Si Telefónica no asume el gasto del ERE que va a costar el puesto de trabajo a 8.500 empleados en los próximos cinco años y la consiguiente prestación por desempleo, no sé qué haré. Hace años que abandoné esta operadora, por cobrar el doble por el mismo servicio que el resto, quemando así el último cartucho contra la operadora. Estaré, eso sí, más indignada todavía si cabe, teniendo en cuenta el sueldo de sus directivos, cómo juegan a los marcianitos matando a esos alienígenas más inteligentes que ellos, pero que no conocen y que se comen sus ganancias, y a los que finalmente despiden pese a sus multimillonarios beneficios año tras año.
Como contra Telefónica no puedo hacer nada y ni siquiera puedo ir a la plaza Catalunya porque los vándalos alienados del panem et circus estarán presumiblemente celebrando la victoria de su equipo y arrasando con todo este fin de semana, he decidido que el día 30 de mayo, el próximo lunes, lo primero que haré será sacar 155 euros de mi cuenta. Tengo la suerte de tenerlos, un privilegio que no todos ostentan y menos a final de mes. ¡Democracia real ya! ha desmentido que la iniciativa haya partido de la plataforma. Me consuela porque quien haya decidido esta cantidad no tiene ni idea de lo que es sacar dinero de un cajero: no dan billetes de cinco euros. No importa, pediré la cantidad en el mostrador. Además, nadie tiene el copyright del malestar.
A los bancos y cajas sí les pagaremos entre todos los miles de despidos previstos. El sistema los mima y quiere que estén contentos, como el hijo pródigo al que más se quiere precisamente por haber abandonado las buenas prácticas. Jugaron con fuego y el papel se convirtió en cenizas. Ahora les damos más fichas con que jugar en este chiringuito financiero en que se ha convertido el sistema. Sacar 160 euros no les supone nada, pero si todos lo hacemos, será un toque de atención. Normalmente, ellos no se andan con esos toques de atención. No se trata de hacer saltar la banca, hay que ser cautos, pero sí de mover un poco el suelo en que pisan para que miren abajo, nos vean y dejen de pisarnos.