Ya hemos compartido con anterioridad artículos que tienen que ver con la toxicidad en la pareja. Como investigador de estos procesos resultaba imprescindible llegar a la pregunta que abre el tema de hoy.Cuando una persona acude a terapia por estar viviendo una relación (de pareja, familiar o laboral) con tintes de toxicidad, lo hace por estar convencidad de que el otro es el miembro tóxico de la relación.En muchos de los casos esto resulta cierto. Sin embargo, cabe aclarar que en una relación tóxica ambos participantes tienen su grado de virulencia. La toxicidad del individuo se mide de acuerdo al grado en que lleva a cabo sus actitudes nocivas hacia los demás.Hay personas que resultan tóxicas para ellas mismas. En este artículo hablaremos de las conductas que hacen que les parezcas poco agradable a los demás y tiendan a evitarte.
¿Qué ocurre cuando somos nosotros la persona tóxica?
Todos, en algún momento de la vida, hemos resultado tóxicos para otros. La razón de ello es que somos entes individuales y por tanto poseemos diferentes personalidades. Algunas veces nuestra personalidad diferirá bastante de la de otra persona. Si nos aferramos a ciertas actitudes podemos terminar convirtiéndonos en fuente de displacer constante para ella.La buena noticia es que este tipo de comportamiento puede controlarse. En este sentido, soy un convencido de que las personas no cambiamos, sino que nos controlamos.Este control puede verse como cambio. Algunos individuos son capaces de ejercer control sobre actitudes no convenientes para ellos y los demás (violencia, infidelidad, celos, etc.). Pero si en algún momento, las circunstancias confluyen, esa actitud aparecerá de nuevo (teoría del queso gruyere).
La actitud de la persona tóxica puede ser controlada y eso es positivo
Para acceder a este control es absolutamente necesario dar el primer paso: reconocer y aceptar que soy una persona tóxica para los demás. Y esta es la parte más difícil porque aquí entra el compañero inseparable de la personalidad nociva: el egoMediante el ego, la persona se reconoce a sí misma (Yo) y toma conciencia de su identidad. El ego nos ayuda a separarnos del resto de las personas, al menos en nuestro interior.También es importante hacer alusión a la utilización coloquial de ego, que se refiere a jactancioso, egoísta y por tanto desagradable.Entre ambas definiciones, se oculta el corazón del ego inmerso en la personalidad tóxica: la inseguridad.Por medio del ego, las personas toman conciencia de sí mismas y eso es sumamente importante y beneficioso. Sin embargo también puede ocurrir que se convierta en un refugio en el cual el individuo proteja sus inseguridades. Y créeme que las va a defender a capa y espada. Aquí, cuando ocurre esto, es que se gesta la personalidad tóxica.La idea subyacente en lo anterior es: “Me ha costado mucho trabajo ocultar los monstruos que me asusta. Bajo ninguna circunstancia permitiré que alguien me los haga traer a la superficie. Antes haré lo que sea para que eso no ocurra”.Y lo hará en contra de quien sea. Si esta persona se da cuenta que alguien quiere acceder a esa instancia, reaccionará violentamente. Por eso es tan difícil comenzar a dar el primer paso: aceptar que tengo una personalidad tóxica.Pero supongamos que ya lo has hecho. Has decicido transitar el camino que te llevará a la superación de tu actitud tóxica. ¿De qué forma puedes establecer que eres una persona con estas características?