Hace unos días estuve pensando en aquella famosa frase española, de Unamuno, que rezaba “¡qué inventen ellos!” y a pesar de que tiene connotaciones negativas por parte de convencidos europeístas que ha tenido España, la frase no es tan descabellada como pueda parecer a la mente moderna y curiosa. Teniendo esa frase en mente, escribí el siguiente comentario en mi muro de Facebook:
“Es realmente sorprendente lo mucho que ciertas ideas han calado profundamente en el subconsciente de las “clases populares” (por llamarlas de alguna manera) ciertas ideas que les ha hecho mucho daño. Se han inculcado una serie de ideas que en nada les ha beneficiado, entre ellas, que todos tengan que tener un título universitario, tener casa en hipoteca y en “barrio x”, tener coche, tener tantas cosas y ¿para qué? ¿Realmente sois más felices con tantas “cosas” tangibles que en nada impresionan a quienes en teoría queréis impresionar? Porque no nos hagamos los tontos: tu podrás tener un título en Derecho, pero a la mayoría de las empresas les gusta contratar a los hijos de los que ya son abogados establecidos. Y digo abogado, pero podría poner casi cualquier otra carrera. El objetivo de tu vida, al menos para los liberales clásicos, siempre fue “búsqueda de la felicidad” en libertad. Sin embargo, de manera que aumenta el progresivo endeudamiento, cada vez hay más depresión. Os han comido el coco durante años diciendo que “tenéis” que ir a la universidad, que tenéis que “trabajar en trabajos prestigiosos” (y por eso os quejais ahora cuando los fontaneros y mecánicos de coche ganan más , muchísimo más que vosotros en una oficina de mala muerte metidos 8 horas al día o más sufriendo en el fondo, llevando una vida de “desesperación callada” en palabras de Oscar Wilde”.
A lo largo de la historia del liberalismo, ha habido distintas visiones sobre qué es “la buena vida” para un ciudadano.
Fue en 1776, año en el que EEUU declaró su independencia de Inglaterra, que el filósofo liberal Jeremy Bentham afirmó su famoso principio de utilidad: “La mayor felicidad para el mayor número de personas es la medida del bien y del mal”.
En América, la alianza entre el capitalismo y el consumismo, una alianza indeseable a mi juicio, ha sido el principio que ha conducido aquí el concepto de la felicidad. Con la llegada de oleadas de inmigrantes en el siglo XIX, el objetivo era la búsqueda de placer, de la prosperidad en una tierra de oportunidades en aquél entonces.
La historia de la búsqueda de la felicidad en América y luego en la Europa actual es la de una estrecha alianza entre el capitalismo y el consumismo. Quiero insistir que son dos conceptos muy distintos – el capitalismo NO ES “consumismo”. El capitalismo trata sobre ahorro de capitales y generación de riqueza real. Yo soy un capitalista a lo decimonónico – creo en una moneda muy fuerte, crédito limitado y ahorros. Podéis llamarme “germánico” por eso, pero yo prefiero “cristiano” simplemente.
Sin embargo, durante los últimos años, algunos investigadores han empezado a ver en esta relación una lealtad equivocada. ¿Ha traído felicidad a las masas desheredadas del mundo occidental perseguir tantos bienes materiales? Esta pregunta es más para la ciencia que para los filósofos, ya que me fio mas de los números y lo que expresa la gente en las encuestas científicas antes que cuestiones subjetivas.
Imagínate, si puedes, dos alternativas muy diferentes para tener una sociedad próspera. En una, el crecimiento económico, la prosperidad y la riqueza cada vez aumentan la felicidad humana, bienestar y satisfacción. En la segunda, la prosperidad y la felicidad no tienen relación y, de hecho, la prosperidad, más allá de cierto punto, está asociada al surgimiento de patologías sociales. ¿Cuál ejemplo se acerca más a la realidad?
Lo que nos están diciendo los científicos sociales en este nuevo terreno es bastante importante. Dos líderes en este campo, Ed Diener y Martin Seligman llevaron a cabo una investigación en estos estudios del 2004.
