Uruguay Saul Ibargoyen.

Esta importancia del nombre se manifiesta en el nombre de Isaac, quien se enfrenta a su hermano Ismael, no por causas personales sino por dos motivos,

  1. Por decisión divina.
  2. Por el egoísmo de Sara, quien en su acto demuestra su ingratitud al desprenderse de lo que en un tiempo le sirvió y de quien le fue fiel, marcando una ruptura nuevamente entre la mujer y D/os, como tiempo atrás lo hizo Eva, pero, esta ruptura no se debe entender desde el sentido de género, sino desde el quebrando de una de las dualidades de la unidad, de la materia con el espíritu, la cual se sana a través de D/os al pedir dos sacrificios, el de Isaac ante el altar y el de Ismael en el desierto ante los cuales el nombre de D/os se hace eternidad al perpetuarse en el pasado para ser futuro, dejando sólo para El, el presente.

Es interesante recordar que antes de presentarse con este nombre, D/os no se había pronunciado así mismo, es decir, su esencia estaba en él sin expandirse hacia el otro, es hasta que D/os se nombra que toma sentido en la historia del ser humano, donde el destino se convierte en esperanza y donde el hombre al pronunciar su nombre y entender la eternidad se convierte en un ser sometido a Él. En este punto es interesante profundizar en como la voz "musulmán" encuentra un sentido completamente similar.

Este nombre de D/os, es resumido -por decirlo así- como el Eterno por Calvino quien encuentra en la descripción del nombre el sentido de la eternidad, es así como: HajaH - Él ha sido, HoWéH - Él es, JiHijéH - Él será, une el tiempo con la Eternidad, el Cronos con el Kayros. Es en esta contracción del tiempo donde la experiencia humana se hace divina y donde la Redención se manifiesta como el encuentro de la materia con el espíritu. Además, resalta que la revelación se demarca por la historia y no viceversa, y resaltando que el nombre demarca la esencia y al mismo tiempo al ser pronunciado se hace parte, actor y testigo. El nombre de D/os se manifiesta de diversas maneras porque se muestra su misterio y se valora la diferencia, pero ¿cómo entender el caminar de D/os dentro de la historia?, para comprender este caminar nos encontramos con tres personajes signos de la alteridad, Abraham quien implora la salvación de Sodoma y Gomorra; Moisés mediador entre el pueblo y D/os quien enfurece ante la creación del becerro de oro y Jonás quien salva a los habitante de Nínive aunque esta no es su voluntad.

En cada uno de estos personajes se muestra el sentido de espiritualidad y se toma a la reflexión como un significante porque las Palabras deben de hacer que el ser humano se canse de la injusticia para reencontrarse con lo divino. Nadie es tan injusto para no poder arrepentirse o poder sembrar una semilla para el futuro, esta enseñanza se percibe a través de la descendencia de Ruth quien es moabita y fue la semilla del Rey David.

En la petición de cada uno de estos profetas, la justicia se establece particularmente porque se hace presente la alteridad, el desprendimiento del Yo para realizar lo que D/os necesita, construyendo así una fortaleza espiritual, en donde no existe mayor deseo que cumplir la voluntad de D/os aún en contra de los propios ideales como se muestra en Jonás, o como lo interpreta la Cábala luriánica donde el universo entremezclado une la dualidad material con la espiritual, para llegar a un conceso de contemplación, la cual puede ser aceptada o rechazada, como lo expresan las actitudes del profeta Jonás, quien sumergido en su Yo, trata de evitar que D/os intervenga en su historia limitando no la salvación del otro sino la propia, el relato de Jonás, especifica que la salvación la necesita quien ve los errores ajenos huyendo de los propios y quien somete las leyes de D/os a la moral, es decir, al juicio eliminando a conveniencia propia la ética o la enseñanza.

En la historia de estos tres personajes se manifiesta la salvación no como un acto relacionado con el otro, sino conexo con la interiorización de las propias acciones las cuales manifiestan la visión de D/os, porque en ella se expande la manera de contemplar del corazón.

Otro de los elementos fundamentales es el becerro de oro, origen de la idolatría y a través de al cual se pretende enseñar que este becerro no sólo implica adorar a otro D/os, sino también manifiesta la perdida del ser humano de profundizar en el misterio, de ese buscar que lleva a no encontrar perpetuando la utopía su significado, no encontrar para despertar y continuar construyendo.

En esta historia se explica que el ser humano no debe buscar intercesores para encontrarse con D/os, por ello, explican los sabios de la Tora, el pueblo escucha sólo la primera palabra de los dos mandamientos principales, es decir, Anojí, donde el Aleph simboliza la unidad primera, separada a causa de la impaciencia del pueblo. Moisés representa la intersección del otro para encontrarse con lo divino, porque el escuchar a D/os se convierte en responsabilidad personal la cual debe expandirse a la comunidad, pero cuando Moisés muere, causa angustia y en ciertos instantes fortaleza, es aquí donde la pérdida del intercesor encuentra sentido en la responsabilidad de buscar por uno mismo para después entregarse al otro. Por otra parte, muestra el miedo de dejar el confort, la rutina, pero quien busca a D/os sabe que cada día es una revelación.