Lo fascinante es lo siguiente: Una vez que los países alcanzan un PIB de más de 10.000 dólares anuales, más crecimiento no significa un incremento en la felicidad ni en el bienestar. Aquí puedes ver un estudio que compara el nivel de felicidad entre los países. Como podréis apreciar, en México la gente está más feliz a pesar de que es un país bastante más pobre que EEUU o países europeos.
Diener y Seligman informan que las gentes con los niveles de bienestar y felicidad más altos no son los que viven en los países más ricos sino los que cuentan con instituciones políticas que son efectivas, donde se protegen los derechos humanos, donde la corrupción es baja y la confianza mutua es lo normal.
Más demoledor aún para la idea de que la felicidad aumenta con más sueldos elevados son los informes estadísticos que se han ido elaborando desde la IIª Guerra Mundial. De manera que los sueldos se han ido disparando en EEUU y otros países occidentales, los niveles de satisfacción con la vida y la felicidad se han estancado o incluso reducido.
Eso no es todo. Diener y Seligman afirman que también han aumentado las cifras de depresión en Occidente más de 10 veces durante un periodo de 50 años, y los porcentajes de personas que sufren ansiedad también aumentan. El niño americano de la media durante los años 80 denunciaba sentir más ansiedad que los niños que recibían tratamiento psiquiátrico en los años 50. De manera que también ha ido decayendo el nivel de confianza en tus vecinos, también ha ocurrido lo mismo con respecto a las instituciones políticas.
En vez de los sueldos o ingresos, Diener y Seligman subrayan la importancia de las relaciones personales a la felicidad: “La calidad de las relaciones sociales de las personas es imprescindible para su bienestar personal. La gente necesita relaciones positivas y pertenencia social para sostener su vida y ser felices. Necesitan relaciones sociales a largo plazo. Esto es una necesidad humana fundamental. La gente necesita vínculos sociales en relaciones leales, no simples relaciones cotidianas con desconocidos. En otras palabras, el materialismo a ultranza es un veneno para la felicidad.
La otra visión del liberalismo, directamente opuesta a la materialista, es la idea anglosajona y hasta incluso española de la austeridad dentro de un marco de libertad personal. En este sentido, recomiendo el libro de Lizabeth Cohen, La república de los consumidores. En este libro, Cohen ilustra sobre el surgimiento de la sociedad de masas y consumidores en EEUU desde la IIª Guerra Mundial: “Los americanos después de la Segunda Guerra Mundial vieron su nación como un modelo para el mundo – una sociedad comprometida con el consumo masivo y lo que se suponía eran sus beneficios. El consumo masivo no solo aportó maravillosas cosas para comprar: las televsones, los aire acondicionados, y los ordenadores que han transformado la vida americana durante los últimos 50 años. También dictó las dimensiones más centrales de la sociedad postguerra, incluida su política económica (como las políticas públicas y los consumidores de masas se reforzaban) así como la cultura política y de valores americanos.
Cohen también denuncia que a pesar de cualquier bendición percibida del consumismo americano, éste también ha traído consecuencia profundas contra los ideales democráticos y de justicia social.
La creación de una república de consumidores representaba el éxito de una visión de América y su propósito sobre otra. La otra visión es la de vivir sencillo pero con los pensamientos siempre en alerta, una tradición que se inició con los Puritanos en USA. En la historia americana hay una tensión permanente entre el ideal de los ilustrados sobre una prosperidad sin límites y la idea puritana de ser libre, pero materialmente sencillo.
El concepto de una vida sencilla llegó con los primeros colonos puritanos y sigue siendo uno de los ideales en EEUU en competencia con la visión más moderna del crecimiento rápido a toda costa. Se percibe cierta hostilidad en esta visión hacia el lujo y la riqueza, no en un sentido envidioso sino más bien de felicidad. ¿Realmente te da tanta felicidad todas esas “cosas”? Igualmente, se percibe un respeto hacia la naturaleza y una preferencia por lo rural sobre lo urbano, el deseo de ser autosuficiente mediante la austeridad y los ahorros, una preferencia estética por lo sencillo y funcional, entre otras cosas.