Otro punto fundamental es el Mesías en relación con la Redención, la cual se cumple no en la espera de un Mesías en particular sino de un Mesías metafísico que cada ser humano lleva en su interior, es decir, ese ser humano quien se muestra al otro para redimirlo, en donde D/os se aleja de cualquier símbolo para convertirse en signo de contemplación que retorna a la unidad, porque El símbolo es a la vez revelador y pantalla, manifiesta un sentido al tiempo que lo oculta[9], mientras que el signo lo vuelve parte del sentido de la existencia, la cual se ha comprendido más desde la filosofía hegeliana que desde la Torá, provocando vacíos y al mismo tiempo expandiendo sus significados, los Libros Sagrados se fundamentan en el dialogo entre la revelación y la historia, entre el Kayros y el Cronos, otorgando sentido al nombre divino, al volverse sinónimo de la eternidad, es decir esta mezcla de pasado-futuro, a través de la cual Hegel crea una dialéctica entre la sustancia y la esencia, retomando el sentido de la dualidad concibiéndose la Historia como el desarrollo del Espíritu absoluto, al creerse que no existe nada fuera del tiempo histórico, lo cual se contrapone y une con el kayros de la revelación, porque en este la historia se cumple en la revelación, pero al mismo tiempo la revelación se va convirtiendo en historia.

Esta historia se fundamenta en dos personajes simbólicos fundamentales, a través de los cuales se describen los elementos fundamentales para la comprensión no sólo de la mística sino de relgión y la doctrina, es decir, Adán y Eva.

En el capítulo 1 del Séfer Bereshit se describe el significado de encarnación teniendo su origen a partir del momento en donde la energía se reviste de carne, donde el espíritu se mezcla con la materia de manera semejante a como la creación se reviste de ella cuando Adaham le otorga un nombre. A través de esta historia no sólo se explica el sentido de la encarnación sino, la sabiduría de la creación la cual no tiene necesidad del conocimiento otorgado por la razón, porque la naturaleza y los seres vivos tienen claro a donde van, de donde vienen y quienes son.

Es así como la encarnación se encuentra a través del cuerpo, en la unión del aliento divino con la materia, y en la alianza de dos seres quienes se saben semejantes D/os, pero a la vez imagen del otro. Esta dualidad lleva al ser humano hacia el conocimiento y la sabiduría a través del alma, la cual se revela equilibrio y dialogo entre la materia y el espíritu.

La antropología judía explica que la Palabra une la materia con el Espíritu, por ello D/os crea con la Palabra, y le da la misma capacidad al ser humano de nombrar llevando en ello el reconocimiento de la esencia, pero, en contraparte, en el cántico de la creación los animales alaban a D/os, lo nombran y expresan la esencia con la cual cada uno fue creado. En este entender el hombre -humanidad se muestra como una unidad que no puede encontrar su sentido sino es a partir de otra unidad semejante la cual le haga percibir una imagen diversa a lo que es él, resaltando que sólo a través de esta alteridad el ser humano se reencontrará con lo divino. Al pronunciar se está creando, porque la Palabra viene de D/os, entra al cuerpo y al salir o pronunciarse el ser humano se encarna en sí mismo y en lo pronunciado, dejando el Yo en el silencio y expandiendose en el otro al pronunciarse.

A través de esta enseñanza se entiende que la encarnación de D/os se manifiesta de dos formas, a través de Adaham, es decir, la humanidad signo de la unidad y de Adán y Eva en donde se revela como dualidad la cual al encontrarse en el cuerpo del otro y procrear retorna al Uno. Es a partir de este sentido de la encarnación judía donde toman sentido las palabras de Jesús al llamarse Hijo, es decir, aquel que ha comprendido la unidad en la dualidad, sentido completamente alejado del significado otorgado por la doctrina.

Como se puede comprender, los Libros Sagrados tienen como punto central la ética, la reflexión y la necesidad de hacer que el ser humano profundice en sí mismo, en el otro y en la creación, a través de la Palabra, la Escucha y el Silencio, por lo que no pueden tomarse sus conceptos para justificar doctrinas, leyes e injusticias, es necesario leer los Libros Sagrados no sólo desde su lengua original sino a partir de los siete lenguajes porque sólo así a través del conocimiento dual el ser humano podrá reencontrarse con su principio a través de la Palabra que Escucha el lenguaje de D/os, es decir, el Silencio, el fuego blanco mezclado entre el negro...

[1] [1]193 Historia de Jacob (Die Geschichten Jaakobs) /1934 El joven José (Der junge Joseph) /1936 José en Egipto (Joseph in Ägypten)/1943 José el Proveedor (Joseph, der Ernährer) /1939 Carlota en Weimar (Lotte in Weimar).

[2] Cf. Shakespeare William, Hamlet. Nordicalibros, 2012. Madrid.

[3] Cf. Kafka Franz, El Proceso, Editorial Porrúa, México. 1986.

[4] Cf. Mosés Stéphane El Eros y la Ley.

[6] Cf. Cf. Mosés Stéphane El Eros y la Ley.

[8] Biblia de Jerusalén, Editorial Descleé De Brouwer, 4 edición. Bilbao, 2009.

[9] Cf. Mosés Stéphane El Eros y la Ley.


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