Entonces, yo os lanzo una pregunta – ¿valoras más tu felicidad personal dentro de cierta sencillez o simplemente la adquisición de bienes materiales aún cuando eso significa hacer grandes sacrificios con tu vida, tu libertad y bienestar mental? ¿Por qué quieres ser abogado, por ejemplo? ¿Realmente te gusta el Derecho o simplemente piensas que es una profesión en la que puedes ganar mucho dinero?
El dinero es necesario en esta vida y valoro a toda persona que genere dinero constantemente, pero esto va más allá de generar dinero. No necesitas ser abogado o médico para generarlo. Aquí en EEUU (pero también en España en menor medida) se ha inculcado la idea, a ultranza, de que todos deben ser de ciertas profesiones. Ser “abogado” se percibe como algo “mejor” a ser fontanero, a pesar de que un fontanero en EEUU cobra muchísimo más que un abogado nuevo al mercado y joven. Ah y trabajan menos horas al día. A mí en lo personal, no pocas personas me dicen cosas como “Alfredo, qué tranquilo te veo siempre, qué bien vives, ¿cómo lo haces”? Pues en mi caso ha sido simplemente contar con un conocimiento altamente valorado en este mercado (e incluso en España) – la formación matemática. Eso me permite llevar una vida bastante cómoda sin grandes sacrificios y vivir donde yo quiera. De ninguna manera pienso por ejemplo trabajar por las tardes si lo puedo evitar. Mucha gente envidiaria mi horario laboral – que además es un horario mio propio – de 9.30 de la mañana a 2 de la tarde o 3 como mucho tardar. Eso sí, trabajo sábados por las mañanas también.
No sé, yo veo mucha infelicidad a mi alrededor. Veo jóvenes metidos en oficinas más de 8 horas al día cobrando sueldos de risa y saliendo destrozados del trabajo haciendo lo que no quieren realmente, sin ganas de hacer nada por la tarde. Veo mucha infelicidad o insatisfacción generalizada quizá por una serie de falsas expectativas que tenéis de la vida. Una de las cosas que no vas a ver en EEUU son niños jugando por la calle. En España, esto también va pasando, pero no de manera tan acusada como en EEUU donde se hace más vida en casa propia sin interacción con nadie.
No puedo decidir por vosotros, obviamente, pero sí me gustaría saber qué pretendes hacer con tu vida. ¿Crees necesario y que merezca la pena sacrificar tanto por tener más cosas materiales tangibles que al final no te da felicidad? En mi opinión, muchos de vosotros estariais mejor en algún oficio – cerrajeros, fontaneros, electricistas, cocineros, limpiadores, pintores…¡hay muchas opciones! Más de la mitad de vuestros problemas laborales y socioeconómics tienen que ver con falsas expectativas y una sobrevaloración de lo que realmente sois.
Y, sí, en este sentido, no pocos españoles antaño tenían una idea correcta de las cosas. En España (al menos en los círculos cotidianos), poca gente se solía impresionar si alguien decia “soy titulado de Oxford y Harvard”. Esto era así porque en España, lo que realmente la gente valoraba era tu persona, tu perfil en relación con lo que ellos valoraban. En USA, los WASP (la élite de antaño) tampoco se solían impresionar cuando los hijos de “comuneros” (no lo quiero decir de forma despectiva, simplemente lo uso para distinguir de orígenes conocidos) conseguian su título en Harvard ya que eso solo era un trámite y lo que realmente interesaba era tu perfil, tu estílo de vida, etc.
Es fascinante saber que en la lista de los diez países más felices del mundo, salen no pocos países escandinavos. Cuentan con poblaciones homogéneas, no tienen que preocuparse del masivo endeudamiento que tanto daño ha hecho a los useños, españoles, británicos, etc; tienen buenos niveles educativos, buena sanidad y suelen ser pacíficos entre ellos. No son paraísos, porque eso no existe en este planeta. Pero habrá que mirar qué características tienen los países más felices del mundo y ver si lo que valoramos es la felicidad o el materialismo a coste de la felicidad o la calidad de vida.
¿A qué juegas tú, estimado lector? ¿A quién quieres impresionar y qué estás haciendo para mejorar tu propia vida y generar riqueza de manera que no te veas obligado a sufrir tanto en esa locura de “buscar empleo” en redes?